Tórtola, de Begoña Tena, bajo dirección de Rafael Calatayud
Teatro Principal
C / Barcas, 15. Valencia
Hasta el 2 de junio de 2019

Amaba el arte  y odiaba los corsés. Recuperó las danzas orientales, hablaba cinco idiomas, era budista, vegetariana y, al final de su vida, adicta a la morfina. Vivió a su aire, libremente y según sus propias reglas, transgresora adelantada a su tiempo, feminista avant la lettre. Carmen Tórtola Valencia, hija de andaluza y catalán vino al mundo en Sevilla, en 1882, y murió en Barcelona, a los 73 años de edad. Su figura singular inspira una producción del Institut Valenciá de Cultura (IVC), ‘Tórtola’, que se representa en el Teatro Rialto hasta el 2 de junio, sexta y última de la temporada dentro de un ciclo dedicado al tema de la identidad. 

Rafael Calatayud dirige el montaje basado en un texto de Begoña Tena, interpretado por media docena de actrices que componen una atmósfera intensamente femenina: Mª José Peris, Resu Belmonte, Marta Chiner, Anna Casas, Anaïs Duperrein y Alejandra García.

La pieza es fruto de la fascinación que desde hace muchos años inspira la figura poliédrica de la bailarina a la dramaturga Begoña Tena. “Supe de la existencia de Tórtola hace veinte años, vi fotografías suyas y fui descubriendo facetas de su múltiple personalidad a través de mis compañeros tortolistas también admiradores suyos”, dice Tena. “Cuando me dieron la beca del taller Ínsula Dramataria Josep Lluis Sirera, pensé enseguida centrarme en ella, porque me venía al pelo para abordar el tema de la identidad ya que Tórtola se reinventó a sí misma difundiendo desde muy joven una serie de leyendas en torno a su misterioso origen”.

Tórtola, dirigida por Rafael Calatayud. Imagen cortesía del IVC.

Carmen tenía tres años cuando sus padres se trasladaron a Londres en busca de una vida mejor pero sus planes no salieron bien. Dejaron a la niña a cargo de una buena familia y viajaron a México para labrarse un futuro, y en Oaxaca murieron en extrañas circunstancias. Educada en un ambiente burgués, la huérfana recibió una sólida formación pero a los 14 años, tras la muerte de su tutor tuvo que tomar las riendas de su vida. Por entonces ya empiezan a circular rumores sobre su origen. Sobrina de Goya, de un miembro de la realeza, de un noble británico… Ella no los desmiente, más bien los alienta.

Su singular y brillante trayectoria artística la emparenta con figuras pioneras de la danza, como la Bella Otero, Nijinski, Isadora Duncan, Ana Pavlova o Maud Allan. Inspirada por las danzas exóticas de la India, África y otros países orientales que conoció en sus numerosos viajes, creaba sus propias coreografías que suscitaron el interés de los intelectuales de su época como Valle-Inclán, Pío Baroja o Rubén Darío, seducidos por el componente antropológico y cultural de sus bailes.

Para desarrollar el texto dramático Tena estudió la historia de su vida sobre la que existen diversas biografías y testimonios, pero no ha hecho un trabajo propiamente documental, sino una obra de ficción. Así, se enfrenta al personaje desdoblándolo en seis voces, la de una Carmen ya en la edad adulta y sus avatares más jóvenes, además de dos personajes históricos, su amante Ángela Magret-Vilá y Pilar Millán-Astray, hermana del fundador de la Legión y una mujer también adelantada a su época, dramaturga y empresaria.

Tórtola, dirigida por Rafael Calatayud. Imagen cortesía del IVC.

Tórtola no fue una artista popular, sino admirada por los intelectuales de su época por su originalidad y refinamiento. Entre sus numerosos amantes se cuentan miembros de la nobleza como el Archiduque José de Baviera, el novelista decadente Antonio de Hoyos y Vinent Grande de España o el rey Alfonso XIII. Pero su verdadero amor fue Ángeles Magret-Vilá mucho más joven que ella, con quien pasó los últimos años de su vida y a la que adoptó como hija para poder trasmitirle su legado.

Tórtola sabía muy bien vender su imagen. Fue icono de la marca Myrurgia, actuó en un par de películas mudas (Pacto de lágrimas y La Pasionaria) y posó para grandes pintores: Zuloaga y Anglada Camarasa. Practicaba también el arte efímero o figurinismo, pero decidió retirarse poco después de acabar la Primera Guerra Mundial a una torre de Sarrià con su amada Angelita en cuyos brazos murió, en 1955. Según Luis Antonio de Villena, que ha estudiado a fondo su figura ella nunca reconoció ser lesbiana…ni bisexual. 

El director Rafael Calatayud ha incorporado al texto elementos musicales y canciones de grandes cantantes que triunfaron en la primera mitad del pasado siglo: Celia Gámez, Carmelita Auber y Concha Piquer. “Son partituras para registros altos, ‘voces de ardilla’ como yo las llamo”, dice Calatayud. “Pero interpretadas con músicos en directo cobran una dimensión impresionante que revela su excelente calidad”.

En torno a este montaje el Rialto organiza diversas actividades, como la conferencia que ofreció Luis Antonio de Villena, la exposición realizada con fondos procedentes del Museo del Teatro de Barcelona, recitales poéticos y actuaciones musicales.

Tórtola, de Begoña Tena, bajo dirección de Rafael Calatayud. Imagen cortesía del IVC.

Bel Carrasco