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‘The killer’, de David Fincher
Reparto: Michael Fassbender, Tilda Swinton, Charles Parnell, Arliss Howard, Kerry O’Malley, Sophie
Charlotte
Estados Unidos, 2023, 118 min.
Un viejo sombrero de atrezzo observa con curiosidad a su nuevo amo, el cual se halla sentado en una silla mirando por una ventana de forma hierática. “Este tal Fassbender me recuerda a alguien”, piensa. Su dueño, dentro de una sucesión de planos detalle mezclados con otros perfectamente simétricos, parece un robot. Los colores fríos y The Smiths crean una atmósfera desoladora que despierta los recuerdos del objeto.
56 años antes, aquel sombrero contemplaba un plano general sobrio en el que su anterior propietario descansaba de forma inerte sobre una cama. Un lastimero pájaro piaba dentro de su jaula.
Aquella ave era el Morrissey de Jef Costello (Alain Delon), protagonista de ‘El silencio de un hombre’ (Le samouraï, Jean-Pierre Melville, Francia, 1967). “¡Qué solo estaba!”, recuerda el ente de tela. Delon, al igual que Fassbender, interpreta a un implacable asesino a sueldo con un arma como única compañía.
-Fuck!
Una palabrota devuelve al sombrero a la realidad. Fassbender, el samurai de ‘El asesino’(The killer, David Fincher, EE UU, 2023) ha errado su misión. “Quizá no sean tan iguales”, piensa.
Una huida repleta de planos rápidos llenos de acción al estilo Netflix alejan al sombrero de su sutil y embriagador pasado Polar Francés. No obstante, cuando Fassbender se asfixia de soledad dentro de primeros planos en su coche para buscar venganza, el viejo sombrero vuelve a recordar a Costello.
El francés también tenía sed de sangre y furia en su interior, pero lo intentaba ocultar detrás de un silencio sepulcral. Pese a ello, la ausencia de sonido cocinaba a fuego lento una tensión insoportable en ‘El silencio de un hombre’, donde el sombrero adivinaba los pérfidos pensamientos del asesino a través de su rostro.
Fassbender, sin embargo, posee su voz en off y un mantra (“No te fíes de nadie. Prohíbe la empatía”) para que la prenda entienda sus actos. Aunque aquellos dos hombres casi siempre estaban encuadrados de forma individual -lo que infligía en el sombrero sensación de aislamiento y melancolía- y eran perseguidos por planos secuencias y matones, sus caminos se bifurcan cuando el amor y la humanidad hacen acto de presencia.
-¿Qué tengo que hacer?
Jane Lagrange (Nathalie Delon), amante de Costello, disparó aquella pregunta con ansiedad en un extraño plano medio. Los límites estrechos de la cámara, lejos de acercar a Jef a su querida, parecían incomodarlo. Debido a la aceptación de un futuro oscuro, el killer Polar propició a su enamorada uno de los abrazos más fríos y tristes que el sombrero nunca ha sentido mientras respondía:
-Nada.
Después, se marchó en busca de su fatal destino.
“No la quería de verdad”, sentencia el sombrero para sus adentros.
Ante este desgarrador pasado cinematográfico, el viejo sombrero suspira aliviado cuando un plano detalle tan pequeño como cariñoso de un café refleja la humanidad de su actual dueño. El sombrero, guardado en algún rincón, está feliz.
Por fin, contempla cómo el amor más sincero vence al odio. El personaje de Fassbender parece haber entendido aquello que cantaban The Smiths al principio de su película: “I am human and I need to be loved. Just like everybody else does”.
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