Carlos Martínez. Libros sin palabras
Centro Cultural Carolina
C / Rugat, 10. Valencia
Del 26 al 28 de abril de 2013

El mimo Carlos Martínez (Pravia, Asturias, 1955) es un actor que prefiere llegar al corazón del público sin utilizar palabra alguna. Al menos, durante el tiempo que duran sus actuaciones. Una vez concluidas, se quita el maquillaje y se explaya. Y es que, como buen artista, se nutre de la paradoja que supone querer expresar lo inexpresable. Por eso vive en permanente combate con el lenguaje. El mismo que le lleva a decir: “La gente está cansada de palabras vacías, palabras que no se cumplen”. Para seguidamente proclamar: “Yo soy un mimo enamorado de la palabra; creo en la palabra”.

Para entender ésta y otras paradojas, conviene seguir el rastro que van dejando sus palabras y sus elocuentes gestos. “El arte no es sólo evasión, sino reflejo de ti mismo “. Y se explica: “Todo lo hacemos por imitación; está en la naturaleza. Y nuestra misión es ser el espejo donde nos reflejamos, en el sentido de verte y de reflexionar sobre lo que ves”. De ahí que sus espectáculos sean algo más que un divertimento, para ocupar de verdad el espacio asignado al auténtico teatro. “El mimo está muy relegado a la calle; casi suena a pordiosero, al que va pidiendo. Yo lo que he hecho ha sido llevarlo al teatro, con su dramaturgia, su dirección escénica y con un equipo de gente detrás”.

Carlos Martínez, en una palabra, dignifica la categoría de mimo, convirtiendo la acumulación de gestos en historias largamente trabajadas. He ahí su enamoramiento de la palabra. “Todo lo que hago de mimo, antes ha pasado por el ordenador, cuya escritura entrego luego al director escénico”. Así es como han ido saliendo los espectáculos Mi Biblia, Derechos humanos, Y algunos son más iguales que otros, Hecho a mano, Tiempo de celebrar, Desde el camerino, el propio Libros sin palabras, que presenta entre el 26 y el 28 de abril en el Centro Cultural Carolina de Valencia, o el más reciente Espejismos.

Todo ello a lo largo de 30 años de profesión y por más de 30 países, siendo España de los menos frecuentados. También los galardones provienen del extranjero. “Soy un actor trabajador; no voy a festivales buscando premios, sino que me los encuentro”. Como se va encontrando con la dificultad de llegar a la gente con un arte tan silencioso. “Hay que ir demostrando al público que el silencio sabe hablar, que se pueden decir muchas cosas sin la palabra”. Para ello es necesario vencer cierto temor. “Un tío con la cara pintada, tocando paredes invisibles durante una hora, se hace difícil, pero está comprobado que quien viene luego repite”. Sólo hay que perder “el miedo al silencio”.

¿Necesitan los gestos traducción en otros países? “Los gestos más cotidianos son diferentes en cada grupo, en cada familia, pero los que se hacen sobre un escenario están muy pulidos y pasan la prueba de las culturas”. También ayudan las temáticas. “El mimo es internacional, al igual que los temas que yo escojo: derechos humanos, la problemática del agua, la literatura”. Incluso la Biblia. “Es uno de los libros más conocidos. Yo huyo de la cuestión religiosa, para enfocar el lado humano. Por eso lo disfrutan por igual católicos, protestantes o ateos”.

En Libros sin palabras, cuyo espectáculo es presentado en el Centro Cultural Carolina como si fuera realmente un libro (coincidiendo con su Día Internacional: martes 26 de abril), Carlos Martínez se mete imaginariamente en una biblioteca atestada de ejemplares que el mimo irá revelando. “Simulo coger un libro, abrirlo y meterme dentro para representar lo que leo”. De nuevo, incurriendo en otra paradoja: libros sin palabras. “Es que libros con palabras es lo normal, pero al decir ‘sin’ lo que haces es llamar la atención”. Y eso Carlos Martínez lo hace a las mil maravillas. Porque será un hombre sin palabra una vez subido al escenario, pero fuera de él la tiene y en muy alta estima. ¡Palabra!

Salva Torres