World Press

#MAKMAArte
13ª World Press Photo 25 València
Director: Pablo Brezo
Fundación Chirivella Soriano
Palau Joan de Valeriola
Valeriola 13, València
Hasta el 2 de noviembre de 2025

World Press Photo cumple su 13ª edición en València de la mano de Pablo Brezo y de la Fundación Chirivella Soriano, que la viene acogiendo de forma consecutiva. Y lo hace bajo una misma pretensión: la de dignificar el trabajo de los fotoperiodistas y la de reflejar las distintas violencias –al margen de anclaje simbólico alguno que las contenga– que hieren e incluso matan a personas y destruyen paisajes.

Diríase que las 169 imágenes reunidas en esta nueva edición del certamen fotográfico se hallaran atravesadas por el deseo homicida que, según Elias Canetti, nos habita –deseo de asesinato del otro– y por lo que Jean-Paul Sartre entendió como la tendencia agresiva que nos anida, puesto que, a juicio del autor de ‘La náusea’, “el infierno es el otro”.

Dicho así, suena crudo, desde luego, pero basta contemplar gran parte de las fotografías reunidas en esta 13ª edición y seguirle el rastro a la historia de la humanidad –repleta de guerras de forma casi ininterrumpida– para, al menos, sopesar tamaña propensión a dirimir nuestras diferencias a base de la ira más destructiva.

Abu Elouf. World Press Photo 2025
Fotografía de Abu Elouf, ganadora del World Press Photo 2025.

Pongamos como ejemplo la foto ganadora de este año, en la que se ve a Mahmoud Ajjour, un chico de 9 años con los brazos amputados a causa de un ataque israelí en Gaza, en una fotografía realizada por la palestina Abu Elouf. Contrasta la inocencia de su mirada con los claroscuros de una luz que, proveniente de la derecha –a modo de estallido lumínico–, deja un rastro sombrío a la izquierda, bañando por igual su cuerpo herido.

La directora ejecutiva de World Press Photo, Joumana El Zein Khoury –según se recoge en el dossier de prensa–, explica que “es una imagen discreta que habla alto y claro. Cuenta la historia de un niño, pero también de una guerra tan desmedida que sus consecuencias se mantendrán durante generaciones”.

Consecuencias a futuro que tienen, a su vez, un amplio reguero de causas y sucesivas consecuencias provenientes de un pasado milenario, de nuevo ratificando esa violencia letal que nos persigue cuando ciertos frenos civilizatorios se eliminan. Pablo Brezo, director de la edición valenciana, subrayó la importancia del fotoperiodismo “para dar voz a quien no la tiene”.

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Una voz transmitida mediante las 169 imágenes seleccionadas que, de este modo, ejercen de vehículo privilegiado para manifestar cierta repulsa hacia ese abuso de poder, por mucho que el ensayista Michel Foucault entendiera dicha expresión –“abuso de poder”– como un pleonasmo. Brezo, de hecho,  puso el acento en todas esas fotografías dudando, en parte, “si son suficientes para frenar la deriva totalitaria del mundo”.

Y es que el mundo desplegado en el más de centenar y medio de fotografías exhibido en la Fundación Chirivella Soriano se halla teñido de violencia, de desastres climáticos (“un 30 % de la exposición”, precisó Brezo), de cuestiones de género y de revueltas en Asia y América del Sur, “además de reportajes sobre política europea”, añadió.

Las dos imágenes finalistas también lo atestiguan. En la de John Moore, se ve a un grupo de emigrantes chinos, tras cruzar la frontera entre Estados Unidos y México, entrando en calor y, así, como iluminándoles el fuego por dentro, mientras la noche lluviosa y fría los oscurece: el mismo contraste entre la luz y la sombra que generaba una tensión dramática en la imagen del niño Mahmoud Ajjour.

Fotografía de Musuk Nolte, en la 13ª edición de World Press Photo València.

En ‘Sequía en el Amazonas’, de Musuk Nolte –la otra imagen finalista–, no hay claroscuro que valga, sino la más intensa iluminación solar provocando el brillo en la piel sudada del joven que lleva comida a su madre, teniendo que atravesar dos kilómetros del cauce seco de un río amazónico por culpa de la sequía anunciada en el propio título de la fotografía.

En ambas imágenes, la violencia no comparece a causa de un conflicto bélico, sino a la más subrepticia realidad derivada de los movimientos migratorios y del cambio climático provocado, entre otras cosas, por la expansión sin límites de la ambición humana y el consecuente ocio igualmente desmedido.

Eso lo sabemos no por las imágenes en sí, que pueden dar pie a múltiples lecturas, sino por el pie de foto que las contextualiza. “El pie de foto es parte integral de la imagen, incluyendo la razón por la que el autor ha ido a hacer la foto; también, para evitar su manipulación”, explica Pablo Brezo, para quien los fotoperiodistas “prestan atención a las prácticas elevadas, cuidando tanto la dimensión ética como estética”.

Esa urdimbre entre la belleza de muchas de las fotografías y su componente revelador de quienes sufren la violencia en sus diferentes formas, atraviesa el conjunto expositivo, mostrando, en algunos casos, la literalidad de las cicatrices sobre la piel humana. Bastaría como crudo ejemplo, la imagen de Cinzia Canneri, en la que se ve la cicatriz dejada por una bala en la pierna de la etíope Zayid, tras ser disparada por soldados en Amhara.

Fotografía de Mikhail Tereshchenko, en la 13ª edición de World Press Photo València.

Más bella, pero igualmente dolorosa, es la de Mikhail Tereshchenko, fotografía protagonizada por el rostro de una georgiana que enjuaga sus ojos después de que la policía lanzara gases lacrimógenos durante unas protestas en las que participaba. O la de Aliona Kardash, mostrando a dos jóvenes rusas sopesando lo que debe ser criar un hijo en tiempos de guerra.

La imagen que encabeza este artículo, obra de Mosab Abushama, posee la ambigüedad de la propia violencia denunciada en muchas de las instantáneas de World Press Photo. En ella, un novio posa durante su boda en Sudán, país en el que se celebran tradicionalmente las nupcias mediante un tiroteo. Esta violencia simbólica nada tiene que ver con la más real de los conflictos bélicos, y, sin embargo, sobrecoge igualmente.

En este sentido, Pablo Brezo explicó que la saturación de imágenes a la que nos vemos sometidos actualmente promueve, en los fotógrafos participantes, la creación de “imágenes más reflexivas y menos pasionales”. De ahí la importancia del pie de foto como subrayado a lo simplemente sugerido. Y es que, como titula Abushama su fotografía: ‘Life Won’t Stop’ (‘La vida no se detendrá’). Que es a lo que aspira World Press Photo y el espíritu que insuflan los fotoperiodistas, a pesar de los pesares.