MAKMA ISSUE #05 | Diseño
Editorial
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2022

La pregunta suele ser recurrente: ¿es el diseño arte? Así, en abstracto. Como si el arte fuera la meta de llegada del diseño, para sacar a este de su encorsetada misión funcional apenas aderezada con cierto gusto estético. Y como si el arte, per se, no requiriera más explicación, ya que su sola mención viniera a dignificar todo aquello que pretende cobijarse bajo su ilustre sombra.

Hay, sin duda, una diferencia primordial. Al diseño no le molesta su carácter funcional, es más, lo asume como una de sus principales características: se diseña para hacer más habitable y grato el mundo en que vivimos, desde las casas a los automóviles, pasando por los objetos más dispares y los productos que consumimos. Al arte, en cambio, le produce cierto escalofrío pensar que sus obras poseen el marchamo de la funcionalidad, siendo el espacio de la libre creación por antonomasia.

MAKMA ISSUE #05 Diseño. MAKMA
Portada de MAKMA ISSUE #05 | Diseño realizada por Pepe Gimeno, Premio Nacional de Diseño 2020.

Sin embargo, sabemos que el arte, como bien apuntara Carlos Granés, ha sido permanentemente cortejado por dos amantes peligrosos: la política y el capitalismo. La política, tratando de convertir la obra de arte en herramienta al servicio de la lucha ideológica, y el capitalismo, intentando reducirla a simple mercancía cultural. 

De manera que el arte, en aquellas ocasiones en que los artistas se sienten atraídos por los cantos de sirena de ambos amantes -algo bastante habitual-, también se halla caracterizado por la más estricta funcionalidad. Invocar, por tanto, al arte como refrendo de la más artesanal y eficaz labor creativa de los diseñadores, carece de sentido, si convenimos que ambos -arte y diseño- se hallan, con más o menos proclamación abierta de sus respectivas prácticas, imbuidos de la necesidad de contentar a sus clientes.

Los caminos convergen, pues, cuando el objeto artístico es definido a partir de su función, de su utilidad. Y, en esto, el diseño proclama su soberanía con respecto al arte, que se despega de aquel precisamente donde empieza a pregonar su independencia de cualquier finalidad que no sea la libremente creativa. El diseño, subrayando su aliento artístico, tendría siempre un pie en tierra, fiel a su designio instrumental, mientras el arte, libre de esas ataduras, se resistiría a su mera instrumentalización.

El diseño, como el dios Jano de la mitología romana, diríamos que se caracteriza por tener dos caras, ubicándose en el umbral de lo práctico y de lo estético. El arte, por el contrario, adoptaría el semblante del dios Terminus, protector de los límites, por cuanto defiende su lugar apartado de cualquier instrumentalización o cosificación de sus objetos, llamémoslos así, sagrados.

Sagrados en el sentido que le otorga el término latino ‘sacer’ que, como recuerda Freud, significa a la vez lo excelso y sublime, así como lo siniestro y execrable, apartándose aquí de los usos más correctos atribuidos a los objetos del diseño. El arte, frente a la soberanía del diseño con respecto a la función, proclama la suya a la hora de adentrarse por los más extraños vericuetos, mezcla de una belleza amable y horrenda al mismo tiempo.

El dios Jano del diseño mira, por tanto, a un lado y otro del espectro que va de la función al gusto estético, sin sobrepasar, por regla general, el umbral que le llevaría a compartir con el arte su semblante más siniestro. ¿Es, por tanto, el diseño arte? Sí, por supuesto, mas arte del lado de esa belleza que anunciara Rilke como el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar. 

Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #05 | Diseño, en junio de 2022.