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Ciclo David Lynch
Retrospectiva integrada por ocho largometrajes con copias recientemente restauradas
Filmoteca de València
Institut Valencià de Cultura (IVC)
Plaza del Ayuntamiento 17, València
Del 2 de marzo al 30 de abril de 2023
Lo ha llegado a decir el propio David Lynch: “Lo que de verdad me importa de las películas es ir a mundos cada vez más extraños”. Para eso, el cineasta de Montana (Estados Unidos) no necesita ir a lugares remotos, ni construir universos de ciencia ficción, sino tan solo aguardar a que todo aquello que se encuentra dentro de nosotros -en el fondo del inconsciente- emerja inesperadamente.
Las ideas con las que nos manejamos a diario, mediante las cuales organizamos los acontecimientos para que de estos no quede más que su dócil adscripción a cierto esquema mental, no se acaban ahí. De hecho, acaban ahí, porque las necesitamos concluyentes, firmes, cerradas. Las necesitamos así, para el manejo instrumental de las situaciones que debemos acometer cada día.
Sin embargo, a poco que hurguemos en ellas, veremos que el terreno firme que pisamos de pronto se tambalea, ocasionándonos el nerviosismo que nos incita a buscar de nuevo aquel lugar estable y tranquilo. A David Lynch, en cambio -como a todo gran creador que se precie-, lo que de verdad le estimulan son esos terrenos movedizos por donde se mueven las ideas más escurridizas.
De nuevo, escuchemos sus propias palabras: “El misterio es lo que más amo, es el magnetismo de la vida, y me resulta maravilloso saber que de la mayoría de las cosas no conocemos absolutamente nada”. Bueno, algo conocemos, pero no lo suficiente como para andar por la vida como si nada más que lo ya conocido contuviera la totalidad de la existencia.
David Lynch, a través de sus películas, nos acerca esos otros mundos contenidos en el que damos por supuesto, para que percibamos -a medio camino entre la más estremecedora estupefacción y el pavor que nos incita a la huida de la sala de cine- aquello que, revelándose en la superficie de la pantalla, proviene del fondo ignoto de nuestra mente.
El espectador que, atraído por el fondo oscuro de la vida reflejado en los personajes lynchianos, siente la necesidad de saber lo que ahí emerge, ya ha abandonado el mundo de las ideas fijas para adentrarse en las más quebradizas: “Un cambio de actitud lo cambia todo”, asegura el cineasta, para quien “el arte no cambia nada, el arte te cambia a ti”.
La Filmoteca de Valencia acoge, del 2 de marzo al 30 de abril, una retrospectiva compuesta por ocho largometrajes, con copias restauradas, de David Lynch: desde ‘Cabeza borradora’ (‘Eraserhead’, 1977) -con la que se inició el ciclo- hasta ‘David Lynch: The art of life’ (2016), el documental de Rick Barnes, Jon Nguyen y Olivia Neergaard-Holm, con el que concluye.
Entre medias, se proyectarán ‘Terciopelo azul’ (‘Blue velvet’, 1986), el 24 de marzo; ‘El hombre elefante’ (‘The elephant man’, 1980), el 25; ‘Corazón salvaje’ (‘Wild at heart’, 1990), el 21 y 26 del mismo marzo, para adentrarse en abril con ‘Twin peaks: fuego camina conmigo’ (Twin peaks: fire walk wit me’, 1992), ‘Carretera perdida’ (‘Lost highway’, 1997), ‘Una historia verdadera’ (‘The straight story’, 1999), ‘Mulholland drive’, 2001), y un programa de cortometrajes (1966-1995), precedidos de los videos de presentación a cargo del propio David Lynch.
La Filmoteca del Institut Valencià de Cultura y el Teatre del Raval de Castelló también vienen programando, desde el 11 de enero, esta misma retrospectiva, que acaba el 22 de marzo, para que sea después Alicante, en el Teatre Arniches, quien prosiga el ciclo a partir del 13 de abril.
En ‘Cabeza borradora’, Lynch ya inicia su singular travesía por esos mundos oscuros concitados en una ciudad en penumbras, que apenas refleja las sombras proyectadas por la inquietante cabeza de su joven y asustadizo protagonista, Henry Spencer, encarnado por Jack Nance.
“Me interesa saber qué se esconde tras las limpias fachadas, tras los visillos de las casas, explorar los recovecos tortuosos de la existencia. Soy como un detective que destapa lo que los demás ocultan. Y es que este mundo de hoy no es un lugar tan maravilloso como dicen. No es el sueño más brillante”, dirá Lynch.
Con ‘El hombre elefante’, no tendrá que descorrer ningún visillo, sino tan solo seguirle el rastro a John Merrick (John Hurt), un ciudadano británico con una cabeza extremadamente deformada, exhibido como atracción de feria en un circo. De nuevo la cabeza, ya sea borradora o elefantiásica, como origen de cierta angustia existencial.
‘Terciopelo azul’, ‘Corazón salvaje’ y ‘Carretera perdida’ se encargarán de mostrarnos los claroscuros del amor, cuando este se halla dominado por cierta atracción sexual en la que dominan los fantasmas más abyectos, una vez que la familia -en tanto lugar de anclaje- se muestra como un espacio igualmente desestructurado.
‘Una historia verdadera’ será su película más alejada del sinsentido latente en el resto de su filmografía, aunque contenga secuencias propias de su universo onírico, cruce del sueño y de las pesadillas. “Lo que más me sorprende es cuánto puedes hacer con una historia sin dejar de respetar las reglas”, señala el cineasta.
‘Mulholland drive’ es el último largometraje del ciclo, puesto que la Filmoteca no ha incluido ‘Inland empire’ (2006), ni tampoco ‘Dune’ (1984). En esta última cinta, al igual que ocurre en ‘Carretera perdida’, se produce cierto desdoblamiento de personalidad entre la rubia Betty Elms (Naomi Watts) y la morena Rita (Laura Harring), quien le dirá a aquella: “Si te portas bien, me verás otra vez; si lo haces mal, me verás dos veces”.
Así es el cine de David Lynch: un conjunto de historias caracterizadas por la pregunta que se hace la propia Betty en ‘Mulholland drive’: “No sé quién soy”. Esa amenaza de quiebra mental, de percepción equívoca de la realidad y de alumbramiento de mundos oscuros atraviesa su filmografía. Un cine donde el contacto con lo real de la experiencia humana ayuda a comprenderla. Como él mismo dice: “Estar en medio de la oscuridad y la confusión me resulta muy interesante, porque, cuando sales de ahí, puedes ver las cosas como realmente son”.
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