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Graciela Iturbide
Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025
Graciela Iturbide (Ciudad de México, 1942), distinguida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025, es la primera mujer fotógrafa en recibir este galardón y la segunda figura de la fotografía, tras Sebastião Salgado, en ser reconocida con este premio.
Su obra trasciende la simple documentación para instalarse en un espacio de escucha, memoria y revelación, donde lo real y lo simbólico se entrelazan sin jerarquías. Iturbide no se limita a registrar imágenes: su mirada, paciente y respetuosa, se adentra en los márgenes geográficos, culturales y poéticos para captar aquello que escapa a la percepción inmediata.
Su trabajo ha explorado con especial intensidad las comunidades originarias y los rituales populares en México, aunque también ha abierto sus horizontes a otros contextos culturales.
Una de sus fotografías más emblemáticas, ‘Nuestra Señora de las Iguanas’, ejemplifica esa tensión entre lo tangible y lo mítico. En esta imagen, una mujer zapoteca aparece coronada por reptiles vivos, en un gesto que fusiona su identidad individual con un símbolo colectivo, ancestral y poderoso.
Aquí, el cuerpo se convierte en un espacio de memoria y transformación, donde la presencia real se imbrica con una dimensión simbólica que desafía la mirada superficial. La imagen no impone una lectura única, sino que abre un espacio de resonancia para múltiples interpretaciones.
Esta capacidad de conjugar lo real y lo simbólico se reafirma en la serie que Iturbide realizó en la Casa Azul, la residencia de Frida Kahlo, donde fue invitada a fotografiar el baño que permaneció cerrado durante más de cincuenta años, tras la muerte de Diego Rivera.
En ese espacio clausurado, la fotógrafa no encontró solo objetos, sino un archivo íntimo y material de la vida de Kahlo: corsés, prótesis, frascos, telas. Elementos que hablan del cuerpo atravesado por el dolor, la enfermedad, la creación artística y la afirmación de una identidad singular y resiliente.
Las fotografías del baño no se limitan a documentar un espacio físico: lo habitan, lo escuchan y lo reactivan. Allí, cada objeto es huella de un cuerpo vivido y sentido, una presencia ausente que resuena en la imagen. La serie revela cómo lo material se convierte en símbolo y memoria, en un diálogo entre la fragilidad y la fuerza, entre la historia individual y la colectiva.
Formada junto a Manuel Álvarez Bravo e influida por la antropología visual, Iturbide ha desarrollado un lenguaje propio que rehúye etiquetas simplistas como surrealismo o realismo mágico. Sus imágenes, casi siempre en blanco y negro, poseen la densidad de un sueño y la precisión de un signo, articulando una poética visual donde la vida se muestra en su complejidad, entre la apariencia y el misterio.
En definitiva, la obra de Graciela Iturbide no busca representar el mundo, sino acercarse a su misterio. Con una mirada atenta y silenciosa, nos enseña que lo real está siempre habitado por lo simbólico, y que en cada imagen puede abrirse un umbral hacia lo invisible.
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