‘Giselle’, de Kor’sia | ‘Filia et Fobia’, de La Taimada
34 Dansa València
Si hay algo que caracterice al festival de Dansa València, edición tras edición, es su integración de la mayor variedad de salas posibles, desde los museos –dentro de ‘Moviments urbans’– hasta las salas municipales y otras pertenecientes a la red de salas alternativas. En este caso, tuvimos ocasión de trasladarnos al Teatre Principal y al Espacio Inestable para disfrutar de dos obras completamente diferentes en su forma, pero que se enmarcan bajo «el conflicto entre lo humano y lo artificial».
El miércoles 14 de abril, el Teatre Principal acogía la revisión del clásico ‘Giselle’ por parte de la compañía madrileña Kor’sia. Una escenografía espectacular conforma el espacio para esta propuesta, con un gran fondo pintado que nos remite a paisajes fuera del mundo humano, con un aro de luz gigante que apoya ese ambiente futurista y un numeroso elenco de bailarines. El clásico del ballet se ve inmiscuido en un nuevo mundo dominado por los ritmos de las nuevas tecnologías, la obsolescencia programada y la búsqueda de una cura en el amor.
La amplitud que ofrece el Teatre Principal, junto a esa puesta en escena que lo abarca todo, deriva en una imagen topográfica, donde el espectador ha de estar leyendo constantemente el cuadro si no desea perder detalle. Aunque el centro de atención siempre queda bien remarcado, en los márgenes se suceden leves movimientos, pequeños cambios en el paisaje.
Como en la sociedad digitalizada, todo ocurre al mismo tiempo. En cuanto a los cuerpos, cumplen una función poética esencial. Desde poses más compuestas, acompañados de elementos varios, hasta coreografías completamente grotescas. En el estilo escogido por Kor’sia encontramos recuerdos de La Veronal, por su uso dramático de la escenografía y esos cuerpos tan alejados del naturalismo.
Para cerrar el festival, la compañía La Taimada presentó ‘Filia et Fobia’, imagen de la presente edición, en el Espacio Inestable. ‘Filia et fobia’, primer premio del Certamen Coreográfico de Madrid, nos deja con la piel de gallina por la brutalidad de sus imágenes partiendo de tanta sencillez. Dos cuerpos contrapuestos, uno completamente desnudo y otro con un traje hermético que ya nos resulta familiar.
Sin embargo, ese cuerpo natural, como recién parido, parece ausente de vida o, como mínimo, de autonomía. Y es el otro el que lucha, entre caricias y movimientos que revelan la plasticidad de la carne, por recibir un mínimo de afecto de aquel saco humano. La poesía de La Taimada aparece entre muestras de amor y de brutalidad.
Dansa València dió fin a su 34 edición dejándonos una reflexión sobre esa paradoja producida por las nuevas tecnologías, que del mismo modo nos conectan con aquellos que están lejos, pero nos distancian de los que tenemos al lado o, incluso, de nosotros mismos.
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