La Guerra, de Abel Azcona
Sábado 29 de octubre, a las 00.00h
Festival Intramurs
Del 21 al 30 de octubre de 2016
Abel Azcona, uno de los artistas contemporáneos más controvertidos y polémicos, estuvo en el festival de Intramurs que se celebró en Valencia el pasado octubre presentando su última performance, titulada ‘La Guerra’. En ella, el artista invita al público a intervenir su cuerpo sin ningún tipo de límite durante aproximadamente tres horas. Performance, pues, con un tema provocador y una puesta en escena sórdida.
Un panel blanco ocupaba una de las paredes, en el cual estaba inscrito el título, ‘La Guerra’, y este subtítulo: “La guerra deja ardua herencia de guerra”, del artista Guglielmo Ferrero. Del resto de las paredes colgaban cinco amplias fotografías de desfiles con soldados nazis. Debajo del panel había una cama con sábanas blancas donde el artista yacía desnudo y anestesiado, a causa de la ingesta, previa a la actuación, de una sustancia similar a la ketamina.
Cinco jóvenes, también desnudos, pululaban en torno al artista bebiendo, fumando, acariciándose, besándose, simulando hacer el amor alrededor de la cama o tumbados sobre ella. Y toda la escenografía iluminada con un foco que desprendía una luz roja. Una luz roja que, junto al olor rancio que exhalaba la sala y el color negro de las paredes y el suelo, creaba un ámbiente sórdido, acorde con la intención del autor de hacer una crítica a la prostitución, ofreciendo al publico la posibilidad de hacer con su cuerpo lo que quisiera. «No estoy a favor de la prostitución, simplemente planteo con este proyecto de denuncia el empoderamiento de la sexualidad”, declaró en varias entrevistas.
Y ahí, sobre esa cama, el cuerpo desfallecido del autor se exhibió ante la mirada voyeur del visitante. La mirada del voyeur (mirar) y la mirada del exhibicionista (ser mirado) fue la única transgresión pulsional que movilizó la performance. De este modo, la provocación al acto, propuesta por el artista, se quedó en simple parodia: parodia de la muerte y del sexo. O simplemente en un pastiche posmoderno de la muerte y del sexo.
Pastiche porque, en una época histórica como la actual donde los velos culturales se han desprendido, permitiendo que todo pueda ser mostrado, la performance ‘La Guerra’, entra en el circuito de la lógica de un mercado de consumo de espectáculos.
El acto provocativo y transgresor del arte sólo adquiere fuerza y sentido cuando los velos de la cultura cubren con cierta palabra el valor transcendental, sublime, que tienen la muerte y el sexo para la experiencia humana.
La cama
La cama, ese objeto primigenio, por acoger a modo de metáfora la experiencia latente de Eros y Tánatos, es, además, en la performance ‘La guerra’, el objeto primordial, junto al cuerpo desnudo y anestesiado del actante-artista Abel Azcona. Un cuerpo inerte, inconsciente, ofrecido sin límite al cuerpo gozoso del otro-visitante. El personaje de Abel Azcona se exhibe como pura materialidad corporal, pero inhabilitado como sujeto de palabra. La cama de ‘La guerra’, en su presentación, establece por contigüidad una representación metonímica de Tánatos.
En oposición, podríamos traer a colación “la cama del amor”, tal y como fue nombrada por los periodistas la performance realizada por John Lennon y Yoko Ono tras su boda en marzo de 1969. Lennon y Ono abrieron las puertas de la habitación matrimonial para exhibirse al mundo tumbados en pijama sobre la cama y rodeados de flores, dibujos, libros, música. Convirtieron su luna de miel y, en concreto, la cama, en un compromiso por la paz, tal y como rezaba en los carteles que componían la puesta en escena de la performance, ‘Bed peace’, y en una reivindicación en contra de la guerra, en general, y, en particular, contra la de Vietnam.
En esta performance, John Lennon y Yoko Ono invitaban, a través de postales, a participar a periodistas, artistas, estudiantes, etc… A reflexionar, pensar, hablar de la paz, durante doce horas cada día. Como Lennon dijo en su álbum ‘Anthology’: “We sent out a card: ‘Come to John and Yoko’s honeymoon: a bed-in, Amsterdam Hotel”.
Dos meses después, en un hotel de Montreal, John Lennon y Yoko Ono repitieron la performance, y de ella surgió uno de los textos poético-musicales más comprometidos y hermosos a favor de la paz: ‘Give peace a chance’.
En la performance de Johnn Lennon y Yoko Ono, en esa cama, metonimia del amor, de Eros, no sólo estaban sus cuerpos exhibidos a la mirada voyeurista de los invitados, sino la palabra estaba presente como reivindicación y compromiso .
En “la cama del amor” -“bed peace”- la palabra se alza y se lanza, como la mejor cualidad del ser humano, para transformar lo cruel, lo injusto de la historia y de la existencia y como creadora de futuros más habitables, más útopicos.
Probablemente, en estos momentos convulsos donde la palabra, como espacio de pensamiento, de creación de ideales, ha perdido todo su prestigio, ha sido inhabilitada por la lógica pragmática y consumista del capitalismo neoliberal, la performance de Johnn Lennon y Yoko Ono, nos parezca naif, en comparación con la materialidad corporal de la performance de Abel Azcona, ‘La guerra’.
Begoña Siles
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