#MAKMALibros
Trobades i Premis Mediterranis Albert Camus 2025
Lema: ‘Juguemos para maravillarnos’
Sant Lluís, Menorca
Del 9 al 11 de mayo de 2025
Hay un Camus dispuesto a la batalla (véanse los diarios de Combat) y un Camus entregado al amor (léase la ‘Correspondencia’ con María Casares); y por eso hay un Camus que inspira siempre. Sea para el debate filosófico, para la confrontación política o para el disfrute literario, la obra del autor francoargelino, de raíces menorquinas, es tan versátil e inspiradora que provoca siempre un gran interés y nunca deja frio a nadie.
Así se demuestra y se vive cada año en las Trobades i Premis Mediterranis Albert Camus organizadas en la ciudad de Sant Lluís, en Menorca, de donde partió al exilio argelino la familia materna, huyendo del hambre y la miseria.

Hoy, Sant Lluís y la isla son un emporio de riqueza y actividad, escenario de unas jornadas de debate tan brillantes y trascendentes que han sido calificadas como el Davos de las ideas sobre del Mediterráneo.
En Sant Lluís, encuentras a una escritora de cómics de Beirut, un fotógrafo comprometido con las causas sociales de Alejandría, un músico gallego rescatador de instrumentos musicales olvidados, un escritor nigeriano o una escritora argentina, una cineasta aragonesa… Una amplia y singular nómina de creadores que, bajo el signo de Camus, han sido invitados a exprimir sus ideas más lúdicas para combatir la sensación de un mundo cada vez más deprimido.
La directora de estos encuentros que apuntan ya a celebrar una década, Sandra Maunac, sorprendió con el lema de las jornadas: ‘Juguemos para maravillarnos’. En un momento de crisis mundial, con guerras y tenebrosas expectativas, nada mejor para abrir las mentes a nuevas formas imaginativas como una invitación al juego, a recuperar la inocencia de la infancia y así encontrar soluciones creativas para la humanidad.
Pongamos primero el escenario. Una isla en medio de un puerto bien protegido, con barcos de vela en suave navegación, y coloquemos allí un atril para que, con el mar de fondo, una escritora de memoria fértil, pluma certera y voz cautivadora nos trasportase a la audiencia a los territorios de la infancia. El ensortijado cabello de Leila Guerriero se colmaba de aires mediterráneos, mientras ella desgranaba bellos recuerdos de juegos y familia.
“Soy una jugadora compulsiva. Día tras día, intento alcanzar ese estado de enajenación, de aislamiento, esa separación del mundo que lograba en la infancia cuando jugaba. Habitar una zona en la que no se admitiesen intrusiones. Llegar a ese sitio de reclusión en el que soy libre, en el que vivo como emperatriz y como esclava. Replicar ese estado de eyección de mí misma jugando ahora a un juego más grave”.
Leila rememoró sus juegos, sus peluches, su habitación de ensimismamientos…, y dejó marcada la memoria de los allí convocados, que sintieron la huella de su infancia, la de la ilusión y la de algunos miedos, que irían desgranando, utilizando a Camus de médium, a lo largo de los días menorquines destinados a buscar luz y alegría para un mundo atribulado.
Apareció un “editorialista de chistes”, el gran creador de viñetas para prensa Chappatte, que sabe exprimir la noticia del mundo para darle una vis humorística; para muchos, una visión tan trascendente que ha llegado a ser censurado y hasta vetado en estos tiempos de democracia incierta. Las viñetas pueden contener humor, denuncia, siempre trazas de la vida misma, como hace la libanesa Lena Merhej, que pone su propia memoria en el centro de sus historietas y en cuatro líneas podemos contemplar la melancolía de un pueblo que vive entre ruinas.
En esta edición de las Trobades, no solo hubo conferencias y debates, porque el juego requería ser visto y, claro, ¡jugado! Por allí se pasearon las charangas, un reputado marionetista, Alex Mihailovski, al que confronta su personaje movido por hilos, Alex Bartri, más vivo que vivo y siempre reivindicativo. Hubo proyecciones fotográficas con la vida subida a las paredes de edificios públicos para hacer la vida más real que la realidad misma.
Cristina de Middel ha hecho del humor una fuente de inspiración fotográfica para elevar el sentido de lo real a una frontera que enlace con nuestra mirada. ‘Los afronautas’, ‘Party’ y otras obras la han llevado a conquistar público y, por ello, a presidir la agencia Magnum. Cristina llega a afrontar cuestiones como la guerra de Afganistán y el triunfo talibán con una mirada tan original y, a veces, lacerante que la hacen más entendible y penetrante.
Planteaba desde el inicio Sandra Maunac que “la idea es tratar de ver, comprender y sentir cómo nuestra cotidianidad puede convertirse en un espacio de juego, en todos los sentidos de la palabra. A través del diálogo, podremos indagar en esta actividad lúdica, que nos procura felicidad, pero que, basada en la capacidad de movimiento, nos permite crearlo de todo tipo. En definitiva, jugar, tanto por el placer como por la libertad que nos regala para ampliar nuestra vida, para expandir nuestro espacio personal y público”.
