Come Casa! de Carmen Baselga, Belén Moratalla y Mariola Marcet
Las Naves
C / Juan Verdeguer, 20. Valencia
Hasta el 23 de abril
Ahora que la gastronomía está de moda, basta ver la cantidad de programas televisivos dedicados al arte culinario, el proyecto de Carmen Baselga, Belén Moratalla y Mariola Marcet viene a poner el acento en su importancia como objeto de reflexión. Come Casa!, el proyecto con el que ganaron el concurso ‘Lo habitable, lo habitado y lo vivido’, organizado por el Colegio de Diseñadores de Interior de la Comunidad Valenciana, muestra en cinco espacios o contenedores la relación entre la alimentación, el lugar donde comemos y las sensaciones que provoca tan íntima conexión nutriente espacial. Las Naves acoge tan singular exposición, a medio camino entre la gastronomía, el diseño, la instalación y el erotismo de los sentidos.
Cada espacio suscita su particular reflexión. En ‘Con colorantes y conservantes’ se homenajea a James Turrell, de quien se toma prestadas sus ideas en torno a la luz y el espacio, de manera que el contenedor ideado por Baselga, Moratalla y Marcet produzca una luz tan característica como la generada en muchos de los trabajos del artista de Pasadena. Todos los espacios están presididos por una hogaza de pan, a la que se le van añadiendo diversos ingredientes, como en este caso el intenso color y luminosidad. Así, la degustación de un simple pan, acompañada de verdes brillantes o fucsias, puede entrar literalmente por los ojos.
Come Casa! An experience of interior spaces pretende precisamente eso: convocar todos los sentidos y motivar todo tipo de reflexiones con el menor número de elementos: la hogaza de pan, una mesa, unas sillas, espejos y luces. No podía faltar, en semejante contexto, la típica receta, en este caso del blog ‘Recetas tradicionales de cocina’ dentro del espacio denominado ‘Il cielo in una stanza’, donde se enumeran los ingredientes y los pasos a seguir en la elaboración de un plato. Una vez dentro, el plato contiene la sola hogaza de pan, pero el espectador ya habrá salivado lo suficiente para someterse a nuevas sensaciones.
‘Come pan y ponle precio’, ‘Un vegetal sin huevo’, por aquello de que “el entorno vegetal mitiga el estrés”, y ‘A propósito del efecto multiplicador’ son los otros tres motivos que nos anuncian sus respectivos contenedores. En el caso vegetal, se nos plantea la siguiente interrogación: ¿pero hace falta que sea real o podemos imitar a la naturaleza obteniendo los mismos resultados? El fino paladar puesto en juego, en una sociedad acostumbrada a que te den gato por liebre. Del efecto multiplicador, referido al espejo, Baselga, Moratalla y Marcet nos ubican en un espacio donde la unidad –del individuo, de su soledad- frente a la multiplicidad –experiencia a compartir- suscitan no pocas reflexiones. A “somos lo que comemos”, habría ahora que añadirle también el “con quién comemos”. Incluso, el lugar donde comemos.
En este sentido, Come Casa! pone más el acento en el contexto, que en el texto mismo, por cuanto la hogaza de pan se repite, para producir sensaciones distintas en función a los sucesivos espacios que la contienen. Algo así como el efecto Kuleshov llevado al terreno de la gastronomía. Pero también la demostración empírica de que en muchas ocasiones comemos por los ojos, extasiados por un entorno diseñado para el placer de los sentidos.
Salva Torres
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