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‘Mi amiga Eva’, de Cesc Gay
Reparto: Nora Navas, Juan Diego Botto, Rodrigo de la Serna, Ágata Roca y Francesco Carril
Guion: Cesc Gay, Eduard Sola
Música: Arnau Bataller
Fotografía: Andreu Rebés
100′, España, 2025
Estreno: viernes 19 de septiembre de 2025
Eva es una mujer normal con una vida como la de cualquiera, con un matrimonio convencional, dos hijos ya adolescentes y un trabajo que parece bien remunerado (vive en un barrio céntrico de Barcelona). Durante un viaje a Roma, Eva conoce a Álex, un guionista argentino que reside también en Barcelona y con el que coincide en el hotel en el que está hospedada. Así, de entrada, parece que surge entre ellos una cierta atracción, pero, a pesar de una serie de situaciones que van a vivir juntos, Eva parece resistirse a sus encantos.
Sin embargo, esta breve experiencia parece despertar en Eva el deseo de volver a sentir el amor. Tras veinte años de relación con Víctor, su marido, a punto de cumplir sus 50, Eva confiesa a sus amigos que tiene la necesidad de volver a enamorarse y, contra todo pronóstico, rompe su matrimonio, alquila otra vivienda y se lanza a la búsqueda de esas emociones que cree que le faltan en la vida. Pero de la imaginación a la realidad siempre hay un mundo, y las cosas se van a complicar.
Esta es la trama de ‘Mi amiga Eva’, último trabajo del director catalán Cesc Gay (‘Truman’), que este viernes 19 se estrena en salas comerciales. Como comentamos en esta entrevista, los personajes de Gay han ido creciendo a lo largo de los años (fueron amigos de juventud, tuvieron hijos, sufrieron alguna pérdida) y ahora se encuentran en esa edad en la que parece que queda poco tiempo para vivir nuevas aventuras. En el reparto: Nora Navas, Juan Diego Botto y Rodrigo de la Serna.

‘Mi amiga Eva’ está basada en una anécdota que te sucede a ti. ¿Cómo fue el paso de ese incidente a la construcción del relato que ahora vemos en pantalla? ¿Cómo fue ese viaje?
Esto arranca cuando yo estoy terminando la película anterior, una película de episodios que se llamaba ‘Historias para no contar’. Ahí había bastantes personajes femeninos: estaba Ana Castillo; otro episodio estaba protagonizado por Maribel Verdú y Nora Navas, precisamente; estaba María León… Y me di cuenta de que tenía ganas de escribir más cosas pensando en un personaje protagonista femenino.
Ahí arranqué en busca de un tema o mundo. Es verdad que conocí la historia de una mujer que, ante la incomprensión general, estaba en esta situación de dejar una relación de muchos años, pero no porque hubiera encontrado un amante ni porque su marido fuera un cabrón; y me pareció curioso intentar entender cómo se había atrevido a hacer eso y a dónde la llevaba ese impulso tan romántico, en el fondo. Porque pensé que un hombre no lo haría así; un hombre se buscaría una amante antes de hacer eso.
Los tíos somos mucho más cobardes a la hora de desmontar una familia. Pero ellas no. Me pareció que tiene que ver con ese momento que tiene la mujer ahora, supongo, de más poder, de ser más libre en sus decisiones. Y ahí me metí.
Lo que sí tenía claro es que no lo quería hacer desde el punto de vista de un personaje fuerte y que lo tiene todo claro –porque entonces la película se habría acabado muy rápido–, sino desde el de alguien que, como Nora, se dice: “Es que no me esperaba esto de mí”. Víctor, el personaje de Juan Diego Botto, le dice también algo parecido: “Es que no te reconozco”. Pues, bueno, a veces nos pasa que empezamos a convertirnos en algo de nosotros que no nos esperamos. Ese es el conflicto y desde donde está escrito.
¿Qué dirías que hay de ti en el personaje de esta mujer o en este relato?
