Ángel Bados. Robando piedras
Galería Moisés Pérez de Albéniz
C/ Dr. Fourquet, 20, Madrid
Hasta el 9 de noviembre de 2013
La muestra recoge las últimas obras de Bados (Olazagutia,1945) –perteneciente al grupo de escultores de la “nueva escultura vasca” – que no ha dejado de trabajar en su estudio desde su última individual hace ya 15 años en Arsenal de Bilbao.
Su trabajo escultórico ha estado siempre muy conectado con su vocación docente desarrollada en la Facultad de Bellas Artes de Bilbao. Y es precisamente en este campo, donde Ángel ha destacado como figura esencial para varias generaciones de artistas, especialmente en los años que junto a Txomin Badiola estuvo al frente de los cursos de escultura de ARTELEKU (1995-1997) en los que logran dirigir y potenciar la obra de muchos artistas del País Vasco (José Ramón Amondaraín, Jon Mikel Euba, Ana Laura Aláez o Sergio Prego entre otros).
Enmarcado dentro de ese grupo de la “nueva escultura vasca”, los referentes artísticos de Ángel hay que encontrarlos en la actitud, el pensamiento y la obra de Joseph Beuys y Jorge Oteiza, pasando de las instalaciones temáticas de sus comienzos sus sorprendentes obras posteriores. Tras estudiar en Madrid y su paso por Pamplona como profesor, a su llegada a Bilbao se produce el encuentro con un grupo de artistas (Txomin Badiola, Juan Luis Moraza, Marisa Fernández y Pello Irazu) que compartiendo una serie de sensaciones, presentimientos y conceptos, muchos de ellos ligados a aspectos tradicionales locales configuran el grupo de artistas renovadores en la escultura de los años 80.
La exposición que podrá visitarse hasta el 9 de noviembre recoge 17 nuevas esculturas realizadas con diferentes materiales (madera, cartón, piedras, alfombras, telas y cristal) que son un ejemplo de la original poética de este artista. Txomin Badiola afirma que “Ángel cree en el Arte, cree en la inmanencia que se transporta a través del tiempo y el espacio, y que es distinguible en las obras, en su propia constitución, en su consistencia”. Para Ángel el Arte es una cuestión de fe, de algo que transciende, que construye, útil para la sociedad y a la vez con presencia real y perdurable. Entiende el arte como algo que se transporta a través del tiempo y el espacio, algo que está presente y se observa en sus propias obras.
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