#MAKMAArte
Entrevista a Solimán López
Artista de nuevos medios, director de innovación de ESAT y fundador de Harddiskmuseum
Proyecto ‘OLEA’, en Baró Gallery
Feria ARCO
‘Introns’, en DMG (Durán Monkey Gallery)
Urvanity Art Fair
Del 23 al 27 de febrero de 2022
Solimán López, director de innovación de la Escuela Superior de Arte y Tecnología (ESAT), fundó hace ya ocho años el primer museo virtual de la historia del arte, al que denominó Harddiskmuseum y en el que acoge obras digitales de más de 125 artistas internacionales. Fue la lógica consecuencia de su interés por el arte creado con las nuevas tecnologías, que ahora está viviendo un terremoto tras la eclosión de los NFT (activos digitales no fungibles). Un término que el diccionario ‘Diccionario Collins’ ha elegido como palabra del año 2021.
Palabra asociada al reguero de cifras astronómicas que ha propiciado la venta de algunos NFT, como el de Mike Winkelmann, alias Beeple, cuya pieza ‘Everydays: The First 5000 Days’ se vendió por 62,3 millones de euros en la casa de subastas Christie’s. Se trata de un mosaico integrado por 5.000 imágenes y vídeos, codificado en un archivo digital único, lo cual otorga la autenticidad de la obra y el registro de su propiedad.
“Esto es lo que ha revalorizado el objeto digital. Lo interesante, además, es que puede regularizar la sobreproducción”, explica Solimán López, ahora en ARCO presentando con Baró Gallery su proyecto ‘OLEA’, y en Urvanity Art Fair su obra ‘Introns’.
Cuando se habla de la irrupción de los NFT en el mercado del arte contemporáneo se destacan, principalmente, los precios de venta alcanzados por piezas de discutible calidad. “Ahora los artistas también pueden convertirse en pequeños idiotas capitalistas”, ha sentenciado el cantante, compositor y activista Brian Eno. Solimán López precisa que, “con el tiempo, perdurará el contenido de valor y no especulativo de los NFT”.
Quien, como él, lleva años trabajando en la creación de obras digitales (“el arte digital viene de los años 70 del pasado siglo”, subraya), advierte que hay cierto “oportunismo digital” vinculado con esta efervescencia de los NFT que está llevando a muchos artistas “a forzar sus obras con esta materialidad”. Esto es, artistas que trabajan con la plástica tradicional que ahora, a rebufo de estos fuertes vientos mercantiles, han decidido pasarse al mundo digital.
Lo mismo ocurre con algunas galerías, “que se han proclamado digitales, cuando lo cierto es que tan solo han puesto las obras en un PDF digital”, resalta López, para quien los galeristas “tienen que trabajar con artistas nativos digitales”. En todo caso, entiende que toda esta agitación se irá apaciguando para, tras la polvareda, visibilizarse los activos más prometedores.
“La calidad existe, pero hay que organizarla, porque si vas a un market place lo que encuentras en la mayoría de los casos es obras de dudosa calidad”. Calidad que, según él, “está ahí, pero hay que seguir apostando por ello para que cuaje”. Con respecto a la obsesión por la propiedad que el certificado digital confirma, Solimán López afirma que el arte “siempre se ha basado en la propiedad, la novedad es que ahora queda registrada y autentificada mediante la tecnología de blockchain”.
Y pone un ejemplo de esta repentina irrupción y profusión de artículos sobre los NFT y la realidad virtual. “Los ciclos se repiten, porque los artistas van ocupando distintos medios. El artista urbano empezó ocupando la vía pública y esta se convirtió de pronto en un espacio donde todo tenía cabida, desde un grafiti superlativo a otros de mala calidad. Lo mismo está pasando con los NFT, que puedan dar lugar a la acuñación de obras magníficas, junto a otras que pueden ser la mofa del propio arte digital”.
“La especulación”, prosigue López, “está asociada a los mercados” y, con ella, “el tema del estatus, ya que muchos alardean de poseer un NFT de pronto ascendido de categoría por su precio”. Tal es el caso de la fiebre de los monos de la serie ‘Bored Ayes Yacht Club’, realizada por el estudio Yuga Labs, que el futbolista Neymar llegó a adquirir por 1,1 millones de dólares, por tan solo dos ellos, cambiando hasta su perfil de Twitter por el de uno de estos monos.
“Creer que el arte digital es un mono generado por ordenador resulta en extremo reduccionista”, apunta Solimán López, quien insiste que, tras tanta hojarasca, “tengo la esperanza que aparezcan y se descubran las obras de calidad”, al tiempo que confía en que se pueda “producir una autorregulación a nivel mundial”.
Su obra ‘Tree Hash’ fue el primer NFT que se vendía en una feria como ARCO. Se trata de un olivo tipo bonsái escaneado en 3D y tokenizado, con información adicional acerca del lugar donde después se ha trasplantado el árbol. De manera que el comprador de la pieza, además de la obra digital, tiene el propio árbol en su materialidad.
“Tiene la connotación simbólica de poseer un árbol comprado por Internet, dentro del juego de materialidades derivado de ese humanismo capitalista que alude a la posibilidad de apropiarse de la misma naturaleza”, resalta Solimán López.
“El proceso es conceptual. Economizarlo, preservarlo y devolverlo a la tierra, en la Tramontana de Mallorca”, agrega, quien vaticina un cambio en la manera que tenemos de percibir el arte. “Generará estéticas diferentes, porque el ojo se acostumbra a lo que ve. Pienso que va a provocar un cambio de tendencias y que el arte contemporáneo terminará llamándose de otra manera, al tiempo que, por otro lado, está acercando a un público que antes no lo hubiera hecho”.
La progresiva inclusión del arte digital en las galerías y en ferias de arte contemporáneo como ARCO es un hecho “imparable”, señala López, subrayando el establecimiento “de un nuevo nivel de valor entre lo tangible y lo intangible”. Son varios los pensadores que han puesto incluso de moda esta desaparición de las líneas fronterizas entre lo sólido y lo líquido: la “modernidad líquida” de Zygmunt Bauman o las “no-cosas” de Byung-Chul Han. “Sí, los conozco. Creo que hay que entender las diferentes materialidades cuando una obra está bien resuelta”, concluye Solimán López.
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