Paula Bonet. Rafael Chirbes

#MAKMALibros
‘El año que nevó en Valencia’, de Rafael Chirbes
Ilustraciones de Paula Bonet
Colección ‘Intervenciones’
Anagrama, 2025

El regreso de Paula Bonet a València ha resultado ser toda una declaración de amor a la ciudad y al escritor con quien comparte editorial. La autora y artista se propuso reunir en su antiguo piso, el pasado 7 de mayo, a un compendio de profesionales –entre ellos, Raul Marin, Patricia Atzur y Betty Bigas, miembros de creatiBety, los directores de Democracia Estudio y Elena Martín, del sello La Bella Varsovia, de Anagrama– para celebrar su afortunado encuentro con ‘El año que nevó en Valencia’, de Rafael Chirbes.

Fruto de su lectura, nacen las obras que componen la exposición y que forman parte del libro de artista y de la reedición de la novela. Una edición que comienza el camino de una nueva colección de Anagrama: ‘Intervenciones’.

Paula Bonet. Rafael Chirbes. El año que nevó en Valencia

La inauguración de la exposición comenzaba con ese guiño al relato donde la celebración de un cumpleaños con mucha gente llenaba un piso bastante pequeño, y la memoria de Chirbes parecía pretender llenar cada hueco. Este homenaje dotaba a la escena de una belleza singular, pues los recuerdos de la autora de ‘La Anguila’ sobre ese pisito en la València que abandonó danzaban con las palabras de un autor que también supo cuándo irse, y que terminó buscando el momento idóneo para volver.

Bonet no solo ha traído consigo una mirada con matices blancos y grises, sino que también nos ofrece una visión de aquello que estuvo y que se desvanece. Nuestra ciudad como un paisaje que se cuela entre la pieles y que conjura las posibilidades de un retrato donde el rostro y la expresión conviven, de manera inherente, con el espacio que habitan.

Paula Bonet. Rafael Chirbes. El año que nevó en Valencia
Paula Bonet, en su estudio, con un ejemplar de ‘El año que nevó en Valencia’, de Rafael Chirbes. Foto: Merche Medina.

¿Cómo ha sido regresar con tu obra a este entorno familiar? ¿De dónde surge esta sinergia con el escritor?

Es curioso. Ayer intenté escribir un texto porque hay una parte de extrañeza, pero también de familiaridad tan evidente, es muy bello. Quienes trabajamos en el proyecto, queríamos hacer algo pequeñito con ‘El año que nevó en Valencia’ porque salía de una pulsión inesperada. Yo encontré el libro publicado en ‘Nuevos cuadernos Anagrama’; estaba trabajando en ‘La anguila’ y quería alejarme de mí; buscaba algo que no tuviese nada que ver conmigo.

Yo no conocía a Chirbes, y lo que pasó fue que me adentré en mí misma más que nunca. Me colocó en un lugar nuevo, donde yo era la responsable de mis decisiones. Creo que Chirbes habría sido muy buen pintor. Queríamos hacer un libro bisagra para huir de ‘La anguila’, pero es un proyecto que no muere; la anguila muta. Ha sido una novela, una exposición, un libro de diarios…

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¿Qué ha supuesto poder realizar el deseo de Chirbes? ¿Formar parte de él al ilustrar su València nevada?

Ha sido un regalo; sentí el impulso de pintar ‘El año que nevó en Valencia’ de forma instintiva. Pensaba que iba a quedar en eso, en una cosa pequeña e íntima. No sabía que se iba a alargar tanto en el tiempo, que se iba a convertir en un libro –luego, en dos libros– y que era un deseo de Chirbes. Yo no lo conocí personalmente.

Sin embargo, cuando le propuse a mi editora hacer un libro, le sorprendió mi propuesta debido a que era un deseo que él ya había manifestado. Desde Anagrama se recuperó este relato para hacer el libro que él deseaba, y Rafael Chirbes falleció, con lo que quedó su texto, finalmente, en un lugar: ‘Nuevos cuadernos Anagrama’; ese número dos de los cuadernos que, en València, inaugura la colección por ser el primero.

Paula Bonet. Ángela Navarro. Merche Medina
La periodista Ángela Navarro y la artista Paula Bonet durante un instante de la entrevista. Foto: Merche Medina.

