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Vida y trabajo. La casa de Joaquín Sorolla | Clara Gil Gimaré
MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2023

Como ocurriera en su día con las casas museo de Gustave Moreau o Léon Bonnat, Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923) ha quedado para la posteridad ligado a la vivienda madrileña que le acogió los últimos doce años de su vida. Durante ese tiempo, el valenciano alcanzó algunos de sus más destacados logros profesionales, vio a sus hijos convertirse en jóvenes y disfrutó de la plenitud artística y vital que tantos años había anhelado.  

Tras habitar primero un piso-estudio en la plaza del Progreso y más tarde una casa en la calle Miguel Ángel, Sorolla mandó construir una casa. Sobre un solar adquirido, en 1905, a la Duquesa de Marchena en el entonces Paseo del Obelisco –hoy Paseo del General Martínez Campos–, y tras su exitoso regreso, en 1909, de una gran exposición norteamericana, el pintor encargó a su amigo y arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas diseñar una vivienda familiar que siguiera la línea arquitectónica de hoteles construidos en los ensanches anejos a la Castellana.

Sorolla separó, deliberadamente, la vivienda familiar de la zona de trabajo. Esta estaba formada por tres salones en enfilade, interconectados, con entrada independiente e iluminación cenital y lateral. Destaca el estudio, amplísima sala que albergó sus útiles de pintura, caballetes y lienzos, rodeados, en vida de Sorolla, de numerosas colgaduras. 

Sorolla Poliédrico
Portada de MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico. Diseño: Marta Negre.

La casa, por el contrario, sigue una distribución norte-sur, distribuyéndose en la primera planta la entrada, el salón, el antecomedor y el comedor. El pavimento de mármol y la iluminación de varias lámparas Tiffany marcan el tránsito hacia la zona noble. Del zócalo de azulejos de la fábrica de Ruiz de Luna del antecomedor se pasa al zócalo de mármol del comedor, presidido por una chimenea con motivos italianos. Los ventanales, abiertos al primer jardín, bañaban de luz un friso pictórico pintado por Sorolla. Esta estancia es la que más reminiscencia italiana y levantina alberga. 

Conectando internamente estas estancias, un estrecho corredor servía para exponer dibujos de Sorolla junto a su impresionante colección de pilas benditeras. La planta superior, en la actualidad destinada a uso expositivo, albergó en vida de la familia sus habitaciones privadas.

La casa Sorolla no está completa sin los tres jardines que la enmarcan. El pintor intervino activamente en su diseño, recuperando diseños decorativos y botánicos andaluces e italianos. El primero imita el ‘Jardín de Troya’ del Alcázar de Sevilla; el segundo, con un canal central de agua, rememora la Alhambra. Por su parte, el tercer jardín enfrenta una gran alberca con una pérgola sostenida por columnas antiguas. 

La vivienda, en definitiva, reflejó muchos de los gustos de Sorolla, desde lo valenciano hasta lo andaluz e italiano. Una vez concluida la obra, la familia se trasladó a finales de 1911 y el pintor dio comienzo a la decoración interna de los espacios a través de columnas, capiteles, fuentes, cerámica y azulejos. Un espacio de vida y trabajo que, gracias al legado de su viuda, Clotilde, podemos visitar en la actualidad prácticamente inalterado.

Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico, en noviembre de 2023.

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