Bob Pop

#MAKMALibros
Bob Pop
Coloquio con motivo de su libro ‘Días simétricos’
Aula de Narrativas
Centre Cultural La Nau de la Universitat de València
Universitat 2, València
4 de junio de 2024

Aunque hace unos meses salió a la venta ‘Como las grecas’ (Debate), la promoción de su anterior libro, ‘Días simétricos’ (Alfaguara), sigue en marcha. Y es que va más rápido que el éxito. Es casi imposible seguir la pista de todos los proyectos en los que está metido; ni la esclerosis múltiple ha conseguido frenar a Bob Pop (alter ego de Roberto Enríquez Higueras).

Aprovechando su reciente visita al Aula de Narrativas del Centre Cultural de la Nau de la Universitat de València, hemos hablado con él. Un dato: en persona es tan cercano como la gente se lo imagina a distancia. Es un placer hablar con él. Si no fuera por la cola, la entrevista podría haber durado horas.

Estás a tope, ¿no? Vienes a La Nau a hablar de ‘Días asimétricos’, pero ya llevas otro libro. Vas más rápido que el éxito.

La verdad es que sí, estoy hiperproductivo, y creo que la esclerosis múltiple tiene mucho que ver con eso. La enfermedad, la discapacidad, te lleva a pensar que estás muy cerca de perder la consideración porque, desgraciadamente, lo que nos convierte ahora en ciudadanos es la producción. Es como si tuviera que justificarme y producir todo el tiempo para no quedarme fuera.

Bob Pop. Días simétricos

Hablas con mucha naturalidad de tu enfermedad, y la verdad es que eres una inyección de optimismo. Pero supongo que, en la intimidad –cuando no eres Bob, sino Roberto– será más difícil.

La verdad es que soy muy poco de drama, porque me agota un poco el drama y porque siento que tengo mucha suerte y el privilegio de tener amigos, tener a mi maridito, tener a Cristian cuidándome, tener a mi entorno… Además, tengo un buen trabajo y buenas condiciones materiales.

Por mi parte, quejarme sería absurdo. Pero, a la vez, los que estamos así tenemos derecho a tener rabia, estar tristes, a enfadarnos… Pero a mí no se me da bien. El que sea muy bueno en eso, que lo haga. Hay gente que me quiere poner de ejemplo y me parece bien, pero sería igual de ejemplar si estuviera en mi casa encerrado, odiando a la humanidad… Cualquier actitud ante la enfermedad es igual de digna de elogio.

A todo el mundo le gusta escucharte y te pregunta por las cosas más inopinadas. ¿Te da miedo convertirte en todólogo?

Si tú me preguntas sobre algo y tengo algo que decir, pues te voy a responder. Y, además, me vas a hacer pensar sobre ello y me va a servir de algo. Pero también puede pasar que me preguntes por una de esas cosas –y son muchas– sobre las que no tengo opinión formada, y te lo diré. Y me encanta no tenerla. También puede ser que tenga una opinión que no haya actualizado y diga alguna chorrada.

Hablando de ‘Como las grecas’, en él abordas –sin moralizar– el tema de beber más de la cuenta. Me acuerdo que Marx decía que la religión era el opio del pueblo, pero en sentido positivo, como el único bálsamo que le quedaba al que no tenía nada. El alcohol, en cambio, es más ramplón, más atontador.

Sí, es más atontador, pero nos permite dejar de pensar en el futuro; es un ritual, crea comunidad… Hablo del alcohol social, no de quedarte en casa dándole a la botella. Yo no estoy ni a favor ni en contra, la gente tiene que hacer lo que le sirva y, a mí, en algunas ocasiones de mi vida, el alcohol me sirvió. Es verdad que me sirvió para cosas que ojalá hubiera podido hacer sin alcohol y que ahora hago sin él. Decir “te quiero” sin haber bebido ha sido uno de los grandes avances de mi vida.

De izda a dcha, Cristina García Pascual, responsable del Aula de Narratives, Bob Pop y Fernando Flores, profesor de Derecho Constitucional, durante el coloquio en La Nau de la Universitat de València. Foto: José García Aliaga.

Eres un poco como Antón Lavey, el fundador de la Iglesia de Satán, a quien le gustaban los vicios, pero con contención. No se trata de acabar arrastrado.

Puede ser, pero ese acabar arrastrado también es una catarsis absoluta de llegar hasta el fondo. Es un camino del que parece que no hay retorno, pero también es interesante.

La verdad es que si todos hemos pasado por ahí será por algo. A lo mejor, el problema no es el alcohol, sino cómo y para qué lo usamos.

Yo digo que bebemos como vivimos. Si tuviéramos otro tipo de vida, menos estresante, menos precaria…, seguro que bebíamos menos, y no habría ni que hacer campañas. Si nos hubieran socializado para hablar abiertamente de nuestros sentimientos, por ejemplo, seguro que no necesitaríamos beber para hacerlo.

