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Sorolla. Amigos y mecenas ante el lienzo | Inmaculada Rodríguez Moya
MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2023

La frenética actividad pictórica de Sorolla no supuso para él el abandono del cultivo de las relaciones personales ni con su familia ni amigos ni mecenas. Sus ausencias las suplía con una riquísima producción epistolar. A través de esas cartas y de los retratos que el artista haría a sus amigos y mecenas, se desvela cómo el círculo de relaciones sociales del valenciano enriqueció su vida y su arte. Nadie podría imaginar, ni él mismo, que, habiendo nacido en una familia tan modesta, llegaría a relacionarse con la más alta intelectualidad nacional e internacional. A todos ellos los retrató gracias a sus extraordinarias dotes y su vigor en un género considerado desde la academia como secundario. 

La crítica tachó a Sorolla de oportunista, al aprovechar sus exposiciones o sus contactos para ofrecerse como retratista, preocupado como siempre estuvo por el éxito y los ingresos. Incluso calificó a su producción retratística de superficial, especialmente los escritores del regeneracionismo, que abogaban por efigies de gran profundidad psicológica. No obstante, Sorolla se mostró en este género como un gran maestro, digno no solo de la gran tradición retratística española, sino también a la altura de artistas contemporáneos como John Singer Sargent. Y tampoco pintó siempre retratos por puro encargo, muchos de ellos nacieron como fruto de la admiración y el cariño.

La temprana amistad con Juan Antonio García del Castillo, colega de estudios académicos, le llevaría a conocer a su futura esposa, Clotilde, y a su suegro, Antonio García, reputado fotógrafo que tanto influyó en sus composiciones. El retrato que haría tanto a su cuñado, en 1887, en actitud mundana, como los varios que hizo a sus suegros, mucho más contenidos pero distinguidos y audaces, muestran sus dotes para el género y la sinceridad de su mirada hacia sus personalidades.

Sorolla Poliédrico
Portada de MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico. Diseño: Marta Negre.

Otros colegas artistas, como el pintor José Moreno Carbonero o, especialmente, Aureliano de Beruete, al que admiraba profundamente, fueron también objeto de su pincel. Conocida es su intensa amistad con Blasco Ibáñez, que influiría notablemente en su dedicación a la pintura de aspectos sociales. 

En ellos la crítica ha destacado cómo inaugura un nuevo formato, el del retrato apaisado, desplazando a la figura hacia un lado, que le permite abordar los fondos de manera que no solo abre el espacio, sino que, a través del mobiliario o la decoración y el uso del claroscuro, intensifica y enriquece la expresión pictórica y muestra aspectos sobre el personaje. A veces, la admiración mutua entre artistas produjo retratos de gran audacia como el que Sorolla realizó del fotógrafo Christian Franzen en 1903, jugando con la mirada del pintor, del fotógrafo y del objetivo de la cámara, creando así una obra magistral, al más puro estilo velazqueño, en un juego de espejos modernizado.

Frente a estos retratos en interior, Sorolla prefería representar a amigos y mecenas en un entorno natural, muchas veces en el propio jardín de su casa madrileña. Es en estas obras donde se muestra absolutamente magistral, como en el de su también admirado colega, el pintor Raimundo de Madrazo, o el de su íntimo amigo, Pedro Gil de Mora. El de Madrazo, de 1906, es absolutamente deslumbrante, pues es la imagen de un artista triunfal, distinguido, elegante, que destila seguridad y profundidad en la mirada. La sobriedad cromática de su indumentaria contrasta con el despliegue de luz y color del jardín de la casa del valenciano. 

Páginas interiores del artículo publicado en MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico.

Otro de los retratos apabullantes de sus amigos en un exterior es el del también pintor y diseñador de vidrios Louis Comfort Tiffany, de 1911, que además fue también coleccionista de sus obras. También supo aquí Sorolla destacar la elegancia del neoyorquino, vestido con un inmaculado traje blanco, a pesar de que está en actitud de pintar frente a un lienzo y rodeado de un exuberante jardín de flores y macetas con hortensias. La crítica ha visto en esta representación floral, encendida y brillante, un tributo a la producción de vidrieras del propio Tiffany.

Muchos de estos retratos de la intelectualidad española fueron encargo de uno de sus grandes mecenas, Archer M. Huntington, quien deseaba decorar las paredes de la biblioteca del edificio de The Hispanic Society of America en Nueva York con una galería de hombres ilustres españoles, la ‘Galería de Españoles Ilustres’. Así, surgieron –con gran libertad dada al artista– las magníficas efigies de José Echagaray, Benito Pérez Galdós, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, José Ortega y Gasset –curiosamente, algunos críticos con su estilo– o la exquisita representación de su amigo Mariano Benlliure, que permitió ampliar aún más el círculo intelectual y cultural de Sorolla. 

Esta idea las galerías iconográficas es muy propia del cambio del siglo XIX al XX. El propio Museo del Prado configuró la suya propia, el Museo Iconográfico, si bien combinando personajes históricos y contemporáneos. Sorolla conoció a Huntington durante el periodo de su exposición en Londres, forjándose, como es bien conocido, una gran amistad y un mecenazgo que fructificaría nos solo en numerosos retratos, sino también en una exposición de gran éxito en el propio edificio neoyorkino, en 1909, que consagraría en EE.UU. a Sorolla y en el encargo definitivo para el artista valenciano, su ‘Visión de España’.

El otro gran mecenas del valenciano fue Thomas Fortune Ryan, un magnate americano a quien Sorolla retrató en 1913. Gran filántropo, en su representación quiso destacar, además de esa labor caritativa, su amor por el arte mediante la presencia en primer plano de una pequeña escultura –recurso también del pintor y la época–. Por encargo de Ryan, pintaría el lienzo de Cristóbal ‘Colón saliendo del puerto de Palos’, excepcional por el estilo y el tema en la obra del pintor. 

En definitiva, muchas cosas definen la obra del excepcional pintor valenciano, pero, sin duda, las amistades, bien fuesen mediando intereses de mecenazgo, bien fuese a través de la admiración y el cariño, marcaron la vida y la producción artística de Sorolla. A veces, impulsando su carrera, otras, lastrando una posible plenitud artística. Pero todas dejando su rastro en los excepcionales retratos de Sorolla, afortunada y muy justamente reivindicados y valorados por la crítica artística más reciente como los del gran maestro que fue.

Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico, en noviembre de 2023.

Retrato de Raimundo de Madrazo (1906), de Joaquín Sorolla.

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