¿Cuáles han sido los elementos que has encontrado más inspiradores del relato?

Me inspiró la mirada del pintor; me pareció que detrás de esa voz se ocultaba una mirada experta en plástica. De hecho, cuando he seguido adentrándome en la obra de Rafael Chirbes, he visto cómo habla de Goya o de Bacon, de la pintura explícitamente. Su mirada barre aquello que observa como pintor.

La idea inicial fue pintar el paisaje; tampoco sabía que el paisaje en Chirbes era tan importante ni que se vinculase tan directamente con los personajes. Esa idea inicial de hacer una cosa pequeña se acabó transformando en todo lo que nos da la literatura de Chirbes: puedes leerla y releerla, que siempre vas descubriendo cosas.

En el caso de este relato, lo primero que descubrí fue la mirada de ese niño que se queda huérfano, que está observando a los adultos y que nos habla de las relaciones familiares y de la posguerra. Su forma de mirar la ciudad de València y cómo la compara con otras ciudades… Me di cuenta de que no podía quedarme en esa pintura de paisaje porque me iba a quedar en lo superficial del relato. Los personajes, sus relaciones y el contexto son muy importantes.

¿Cómo crees que permea aquella València en los personajes? ¿Y cómo piensas que permea esa misma ciudad en ti?

Es difícil responder a esta pregunta porque tiene muchas capas, la metáfora del hojaldre. Él comienza amontonando a tanta gente en aquel piso y nos lo presenta como una fiesta de cumpleaños. A continuación, duda de su memoria y reflexiona diciéndonos que quizá toda esa gente no estaba allí porque era todo muy pequeño.

He intentado hacer lo mismo aquí. Esta gente amontonada y la pintura enorme del conejo… He tratado de jugar con el formato. No se puede hacer en el libro, pero funciona con la pintura. El hambre está muy presente en el relato y este conejo muerto, a punto de ser despedazado, ocupa aquí también este espacio tan grande.

Lo que me atrajo del libro fue el título. Yo soy valenciana, he vivido muchos años en esta ciudad y, para mí, València es todo menos nieve. De repente, verla a través de ese manto blanco, me hizo observarla a través de ese otro lugar, con otra perspectiva. Me permitió acercarme a un lugar del que me fui en una huida y de un lugar al que cada vez amo más y al que cada día tengo más ganas de volver.

Paula Bonet. Merche Medina
Paula Bonet, en su antiguo piso de València, durante la entrevista. Foto: Merche Medina.

En esta ocasión, exponer a través de la lectura y, con ‘La anguila’, exponer a través de la escritura. ¿De qué manera se conjugan estos procesos?

Ahora, cuando existe el libro, estoy muy agradecida. Leí el texto y me sumergí. Me tiré de cabeza a esa Malvarrosa nevada y empecé a pintar, sintiéndome muy dentro del relato. Me sorprende que esa primera lectura me haya llevado al sitio en el que he creado esas primeras imágenes que dialogan tan bien con el texto. Aunque no me sorprende nada, porque yo creo que lo que ha hecho Chirbes por mí es devolverme el amor por mi tierra; me ha hecho entender de dónde vengo.

Yo voy buscando voces de mujeres de los últimos años, leo más autoras que autores para partir de las conclusiones a las que ellas llegaron y para poder aproximarme a una vida que yo deseo, para que me acerquen a ese lugar al que yo quiero llegar.

No obstante, Chirbes me ha explicado quién soy, y eso ha sido más valioso que cualquier otro relato y que cualquier otra voz. Al explicarme quién soy, me obliga a decidir quién no quiero ser, qué tengo que alimentar o qué merece la pena conservar y cuidar. El proceso ha sido revelador y me ha devuelto también el amor por mi oficio, por la pintura.

Yo quería hacer un librito bisagra, y la exposición es la bisagra: concluye algo y empieza algo. Hay muchas capas en estas obras.

El año que nevó en Valencia. Rafael Chirbes. Paula Bonet. Merche Medina
Detalle interior del libro de artista ‘El año que nevó en Valencia’, de Rafael Chirbes y Paula Bonet. Foto: Merche Medina.

¿Qué puedes contarnos del proceso creativo?

