XX Festival de Jazz del Palau
Palau de la Música y otros espacios de la ciudad de Valencia
Del 3 al 16 de julio de 2016
“El mundo nos mira”, recordó Francesc Colomer, secretario autonómico de la Agencia Valenciana de Turismo, evocando la repercusión de festivales como el FIB de Benicàssim (Castellón). Lo dijo mientras se presentaba la marca Musix con la que la Generalitat quiere promocionar las grandes citas musicales de la Comunidad Valenciana. Una marca de prestigio que permita la “remontada reputacional” (Colomer dixit) de una tierra yerma por culpa de la corrupción. De manera que un chute de autoestima, rayana en el chauvinismo, no venía mal.
Y entre esas citas musicales ofrecidas como espejo de admiración foránea, el nuevo Festival de Jazz de Valencia muestra su candidatura. Lo hace con una fórmula sencilla, auspiciada por un músico y el propietario de un club con años de vuelo. El músico se llama Francisco Blanco Latino, saxofonista del colectivo Sedajazz, y el propietario es Chevi Martínez, dueño del Jimmy Glass, local ubicado en el barrio del Carmen de la capital valenciana. Ambos, espoleados por mucha gente de la profesión, decidieron presentar su proyecto al nuevo equipo del Ayuntamiento de Valencia. Y salió elegido.
“Con el tiempo nos copiarán”
No proponen ninguna revolución, para eso ya están otros. Lo que sí proponen es un “equilibrio” (palabra que no dejan de repetir) “entre artistas internacionales, nacionales, diferentes estilos de jazz y la participación de músicos autóctonos en nivel de igualdad con el resto”. Ese cóctel bien agitado y servido “por todos los rincones de Valencia”, además de los tradicionales conciertos en el Palau de la Música, dibujan el perfil del nuevo festival: “Creo que con el tiempo nos copiarán otros festivales de fuera”, señalan convencidos.
Glòria Tello, concejala del Cultura del Ayuntamiento de Valencia, lo tuvo siempre muy claro: “Quería darle un giro al festival, que se acerque a los barrios, que potencie a nuestros músicos y que cuente con la gente que programa jazz en la ciudad el resto del año”. Por eso piensa que esta vigésima edición es “totalmente diferente a las anteriores”, ya que “empapará de jazz a toda Valencia”. “Es un festival más abierto, diverso, dinámico, participativo y con mayor presencia de músicos de la tierra”, agrega.
Aunque Chevi Martinez y Blanco Latino saben que festivales señeros como los de San Sebastián o Vitoria ya sacan el jazz a la calle, “lo hacen en dos o tres sitios y casi siempre con algunas de las figuras internacionales que traen”. En su caso, proponen casi todos los barrios de la ciudad y con los músicos locales protagonizando los conciertos. “Estamos hablando de músicos autóctonos que gozan de gran prestigio internacional”. Y citan a Perico Sambeat, Carlos Gonzálbez, Ramón Cardo o Fabio Miano, presentes en la edición de este año.
Los 60.000€ de presupuesto que aporta el Ayuntamiento de Valencia son insignificantes, comparados con los de otras grandes capitales, “20 veces superior al nuestro”. Pero aunque la necesidad obliga, lo cierto es que la filosofía, de contar con mayor dotación económica, “no cambiaría”. Lo dicen satisfechos ya del cartel que han presentado en esta edición 20 que hasta el 16 de julio cuenta con figuras como Hermeto Pascoal, Vein Trio & Dave Liebman, Juan Perro y el que consideran el mayor reclamo del festival: el saxo Charles Lloyd (Memphis, Tennessee, 1938).
La única oportunidad de ver a Charles Lloyd
“Para los amantes del jazz es la única oportunidad que tienen de verle en la península, porque tenía todas las fechas ocupadas”. Será quien cierre el festival el sábado 16 de julio (22.00h) en el Palau de la Música, dotándolo del espíritu que trasluce el nuevo modelo de certamen: un jazz para todo tipo de públicos, que llegue a todos los rincones (de la ciudad, del alma) y que vaya calando, “de manera que la gente se acerque al jazz, lo conozca y favorezca nuevos públicos a futuro”.
Y Lloyd se presta a ello. Viene del Memphis que mamaron Elvis Presley o B. B. King, “seres espirituales a quienes se dio una existencia material”, por utilizar una expresión del propio Lloyd al referirse a nuestra condición humana. Abanderando esa espiritualidad con su saxo, que tiene por la mejor arma para cambiar el mundo, llega en exclusiva a Valencia en cuarteto: Jason Moran (piano), Reuben Rogers (bajo) y Eric Harland (batería) le acompañan. Viene a demostrar que su música “no es blanda, sino tierna”, convencido de que es lo que necesita el mundo: “ternura”. Lo repite cada vez que puede y, cuando no, coge su saxo y hace que suene a madera partiendo del metal.
Charles Lloyd es la figura, la estrella, de un Festival de Jazz de Valencia que se ofrece para el que lo quiera imitar: “Que no se destine todo el presupuesto público a las figuras internacionales”, subrayan Blanco Latino y Chevi Martínez. Se trata de buscar el “equilibrio” (de nuevo la palabra) entre los ingredientes de su fórmula jazzística: músicos locales, nacionales e internacionales dispuestos a subirse al escenario del Palau de la Música con la misma naturalidad que patean los barrios de la ciudad. Ahora que “el mundo nos mira”, Valencia irradia ternura.
Salva Torres
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