Pues eso no te lo sé decir. Hombre, supongo que hay algo que, generacionalmente, estará ahí. Yo ya soy un poco mayor de 50; soy de esa generación para la que ya han pasado los años, en que has construido algo y que estás, como todo el mundo, replanteándote cosas.
También creo hay algo de este día a día de la vida en el que todo está tan cambiante o en el que todo está cambiando todo el rato. ¡Todo es tan fugaz! Yo tengo esa sensación; las noticias cambian, las cosas cambian y las relaciones también han entrado ahí.
Yo lo veo en la gente más joven, que cambia sin tanto conflicto. Se juntan, supongo, sin tanta proyección. No sé, mis padres nunca se hubieran atrevido a pensar: “Vamos a separarnos”. Tendrían que pasar cosas muy gordas. Creo que vamos en esa dirección y cada vez va a ser más así.
A lo largo de los años y las películas, tus personajes han ido creciendo contigo, tanto en edad como en los conflictos que les afectan. No digo que ese recorrido culmine aquí, pero ¿cómo ha sido ese viaje con tus personajes en el tiempo?
Hombre, quizá porque no tengo más capacidad que esa; y no lo digo como una ironía, porque siempre lo he dicho. Pero yo siempre trabajo mis personajes desde la cotidianidad. Son personas, hombres y mujeres normales a los que les pasan cosas normales relacionadas con lo afectivo y con los sentimientos.
Por eso, cuando una de mis películas ha funcionado, yo creo que es por empatía, porque, como espectador, te sientes cerca de estos personajes, a diferencia de lo que pasa en una película de policías o de un atraco. Y, sí, he ido creciendo con ellos, pero desde perspectivas distintas o de temáticas distintas. Ahora ha aparecido la mujer como protagonista y no sé cómo va a seguir.

Te lo digo porque, por lo que he leído, tu próximo proyecto cuenta la historia de unos hermanos que tienen que cuidar a una persona mayor, lo que parece que es el siguiente paso en ese crecimiento.
La siguiente es una adaptación de una obra de teatro mía que se llama ’53 domingos’. Yo he hecho escrito y dirigido dos obras de teatro: ‘Los vecinos de arriba’, que luego se transformó en ‘Sentimental’, la película que filmé; y, luego, ’53 domingos’, que cuenta la historia de tres hermanos peleándose para cuidar a su padre, que es una persona ya mayor. Y eso lo he podido rodar ahora para Netflix.
Como has dicho, tus películas abordan historias cotidianas, historias pequeñas. ¿Cómo ves tú la relación del espectador con este tipo de relatos frente un cine como el actual, donde todo parece que tiene que ser cada vez más espectacular o apabullante?
Bueno, fíjate que muchas películas que han funcionado o que han llegado al espectador también son muy así, películas muy intimistas y pequeñas. Yo creo que las plataformas, aunque parezca lo contrario, están ayudando mucho a eso.
El otro día, mi hija de 20 años estaba viendo y le afectó mucho ‘Adolescencia’, la serie de Netflix. Y es una historia de un hijo con sus padres, y tal. Yo creo que ahora hay muchos tipos de películas y, si están bien, todas pueden funcionar. Hombre, el cine grande, espectacular, te llena salas más grandes y te vende más palomitas, pero creo que todas las películas llegan hoy en día, todas tienen su público.
Puede ser un tópico, aunque es verdad que tu cine tiene algo del cine de Woody Allen, en el tratamiento de personajes, en los conflictos que planteas, en un cierto contexto… Pero esta me ha parecido quizá la más alleniana de tus películas, si se puede decir así, por la elección de escenarios, la música, el desarrollo, entre cómico y dramático de la trama…
Pues fíjate, el otro día lo hablaba también con un periodista, y creo que eso tiene que ver con una cierta velocidad que tiene la película. En ‘Mi amiga Eva’ hay muchos decorados, hay muchos personajes, se mueve mucho la película. He hecho otras películas con menos movimiento interno de localizaciones o de personajes, y en esta, aunque estamos con Nora, con Eva, todo el tiempo, vamos con ella a muchos lugares.