Las expertas camusianas Agnes Spiquel y Anne Proteau nos volvían a recordar que, en el año 1954, Camus publicó una breve colección de ensayos titulada ‘El verano’. En estos textos, claramente influidos por la guerra, el escritor, en vez de resignarse a la muerte de su espíritu, luchó por mantener la esperanza que nos hace encontrarle algún sentido a la vida y a la propia existencia cuando nuestro mundo ha sido devastado. Y allí se encuentra ese párrafo alentador tan repetido:
“En medio del odio descubrí que había, dentro de mí, un amor invencible. En medio de las lágrimas descubrí que había, dentro de mí, una sonrisa invencible. En medio del caos descubrí que había, dentro de mí, una calma invencible. Me di cuenta a pesar de todo eso… En medio del invierno descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque esto dice que no importa lo duro que el mundo empuja contra mí; en mi interior hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta”.
Por ello, nos animaban en las actividades, conferencias y debates a que “juguemos juntos, en esta edición de las Trobades Albert Camus, para recuperar nuestro aliento de la infancia, nuestra inocencia, nuestra risa, con el fin de instalar este ‘verano invencible’ dentro de nosotros y entre nosotros, comenzando por estos días en Menorca. Construyamos espacios de luz: juguemos con las palabras, con los sonidos, con los colores, con nuestros cuerpos. Juguemos, multiplicándonos hasta el infinito”.
La herida de la luz destacada en su intervención por la cineasta Paula Ortiz fue otra de las metáforas vivas para alentar el impulso creador. La directora de ‘La virgen roja’ o del penúltimo Hemingway (‘Al otro lado del río y entre los árboles’) se encargó de recordarnos que “el arte tiene que mirar hacia donde no se quiere mirar”, explicando que su trabajo de creación consiste en encontrar ese instante de luz que la ayuda a poder seguir en el complejo trabajo de dirigir.
Paula alertó de cómo el zumbido de las redes te aleja, te ciega y no te deja escuchar, siendo empujados hacia un enjambre digital, en alusión a la frase de Albert Camus que advertía que todo lo que degrada la cultura acorta los caminos que conducen a la servidumbre.
No faltó la prensa al cónclave camusiano con un contundente Edwy Plenel, fundador del grupo periodístico francés Mediapart, que ha reivindicado la necesidad de recuperar el interés social de la información, de sacar a la gente del miedo y del aislamiento de las redes sociales, construyendo diques de contención para la sociedad, actuando con el ejemplo. “Actúa en tu lugar y piensa en el mundo”.
En la misma sesión, el caricaturista editorial Patrick Chappatte alertó de la rapidez con la que el mundo se está desmoronando en un mundo dominado por los autócratas, defendiendo a la caricatura y el humor como herramientas clave para poder sobrevivir, evitando que la autocensura haga su trabajo. “La tarea de los caricaturistas es que no se desmorone nuestro mundo y, hoy día, el dibujo de prensa está en riesgo”.
Por si las muestras de nuestro mundo en crisis no fueran suficientes, apareció contundente el testimonio del galardonado escritor nigeriano-británico Ben Okri, ganador del Premio Booker, uno de los más prestigiosos en habla inglesa. De vuelta a la temática del encuentro, señaló que “el juego es inteligencia multiplicada con encanto”, que jugar es parte del espíritu de supervivencia del ser humano y que lo lamentable es que este espíritu está muriendo en nuestra época. “La esperanza es que este espíritu del juego está dentro de nosotros”. Sus relatos sobre la cruda realidad de los migrantes hielan el corazón,
La Sala Albert Camus de la ciudad de Sant Lluís, llena a rebosar en todas las sesiones de esta edición, se maravillaba con el original concierto protagonizado por Germán Díaz y Benxamín Otero a partir de una selección de viejos instrumentos mecánicos que ha servido de invitación a los asistentes a reconectar con una visión lúdica y poética del mundo.
La ilusión que hace recuperar el latido de la infancia estaba viva y presente. Junto a la ilusión, destacó la voz contundente del creador de estos encuentros, el actual alto representante de Naciones Unidas para la Alianza de las Civilizaciones, Miguel Ángel Moratinos, para reafirmar un rotundo “¡No a la guerra!” en estos tiempos de conflicto, desde Ucrania a Afganistán. Buscar el aliento de la infancia era el objetivo que todos querían trasmitir bajo el cielo protector y el sol amable de una primaveral Menorca.
Y así volvieron a resonar los ecos del parlamento original de la escritora Leila Guerriero cuando dijo de forma lapidaria, en ese escenario bañado por el Mediterráneo: “Un día –que he olvidado por completo–, el juego llegó a su final. Y desde entonces juego a este otro, tan misterioso: acomodar palabras y tratar de hacerlas decir de la forma en que quiero decirlo”. Sonó a pérdida y a encuentro; a un final y un comienzo: el que Camus nos marca para evitar que el mundo se desmorone. Juguemos con la palabra paz.
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