¿Hay diferencia de género a la hora de beber en exceso?

Creo que sí. A ciertos machos tóxicos les sirve para liberar esa violencia que llevan en el interior, pero eso no les pasa a las mujeres. Si la causa fuera el alcohol, debería afectar a ambos por igual, pero no ocurre así.

Todos hemos sido de ponernos como las grecas, pero con la edad se nos pasa. Ya no compensa, por ejemplo, la resaca. Decía García-Alix que no dejas las drogas, sino que te dejan ellas y buscan cuerpos más jóvenes.

Estoy de acuerdo. La que definió muy bien ese momento fue Dorothy Parker cuando dijo aquello de “el alcohol ha dejado de ser divertido”. Pero es verdad que, a veces, no dejas tú el alcohol, sino que es él el que decide que ya no estás para esos trotes.

A mí me pasa con mi enfermedad, que no puedo beber lo que quiera porque alguien tendría que hacerse cargo de mi borrachera. No es solo por mí, es por mi falta de independencia. Aunque no siempre lo tengo en cuenta, lo procuro.

Bob Pop, de espaldas, durante el coloquio en La Nau de la Universitat de València. Foto: José García Aliaga.

Una persona optimista, como tú, que siempre lucha por los derechos de otros, ¿cómo ve el auge de la ultraderecha? Hay miles de personas que votan que quieren un mundo peor, como el tipo que le replicaba a John Lennon que, visto lo visto, había que darle una oportunidad a la guerra.

Es terrorífico, y eso nos lleva a buscar burbujas. Las burbujas son muy monas porque parecen transparentes, pero en realidad son opacas, no te dejan ver lo que hay fuera. Por eso intentamos rodearnos de gente que piensa como nosotros para no ver lo que hay fuera.

Pero, ¿hay gente de ultraderecha? Sí. ¿Mucha gente enfadada? Sí. La ultraderecha ha captado muy bien el enfado, ha sabido dar soluciones fáciles a cuestiones complejas, pero también hay una generación de gente muy guay, luchadora, muy comprometida. Yo creo que, al final, vamos a ganar los buenos.

Pero que tanta gente, mucha de ella joven, se sume a la ultraderecha ¿es una enfermedad o un síntoma?

Es un síntoma de algo que está pasando y de no haber sabido encontrar la rebeldía. La derecha ha sabido hacer pasar como rebeldía su batalla cultural, que en realidad no existe porque es suya y la han ganado siempre. La ultraderecha no ha llegado ahora, ha estado aquí siempre, solo que ha encontrado su momento.

Pero soy muy naïf y optimista y pienso que, si está tan fuerte, y si han tenido que sacar del cortijo a esa gente que no hacía nada y los ha puesto a trabajar, con lo bien que estaban tocándose los huevos en casa, es por algo. Creo que eso refleja lo difícil que lo tienen.

Y luego está la autoayuda, que dice que la solución a todos tus problemas está en tus manos. Si te levantas a las cinco de la mañana a hacer burpees no es que vayas a ganar pasta para vivir bien, es que te haces millonario.

Es el no va más de la fantasía neoliberal, que todo lo puedes solucionar tú solo. Lo que necesitamos no son libros de autoayuda, sino un buen convenio laboral, vivienda asequible… Pero tiene algo muy interesante, porque el dinero es la auténtica realidad virtual, lo que te permite vivir aislado en tu mundo. Y lo que ofrecen Llados y compañía es “aléjate de todo el que te recuerda que eres mortal, que eres frágil, que eres vulnerable”… y te ofrece un mundo en el que la realidad no te afecta.

¿Habrá segunda temporada de ‘Maricón perdido’? Queremos saber qué pasó cuando encontraste el amor.

Está escrita y se llama ‘Maricones perdidos’, pero, aunque tuvo éxito de audiencia, premios…, HBO no está por la labor. Pero para mí es una obra acabada, lo que quería contar ya lo conté. ¿Me gustaría hacer más ficción? Sí, pero no eso. En todo caso, cuando hago algo que no sirve, lo reciclo y saldrá de otra forma. Si nadie lo quiere, pues lo convertiré en libro, teatro…

Pero pronto te podremos volver a ver el en teatro.

Sí, tengo una nueva obra que se llama ‘Hablar no sirve de nada’, con Daniel Bayona, que interpreta a mi cuidador. Hablo de mi vida, pero sobre todo de la relación que hay con alguien que te cuida por dinero, pero a la vez de alguien que te cuida de verdad.

Y, luego, también he convertido ‘Como las grecas’ en musical, con el chileno Me Llamo Sebastián. Son trozos del libro, reflexiones, canciones suyas… y lo estrenamos dentro de nada. Por supuesto, espero venir pronto a València a que lo veáis.

Bob Pop
Bob Pop, en la exposición de Manuela Ballester en La Nau de la Universitat de València. Imagen cortesía del autor.