Ha transcurrido un año desde que la Associació Valenciana de Crítics d’Art (AVCA) presentó por registro de entrada del Ayuntamiento de Valencia una carta solicitando una reunión con la Concejala de Cultura, Mª Irene Beneyto. Durante este tiempo no solo no han sido recibidos, tampoco han obtenido ningún tipo de respuesta por parte de la institución municipal.
El Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Valencia, a través de Salvador Broseta, ha difundido un comunicado en el que reprocha esa forma de proceder desde la institución pública hacia una asociación profesional representativa como es AVCA.
Ciertamente un año de espera es un plazo excesivo. Cuando el diálogo normalizado y directo no es la herramienta aceptada por algunos gobernantes, la sociedad civil se ve obligada a emplear otras formas de comunicación habilitadas por el sistema democrático.
AVCA no solicita ni ha solicitado en los últimos cinco años ningún tipo de recurso económico a las instituciones públicas valencianas, pero sí espera y exige el diálogo con sus responsables políticos. El Ayuntamiento de Valencia, en particular, carece por completo de una política cultural. La mala gestión de sus espacios expositivos, la ausencia de rigor en sus programaciones y la falta de participación de los profesionales valencianos independientes pone de manifiesto un ejemplo poco edificante.
El Ayuntamiento de Valencia tiene la obligación de atender las necesidades de sus ciudadanos, así como facilitar y apoyar el desarrollo profesional y empresarial de las iniciativas que surgen en la propia ciudad. Esa obligación de apoyo y fomento no se cumple en el caso de las artes visuales en Valencia, pues ya antes de la crisis económica el gobierno municipal mantenía cerradas las puertas a los críticos de arte y comisarios independientes de la ciudad de Valencia, al igual que lo hace con las galerías de arte y con la inmensa mayoría de artistas valencianos. La falta de pluralidad se manifiesta en cada actuación cultural desarrollada desde el Ayuntamiento de Valencia. AVCA denuncia ese sectarismo, que hoy toma forma en el desprecio manifiesto de la Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Valencia a los profesionales valencianos del arte.

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