Primero vamos a Roma, luego vamos a Barcelona, y yo creo que eso puede generar esa sensación más woodiallenera, no lo sé. Pero, sí, está ahí. Woody Allen es un tío que ha hecho no sé cuántas películas y, aunque las últimas no las he visto, en la lista de las veinte películas que me llevaría a una isla, igual habría un par de él, seguro.

¿A los 50 nos seguimos haciendo preguntas como a los 30? ¿Nunca acabamos de hacernos preguntas?
Mira, yo ahora tengo una edad en la que tengo relación con gente muy mayor, con nuestros padres o con tíos, etcétera. El otro día estaba con una persona cercana a la que fui a ver a una residencia y, respondiéndote, me sorprendió descubrir que, incluso a ciertas edades, no paran.
Que, si están bien de salud, siguen ahí, haciéndose preguntas, planteándose proyectos, cosas. Y, no sé, tú podrías decirles: “Pero ¿no estás en una residencia? No vas a salir de aquí, te vas a morir”. Pues no. Yo creo que tiene algo que ver con nuestra gasolina interna, con esa necesidad de estar siempre activos, en cierta manera.
Hay en la película un personaje que se hace una pregunta que quería que me respondieras: ¿toda la vida es mucho tiempo?
Ahora, sí. Yo creo que ahora esto va a ser cada vez más exótico. Yo creo que llegará un momento en que te dirán: “Ah, ¿llevas veinticinco años con…? ¡Caray!”. Yo creo que las relaciones largas cada vez se cuestionan más y da menos miedo romperlas. Y creo que, con respecto a esto, el gran cambio lo da la mujer; porque a la mujer no se le dejaba, no tenía ese espacio.
El hombre, en cambio, sí. Y si le daba por romper con un matrimonio e irse con una mujer más joven, pues lo hacía, mientras que las mujeres no. Pero, desde hace unos años, esto ha cambiado. Por eso te decía que en la sociedad de ahora hay algo de esa necesidad de cambiar, de renovar, y el amor también ha entrado en eso.

Hay un personaje que parece que es la otra cara de Eva. Me refiero a esta mujer con la que coincide en el colegio de su hijo y que, ante sus tribulaciones, le dice: “La vida no es complicada, la vida es compromiso”. ¿Qué significa?
Bueno, ese es el gran debate de fondo, la gran esencia que hay detrás de las relaciones. En todos los sentidos, de amistad, laboral y también en el amor. Es decir, hasta qué punto están tu libertad y tus deseos, y hasta qué punto está el compromiso. Esa es la gran esencia del cine romántico de siempre. ¿Meryl Streep se va con Clint Eastwood o no se va con Clint Eastwood?
Todas las grandes películas románticas tienen esa pelea entre tu deseo y ese compromiso. Y esa mujer, como otros personajes en la película, su madre, por ejemplo, que miente para quedar bien ante el resto de la familia, o los hijos, le ponen eso en la cara. Y en esa búsqueda que tenía yo de crear unas cuantas escenas que pusieran a Eva en una situación incómoda, me pareció bonita. Pero sí, es un personaje fuerte, es verdad. Y la actriz lo hace con una contundencia que me gustó mucho.
No sé si estarás de acuerdo, pero me parece que la película aborda otro tema que tiene que ver con cómo generamos nuestras expectativas, con cómo proyectamos nuestros deseos sobre una realidad que, en el fondo, no conocemos y con la que inevitablemente vamos a tropezar. Algo de esto le pasa a Eva cuando decide separarse.