Ha sido profundo, interesante y emocionante. Con Chirbes se produce lo imposible, logra que las personas a las que has querido, aunque no estén, sigan contigo. Mientras pintaba mi año que nevó en València, yo estaba con mi abuelo bailando esos pasodobles que el niño del relato baila con su madre. La figura de la madre era importante, por eso está este díptico [señalando una de las obras expuestas en la casa].

Es una mujer que también ha retratado muy bien Celia Rico en ‘La buena letra’; la mujer que aprieta la mandíbula y lo sostiene todo, pese a no tener nada. La figura de la madre que observa, alimenta, sostiene y cuida. Resulta interesante la mirada de Chirbes con aquello que ha estado vinculado tradicionalmente a lo femenino y a lo que se le ha restado valor. ‘La buena letra’ o ‘El año que nevó en Valencia’ muestran esos cuidados. En cambio, ‘La orilla’ muestra los cuidados entre los hombres. Creo que este es un proceso que no ha acabado, que va a seguir y que voy a seguir trabajándolo aunque me ponga en otras cosas.

Paula Bonet. Rafael Chirbes. Merche Medina
La artista Paula Bonet, junto a varias obras que forman parte de la exposición, sostiene un ejemplar de ‘El año que nevó en Valencia’, de Rafael Chirbes. Foto: Merche Medina.

¿Consideras que es importante revitalizar a estos autores y continuar interpretando sus obras?

Pienso que la obra de Chirbes no tiene la presencia que debería tener, incluso cuando estaba vivo. Falleció en 2017. Yo no estoy rescatando a nadie del olvido, es una voz muy actual, sobre todo si nos fijamos en todo lo que ha sucedido con la DANA, todo lo que está sucediendo con la vivienda y lo que está sucediendo en esta ciudad que, como digo siempre, no tiene tonos medios: o es luz o es sombra.

Chirbes está vivo y no necesita que nadie venga a rescatarlo. Lo que me sorprende es que no esté más presente a nivel local y nacional. Internacionalmente, sí que se reconoce el valor y la fuerza de su obra.

A modo de conclusión, ¿cómo valoras esta colaboración?

Ojalá Chirbes estuviese vivo y fuera una auténtica colaboración. Le habría podido invitar al estudio y él me hubiera dicho: “Esto es terrible” o “esto no está mal”. Eso lo lamento mucho. Con Chirbes me sucedió algo similar a lo que ocurrió con Didion y ‘El año del pensamiento mágico’. Pude trabajar, también, con Rosa Montero; estos acontecimientos suceden porque yo estoy en ese momento ahí.

Yo, con Joan Didion, estaba trabajando mis duelos por dos abortos espontáneos que sufrí muy cercanos, y estaba intentando entender el duelo; mi búsqueda artística era esa. Entonces, el que era mi editor por aquel momento me propuso ilustrar aquello, fue un encargo. Esto ha sido una intervención, poder pintar mi año que nevó en València .

Chirbes lo está diciendo en su relato: tardó mucho en volver y pudo haber vuelto a los cuatro años de irse, y no lo hizo porque, en ese momento, no le interesaba València. La ciudad olía a pescado podrido, las casas del Carmen estaban abombadas, lleno de descampados con basura, y a esta descripción contrapone París, siendo ambas lo mismo.

En ‘El año que nevó en Valencia’, él quiere volver a València y hay un amor por València; estaba en ese momento de decir: “València tiene tantas cosas buenas, es tan bella, tiene tanta luz”. Como pueblo, somos muy poderosas y poderosos; la generosidad de mi pueblo no la he encontrado en otros sitios.

He llegado hasta aquí y yo necesitaba esta voz que expresase estos conflictos. ¿Por qué escribo en castellano si hablo en valenciano? A Chirbes le pasa lo mismo: sus personajes piensan y sienten en valenciano, pero hablan en castellano.

Todos estos conflictos que una tiene y con los que he ido cargando este tiempo me los resuelve o me los alivia, y me hace entender que hay muchos grises y que se puede amar desde muchos lugares. Eso es lo que he podido hacer con este año que nevó en València: amar mi tierra desde muchos lugares.

Paula Bonet. Rafael Chirbes. El año que nevó en Valencia
La artista Paula Bonet con un ejemplar de ‘El año que nevó en Valencia’, de Rafael Chirbes. Foto: Merche Medina.