juventud. novio a la vista

Cuando solo la juventud nos capacita para los finales felices | Merche Medina
‘Novio a la vista’ (1953, producción | 1954, estreno en España)
MAKMA ISSUE #04 | Centenario Berlanga
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2021

¿Y si Brigitte Bardot hubiera protagonizado ‘Novio a la vista’? Tal vez, lo que fue una mera anécdota nos ofrecería, en la actualidad, una perspectiva más evidente de la sensualidad adolescente en el paso previo a la edad adulta, con esa connotación de la figura posterior de Lolita que tanto le pudo interesar (y seducir) al maestro Berlanga.

Pero no; la impaciencia de Benito Perojo (por unos míseros siete días Bardot no protagonizó la película), ese productor eminente de la época que puso sus ojos en Berlanga y Bardem, tras el éxito de ‘¡Bienvenido, Mister Marshall!‘, situó en la historia y para siempre a Brigitte Bardot a una semana de Berlanga.

Curiosidades aparte, ante la negativa de materializar la zarzuela ‘Bohemios’ tras leer el libreto que, previamente, les había solicitado a Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga, este último le propone la opción de leer alguno de los guiones que el productor tenía en su poder, con el fin de comprobar (y probar fortuna) si podían llevarlo a cabo.

Centenario Berlanga
Portada de MAKMA ISSUE #04 | Centenario Berlanga. Diseño: Cruz más Cruz. Cartel: Cruz Novillo.

Así es como Edgar Neville, con su ‘Quince añitos’, queda ligado a la filmografía de Berlanga, propiciando una eventual colaboración entre tres celebérrimos de la cinematografía nacional, a los que se suma el periodista y guionista Jose Luis Colina.

Reescriben el guion de lo que, finalmente, se titularía ‘Novio a la vista‘, y aunque no tuviera excesivo éxito de público –se mediría en la cartelera de aquel 1954 con la simpar Paquita Rico en ‘La moza del cántaro’, o con el dueto Marujita Díaz y Antonio Molina, que protagonizaba ‘Pescador de Coplas’; además de la mismísima ‘Quo Vadis’, estrenada el 11 de febrero, apenas cuatro días antes que ‘Novio a la vista’; por no hablar de ‘Aquí a la eternidad’ o ‘Los caballeros las prefieren rubias’–, con el paso del tiempo, el filme ha permanecido como un curioso ejercicio de aproximación a la imperante comedia francesa, con ese humor que pretende ser amable y cálido, pero que se torna, en ocasiones, absurdo, tal y como destila Jacques Tati en ‘Las vacaciones de señor Hulot’.

Con una ambientación de imágenes en sepia, de reminiscencias a la belle époque y con un estilo nevilliano que refleja esa sociedad puritana y engreída, no sin un velo de ternura añeja, identificamos, también, algunas imágenes de la filmografía de Buster Keaton y Charles Chaplin, con aquellas atolondradas escenas de caídas y atropellos tan propias y constitutivas del cine mudo.

‘Novio a la vista’ es una insólita y nostálgica radiografía del paso de la infancia a la edad adulta, personificada en Loli (Josette Arno), a quien su madre quiere emparejar con el atractivo ingeniero Federico Villanueva (José María Rodero) con motivo del 15 cumpleaños de la joven, acicalada ya por las hechuras de la tradición con los corsés del matrimonio en pro de la búsqueda de un buen partido.

Eduardo (Jorge Vico) –el inseparable confidente y compañero de juegos de Loli, que inicia un verano de asignaturas pendientes y disciplina paterna de estudio– personifica ese amor e inconsciencia infante que se niega a crecer y cuya actitud peterpanesca se tambalea por la intromisión de los adultos.

Cartel de ‘Novio a la vista’ realizado por Alba Gallardo y Carla Díaz para el proyecto ‘Berlanga Ilustrado‘.

Al mismo tiempo, Loli se resiste a las indicaciones maternas para que abandone a sus amigos de verano, calce tacones y se enfunde en un vestido blanco con el que iniciarse en el universo de la madurez.

Esta pugna se resuelve, literalmente, con una encarnizada y divertida batalla al alirón de piñas y estrategias militares de avance y retroceso, capitaneada por fraudulentos generales con ansias de reminiscencias bélicas, en pleno contexto del fin de la I Guerra Mundial.

Berlanga sitúa la acción en la ficticia localidad mediterránea de Lindamar (Benicasim), bajo la arquitectura del Hotel Voramar y los paisajes aledaños, en la que van recalando una heterogéna comitiva de veraneantes.

El cineasta recrea esas estampas costumbristas de colores ocres que evocan a la perfección las escenas estivales de principios del siglo pasado, con la arena como punto de reunión, creando una ambientación tan reconocible como exagerada, donde no cesan de suceder situaciones hilarantes que llevan al espectador del alboroto a la risa.

Las escenas de interior apenas son testimoniales; casi toda la película transcurre en exteriores, como si solo en escenario abierto fuera posible la confrontación con el sistema de sus jóvenes protagonistas.

Tal vez ‘Novio a la vista’ parezca una isla en su filmografía –atravesada de humor negro, esperpento, sátira política y retrato social y estamental de su presente, todo a modo de comedia con desenlaces siempre amargos–.

No obstante, el filme pone en cuestión la sociedad adulta, con comentarios ácidos y un retrato de costumbres tintadas de ensalmos, rumores, filfas y gallofas al amparo de la cristiana culpa, siendo tan opaca con el deleite y el entusiasmo de la juventud que, al final del verano, a Loli le aguarda la sombra amorosa por Federico y a nosotros, espectadores, la imperecedera horma berlanguiana que nos incapacita para los finales felices.

Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #04 | Centenario Berlanga (junio de 2021).