Incendios

#MAKMAAudiovisual | Álex García
‘Incendios, más allá del teatro’, de Álex García
Con Núria Espert, Mario Gas, Álex García, Ramón Barea, Carlota Olcina y Laia Marull, entre otros
24′, España | El Loco Produce, 2020

“Hay verdades que no pueden ser reveladas más que a condición de que sean descubiertas”, sentencia Nawal Marwan en el epílogo de ‘Incendios’ (2002), del dramaturgo líbano-canadiense Wajdi Mouawad.

Una cita que sintetiza el horizonte proposicional de esta obra convulsa y mayúscula centrada en la deriva testimonial de dos mellizos en desnortada búsqueda de sus orígenes familiares tras el fallecimiento de su madre, lacerados por el contexto bélico y la necesidad de hallar los vestigios de su propia constitución como individuos.

Huellas febriles y existenciales que hubieron gozado, hace más de tres años, de una excelsa adaptación procurada por Mario Gas y la vibrante prosodia de Núria Espert, Álex García, Ramón Barea y Laia Marull, entre otros, en una refrendada gira nacional que habría de transmutar en acontecimiento sus más de tres horas de puesta en escena.

Una revelación argumental que hubo trascendido las fronteras del proscenio y cuyo entramado emocional y litúrgico eclosiona, ahora, con morfología de documento cinematográfico en ‘Incendios, más allá del teatro‘. Un cortometraje documental –instituido en la ópera prima desde la dirección del actor Álex García– que evoluciona a modo de equilibrio entre la introspección y el entusiasmo, la conmoción y el delirio, la exaltación y el estremecimiento de su elenco actoral y técnico, que nos permite asomarnos a las insondables entrañas del teatro.

Y si “el teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma’ (en palabras de Arthur Miller), ‘Incendios’ –tanto obra teatral como filme documental–, nos sitúan, en calidad de espectadores, frente a realidades tan diversas como imprescindibles para reconocernos.

En consecuencia, MAKMA entrevista a su director, Álex García, tras su estreno en el reciente Festival de Cine Iberoamericano de Huelva –cuya programación ha podido visionarse en Filmin–.

Incendios

¿Qué razones primigenias te hubieron conducido a radiografiar ‘Incendios’?

Ocurrió poco a poco, en realidad. Normalmente, detrás del escenario, cuando son funciones de muchos personajes, suele haber mucha vida y, ya en sí, es un lugar divertido. En esta función tenemos un jefe técnico (maravilloso, él y su equipo) que decidió iluminar toda la zona detrás del escenario para que pudiéramos transitar con facilidad, pero, como es tan detallista, puso una iluminación que quedaba muy bien, de tal modo que en algunas funciones grababa con el móvil lo que ocurría cuando salía un compañero.

Cuando, después de una función en Tenerife –que es mi tierra–, en la que mi socio en esto, Bernardo Rodríguez, vino con su madre (que hacía muchísimos años que no iba al teatro), escuché lo que ella sintió con esta representación le dije a Berna: “Creo que esto hay que grabarlo. Están pasando demasiadas cosas especiales como para que quede en el olvido y no sea un documento que podamos revisar dentro de unos años”.

Y así surgió la idea, sin más pretensión que documentar lo que ocurría cada día de representación de ‘Incendios’ –siempre teníamos una anécdota especial–. Nos pusimos a grabar y salieron más de 50 horas de material.

¿Es entonces cuando, revisando ese material, cobra naturaleza cinematográfica y objetivo hacia el que conducirse para convertirlo en cortometraje documental?

Sí, cuando empezamos a ver ese material yo me emocioné cada día (decían o escuchaba algo que me removía). En el momento en el que ya habíamos revisado casi todo, comenté con Berna que “esto empieza a tener sentido”. Es el mejor homenaje que se me ocurre a la gente que siente algo especial por su trabajo; no solamente al teatro, sino a la gente que le apasiona su profesión y que sienten algo más allá del oficio cuando van a ejecutarlo.

Quería explicar y resumir el proceso de cómo se puede levantar un espectáculo –teniendo en cuenta que el espectador lo ve el día del estreno, pero el equipo lleva ya un año y medio de trabajo durísimo–. Me interesaba mucho hacer un metraje de un corto porque quería que llegara a la gente; quería que no fuera algo solo para quienes participamos de la profesión, sino ampliar las miras y dar una oportunidad a alguien que quizás nunca –o solo eventualmente– haya ido al teatro, para asomarse por una mirilla y ver el universo que hay detras de todo ello.

Nuria Espert durante un instante de ‘Incendios, más allá del teatro’, de Álex García. Fotografía cortesía de El Loco Produce.

¿Qué condiciones se concitaron para materializar este filme documental durante la gira de ‘Incendios’ en el Teatre Principal de València, en mayo de 2017?

Sabía que era un teatro grande y bonito, porque ya había estado varias veces, e íbamos a estar allí diez días, lo que me permitía plantearlo como un set de rodaje y tener la misma situación durante todo ese tiempo, con pequeños cambios naturales y orgánicos. Íbamos a tener diez oportunidades de rodarlo, por así decirlo, con una caja por detrás enorme por donde poder movernos. Era la localización perfecta.