Totalmente. Eso es muy interesante porque tiene mucho que ver con cómo funciona hoy este mundo de las redes donde te cuentan todo el tiempo qué es ser feliz, y tú te visualizas, te imaginas, te proyectas y, luego, las cosas van como van. Esto engancha con otro gran tema de la película, quizá más oculto, pero que está ahí y que a mí me parece esencial, que es el azar, el hecho de que todo sucede por casualidad.
Cuando estábamos rodando la escena del restaurante en la que Eva está comiendo sola, enviándose mensajes con Álex, y aparece Víctor, su marido, y le dice, «pero si me habías dicho que estabas en la oficina», yo le dije a Nora: «Si no existiera esta escena, tu personaje no se separaría. Como toda la vida, volvería a casa, se iría acostumbrando y todo volvería a la normalidad.”
Todo el mundo hace planes de grandes cambios, pero, al final, es el azar, la casualidad la que nos ayuda. Son escenas en las que, desde fuera, como guionista, yo tenía que ayudarla para que se delatara. Y al final, igual. Si no fuera por la casualidad, no sé cómo habría acabado este personaje.
Este es un tema que a mí me gusta mucho porque te recuerda lo frágiles que somos y el poco control que tenemos sobre nuestras vidas, con cómo estamos, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, a merced de cosas que pasan solo por casualidad. Realmente es un tema que me apasiona.
La búsqueda del amor, por decirlo alguna manera, se ha convertido hoy en día en una gran industria.
Absolutamente, sí.
¿Qué buscamos? ¿O al final no buscamos nada y solo andamos por ahí como pollos sin cabeza?
Todo. Andamos como pollos sin cabeza porque nos hacen buscar lo que creemos que nos hacen buscar. Mira, este verano, no hace mucho, de pronto descubrí que había mucho interés con lo de Pamela Anderson y Liam Neeson. ¿Lo sabías? ¡Que se habían enamorado! Entiendo que no es un montaje porque, aparte, a mí Liam Neeson me cae muy bien. Pero pensé, qué morbo, ¿no?
Cómo los seguían, todo el mundo estaba entusiasmado. Fíjate, un amor maduro, porque ella tiene 60, creo, y él tiene como 70. Pero también había una especie de respeto, la gente estaba fascinada. ¡Están enamorados! Y yo pensé, pero es que esto es lo que todos queremos, vivir estas emociones. Bueno, las han vivido Pamela Anderson y Liam Neeson. No sé si te va a pasar a ti o a mí (risas)
¿Qué aporta la comedia a la hora de afrontar un relato? ¿Qué le da a las historias?
Hacérselas pasar mejor al espectador, en definitiva, que es algo que yo, cuando voy al cine, prefiero. Porque ir al cine o ir al teatro, para mí es evadirme, olvidarme de mí, de mi vida, olvidarme de Gaza, olvidarme de la política, olvidarme de los problemas que uno tiene, y que alguien te cuente algo que te tenga enganchado.
Luego, te puede gustar más o menos, pero, sobre todo, que te enganche. Y si, al final, te engancha, por dura o triste que sea la historia, pues mejor. ‘Truman’ era una película triste, una película sobre la muerte, pero yo peleé mucho en el guion y, más tarde, con la ayuda de Ricardo Darín y Javier Cámara, para hacer ese tránsito un poco agradable. Aquí ha sido más fácil porque, obviamente, no se muere nadie [risas]. Pero también se podría haber contado como un gran drama.
Yo no tengo nada en contra de los dramas, pero creo que soy más espectador de comedia. Por eso supongo que Woody Allen siempre está ahí o se me compara con él; porque Allen no puede evitar hablar de cosas tremendas en sus películas, pero siempre tiene que pasarlas por el humor. No lo sé, no puedo evitarlo.
Es cierto que la película tiene también un cierto tono melancólico.
Sí, puede ser. Supongo que es por Leonard Cohen, que aporta esa canción final. Tiene algo, sí. No lo sé, la edad te genera eso, creo yo; una cierta melancolía que va implícita. Y en estos personajes, pues igual.
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