La legión perdida, de Santiago Posteguillo
Editorial Planeta

La aparición de ‘La legión perdida’ (Editorial Planeta), último volumen de la trilogía de Santiago Posteguillo dedicada a recrear la vida del emperador Trajano (53-117)  pone fin a una titánica tarea literaria e histórica. Un total de 13 años de su vida ha invertido el escritor valenciano en rememorar  el esplendor del mundo romano con sus luces y sombras. Seis para elaborar la trilogía sobre Escipión El Africano y siete para la de Trajano. La heptalogía de Colleen McCullough sobre Julio César o la trilogía sobre el siglo XX de Follet son las únicas obras de esa magnitud  publicadas en el mundo.  La obra sobre Escipión incluye más de 150 personajes en 2.800 páginas con el mundo romano y cartaginés como telón de fondo. La de Trajano, 3600 páginas, más de 200 personajes y Roma, la Dacia, Partia, el imperio kushan y China como escenarios.

Detalle de la portada del libro 'La legión perdida', de Santiago Posteguillo. Editorial Planeta.
Portada del libro ‘La legión perdida’, de Santiago Posteguillo. Editorial Planeta.

¿Cuál es su estado anímico y mental tras haber concluido este inmenso mosaico del pasado?

Por un lado, uno siente una gran satisfacción por haber concluido una enorme narración en la que he recuperado un gran personaje histórico como Trajano para la memoria histórica de mucha gente y, por otro, un gran vacío. Pero ese vacío ya lo estoy llenando trabajando desde ya mismo sobre mi siguiente novela.

¿Habrá una tercera trilogía o piensa seguir por otros derroteros?

Tengo ideas para varias trilogías más, pero probablemente me decida ahora por una novela en la que cuente una historia de otro gran personaje injustamente olvidado en un solo volumen. También trabajo en un tercer libro de relatos sobre escritores y escritoras olvidados pero que merecen ser mucho más conocidos y, sobre todo, leídos.

¿Qué aspectos fueron más complicados a la hora de documentarse?

En ‘La legión perdida’ no sólo hablo de Roma, sino también de Partia, el imperio kushan del norte de la India y hasta de la China de la dinastía Han. He tenido que dedicar un tiempo extra para documentarme bien sobre cómo eran estas culturas al principio del siglo II d.C., cómo era su relación con Roma y cómo interaccionaban unas con otras a través de la ruta de la seda.

¿Qué táctica sigue para diseñar las batallas con tal verismo?

Consulto primero bien todas las fuentes antiguas y modernas sobre la batalla que voy a recrear. Luego me hago mapas sobre las distintas fases de la misma. Estos mapas con frecuencia se incluyen en los apéndices de la novela. Luego parcelo el relato de la batalla en diferentes escenas que se van entrecruzando prestando mucha atención a que siempre queden reflejados los puntos de vista de los dos contendientes en liza.

Escipión El Africano y Trajano. ¿Algún paralelismo entre ambos personajes?

Tanto Trajano como Escipión son gigantescos personajes históricos que han influido notablemente en que hoy seamos lo que somos y que pensemos de la forma en la que lo hacemos. Los dos comparten también características de nobleza y liderazgo bastante ausentes hoy día en nuestro mundo y está bien recordar que había líderes de esta talla y con gran calado ético. También tenían sus sombras: Escipión terminó siendo algo soberbio y vanidoso y Trajano bebía en exceso, según todas las fuentes.

Detalle de uno de los mapas incluidos en 'La legión perdida', de Santiago Posteguillo.
Detalle de uno de los mapas incluidos en ‘La legión perdida’, de Santiago Posteguillo.

¿Cómo cree que resolvería Trajano el ‘impasse’ político que sufre España?

Primero tomaría las riendas de los problemas pues entendía que un líder ha de tomar decisiones, nunca esperar sentado a que los problemas se resuelvan solos o se pudran. En segundo lugar, negociaría y pactaría. Pese a ser el emperador con poder absoluto, pactaba con el senado las decisiones más importantes y también era capaz de pactar con el enemigo, como hizo con los reyes de Arabia Nabatea o de Osroene, por mencionar algunos ejemplos. Y en todo momento tenía presente a los más desfavorecidos y era muy consciente que tenía que ser el primero en dar ejemplo cuando había que pedir sacrificios ya fuera al pueblo o al ejército.

¿Aparte del botín, qué atraía a los romanos a la conquista de Oriente?

Trajano decide cruzar el Éufrates porque los partos eran unos vecinos incómodos, belicosos y que no cumplían sus pactos con Roma. Además, controlar Partia era eliminar un intermediario que incrementaba los costes del creciente comercio entre Roma y la India y China. Trajano tomó una decisión estratégica y económica cuando inicia la conquista de Partia. Si Adriano no se hubiera retirado de Oriente, seguramente esa parte del mundo se habría mantenido mucha más próxima en su evolución a Europa y es muy posible que no tuviéramos la tensa relación que existe hoy día entre Siria, Irak y países anexos con occidente. Pero Adriano pensaba que era mejor encerrarse en su imperio y preocuparse sólo de vigilar las fronteras, creía que lo que pasara lejos no afectaría a Roma. En los siglos posteriores, Partia fue el origen de muchos problemas para el imperio romano de forma recurrente. Los líderes europeos también pensaban que Siria e Irak estaban muy lejos. Ahora sus problemas son nuestros problemas. Los políticos, manipulados por la presión de los poderes fácticos, olvidan la historia, pero la historia, tozudamente, vuelve sobre los mismos caminos que recorrió en el pasado.

Tras bucear durante años en el pasado, ¿qué enseñanza útil ha obtenido para los hombres de nuestro tiempo?

Hay que conocer nuestro pasado para entender nuestro presente y evitar repetir errores en el futuro. Y había líderes que gobernaban de verdad pensando en el bien común, que eran austeros empezando por ellos mismos, que gestionaban el dinero público invirtiéndolo en obras públicas como bibliotecas, saneamiento, edificios para impartir justicia, acueductos, etcétera. Y, además, a los corruptos los obligaban a devolver todo el dinero sustraído. Así era Trajano.

El escritor Santiago Posteguillo. Fotografía: Carlos Ruiz.
El escritor Santiago Posteguillo. Fotografía: Carlos Ruiz.

Bel Carrasco