¿Qué reacciones y pulsión te ha transmitido el público durante los diversos encuentros que se han realizado hasta ahora en torno a ‘Incendios, más allá del teatro’?

Está siendo increible, muy especial. Sin ir más lejos, anecdóticamente, hace un par de semanas lo vio mucha gente joven durante una proyección en un teatro de Madrid, y algunos chicos me decían: “¡Me encanta la señora mayor!” o “¡Cuánto sabe esa señora!”. Ellos, desgraciadamente, no saben quién es Nuria Espert. Ante todo, mi pretensión es que surja en ellos la curiosidad; de hecho, alguno se había comprado el texto, otro ya preguntaba… Pero lo que más me fascina es que esa “señora mayor” es especial, la conozcas o no.

Este detalle confirma aún más su maestría.

Claro. Y con Mario Gas pasa lo mismo. Lo que sucede es que quienes participan en la obra y en el documental tienen algo que contar, porque, realmente, esto les mueve. Algunos están hartos de hacer cosas que no les importan y, cuando llega algo que sí lo hace, sucede esto.

Elenco actoral de ‘Incendios’, de Mario Gas. Fotografía cortesía de El Loco Produce.

Uno de los momentos más epifánicos del cortometraje acontece con la confesa emoción de uno de los técnicos de ‘Incendios’.

De hecho, yo sabía de su implicación con el trabajo y lo hermoso que lo hace, pero esto nos sorprendió. El documental tiene varios momentos que a mí me dejaban con la boca abierta, entre la emoción y el bloqueo. No daba crédito a que hubiera tanto ahí debajo.

Es increíble cómo a un grupo de personas que habíamos compartido ya un año y pico de gira, de repente, al sentarnos a hablar y mirarnos a los ojos, nos ocurren nuevas cosas; la relación se estrecha y se hace mucho más íntima. Por eso me emociona mucho el documental (y lo hace ahora, al recordarlo). Vemos que las personitas que estamos detrás somos universos muchos grandes de lo que aparentemente mostramos. Dar una oportunidad a que eso salga me parece importante; y más aún este año…

¿Hubiera sido factible contar con un testimonio polifónico tan inmediato y desnudo sin tu presencia (en tanto que elemento integral de la obra) dirigiendo este documental?

Creo que no hubiera sido lo mismo, porque es un acto muy íntimo (lo agradezco al principio porque soy consciente). Me dedico a esto desde hace más de veinte años y sé lo que es que entre, digamos, un extraño a un proceso creativo. Mis compañeros sabían lo que yo quería a este texo y al teatro; entonces, me hablaban desde ese lugar.

Recuerdo que cuando hice ‘La cabra’, con Josep Maria Pou, el final de la gira se convirtió en el comienzo de un documental, curiosamente. Nos grabaron en esa última función desde los aplausos porque Pou pidió que no entraran en los camerinos –lo defendió con mucha vehemencia para que no se desnudara un lugar tan sagrado–; no quería que hicieran lo que yo he hecho (risas).

Yo veía aquí [en ‘Incendios, más allá del teatro’] la oportunidad de compartir algo hermoso, no de meterme en lo que no se quiere mostrar, en lugares demasiado íntimos; descrubir la belleza de esa parte privada de los camerinos y tras el escenario y convertirla en otra pieza.

¿Qué complejidades dificultan que, generalmente, el audiovisual no haya logrado materializar una relación más fructífera con el teatro?

Cuando se difunden archivos audiovisuales de teatro están, para mi gusto (o estaban, hasta este año) poco cuidados. Siempre se asocia con algo más sobrio y denso. Yo quiero demasiado al teatro como para hacer una pieza densa. Sentía la necesidad de no resultar empalagoso y no entrar en la autocomplacencia; hacerlo seductor para un espectador, aunque no le suela seducir el teatro. Era, digamos, mi homenaje desde el punto de vista de un joven que siempre ha anhelado el teatro audiovisual de una manera más vibrante. Esa era otra de mis preocupaciones.

¿Has tenido ocasión de experimentar en otros proyectos el acervo de emotividades que desprende ese efímero e incendiario trayecto en gira de esta obra?

Afortunadamente, ocurre, pero no muy a menudo; también por eso lo quería dejar grabado. Lo había experimentado con ‘La Cabra’; lo víví cuando hice ‘Salomé’ (hace un montón de años, dirigida por Miguel Narros); lo he vivido este año con ‘Jauría’, con ‘Los hijos de Kennedy’…

Cuando eso sucede y estás dentro te pilla por sorpresa. No se cumplen siempre esa mezcla de ingredientes que funcionan irremediablemente. Hay proyectos que parecen que van a ser preciosos en los que no siempre estás con los compañeros, la dirección o el texto que querrías. Se necesita que se junten tantas cosas a favor que, cuando esto ocurre, uno sabe que hay que disfrutarlo verdaderamente. Es un regalo para los sentidos y para quien lo ve; traspasa la pantalla o trasciende el escenario.

Álex García, director de ‘Incendios, más allá del teatro’. Fotografía cortesía de El Loco Produce.