Espai, de Agustín Bethencourt
Galería estudio de Óscar Vázquez Chambó
C / Mossén Fenollar, 19. Valencia
Hasta el 27 de junio
Dice que con las imágenes intenta “destacar la obra del ser humano en el paisaje”. Su condición de arquitecto le lleva a privilegiar líneas, formas y superficies de fachadas, edificios y lugares, pero también a captar el aire que dejan ciertas geometrías más allá de su composición y orden. Para que ese aire o atmósfera adquiera la condición de arquitextura, se hace necesario que Agustín Bethencourt vaya depurando la arquitectura de esos lugares que mantiene sus ciudades tan en forma. El Espai que muestra en la galería estudio de Óscar Vázquez Chambó es un conjunto de 11 fotografías en las que prima el signo por encima de la huella.
No ha hecho más que empezar el combate. Diríase que a Bethencourt, atendiendo a su propia definición del fotógrafo como “pintor de las prisas”, le urge captar instantes que conmuevan el ojo del espectador. De manera que se debate entre su condición de arquitecto acostumbrado a las geometrías espaciales y la emoción que pretende extraer de la cámara fotográfica en tanto “instrumento de la intuición y de la espontaneidad”. De manera que allí donde hay líneas, formas y signos, aparezca la huella de una materia plena de energía.
Las 11 fotografías de la exposición son fruto del trabajo de cinco años viajando por Nueva York, Colonia, Basilea, Palermo, Berlín, Venecia, Ibiza, Gran Canaria o Carlet. Viajes en los que, a pesar de esas prisas por captar el instante, obligó en muchas ocasiones a detener el ritmo viajero de sus amigos. “Veo la foto antes de sacarla”, dice. Ya sea el interior del Kolumba Museum (Kölhn), las curvas del JFK Airport, las líneas del Lincoln Center, de una vivienda con forma de U en Carlet, de la ropa colgada al viento en Venecia o de cierto rastro sobre la nieve en Berlín, las imágenes que capta Bethencourt son todas fruto del “cuaderno de croquis” que, para él, es la cámara fotográfica.
Un croquis compuesto de instantes que encuadra a la ligera, sin preocuparse de algún elemento que venga a quebrar la armonía del conjunto. Su preocupación está en el juego de color, la luz y esa “búsqueda del gris” como horizonte de futuro en su trabajo. Y como no ha hecho más que empezar ese combate entre la idea del arquitecto y la pasión del fotógrafo, Agustín Bethencourt mueve, promueve y remueve sus imágenes con el fin de extraer todo su potencial, antes de embarcarse en otro proyecto que le llevará a construir cierto abecedario.
Espai, que llega al estudio de Vázquez Chambó, tras pasar por otros dos espacios de Castellón y Valencia, recoge las formas geométricas que el artista se va encontrando diseminadas por el paisaje urbano, para construir con ellas historias cuya vida nacerá cuando los signos se transformen en elocuente huella. Cabe también seguirle el rastro a esas ciudades en forma, admitiendo el placer que produce contemplar espacios de dudoso acabado.
Salva Torres
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