24 horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig
Producida y protagonizada por Silvia Marsó
Teatre Talia
C / Caballeros, 31. Valencia
Del 5 al 15 de octubre de 2017
Por fin aterriza en España la obra literaria y posteriormente musicada de Stefan Zweig, ’24 horas en la vida de una mujer’, y lo hace de la mano de una Silvia Marsó que se come el escenario cantando y bailando, a veces en pleno éxtasis, a veces en plena depresión. Marsó, aparte de ser la gran protagonista, una señora C increíble, también hace de productora. Todo un reto viendo en el mundo del teatro cómo están las cosas.
«Lo que más vértigo me da -comenta la actriz- es ser la productora. El peso del espectáculo no es un peso, somos tres, seis músicos y tres actores que estamos todo el rato en el escenario (…) Soy autoexigente y buscaba algo que fuera aún más difícil de lo que he hecho en los últimos años, y encontré esta obra, en la que tengo que aunar la interpretación con el paso del tiempo, ya que al principio es una señora anciana; aparte de tener que bailar”.
La barcelonesa Silvia Marsó demuestra en la escena que le gustan las aventuras, no solo por hacerse cargo de la producción, con todos los riesgos que se asumen con ello, sino por sus ganas de traer una obra como ésta a España, teniéndose que hacer una adaptación de las letras de las canciones.
“Las adaptaciones fueron difíciles puesto que el idioma original con el que se compuso era el francés, y tiene un tipo de acentuación distinta. Hemos tenido que dar muchas vueltas para adaptarlas, pero ha quedado muy bien. Se ha seguido la adaptación que hicieron Christine Khandjian y Stéphane Ly-Cuong. Ignacio García, el director de la adaptación, ha priorizado rescatar algunos fragmentos de la novela de Stefan Zweig”, señala Marsó.
La obra trata de la pasión y el desengaño, del verdadero amor de una mujer, señora C, que encuentra en un joven ludópata, su primer amor. Un joven enfermo y asustado que huye del casino cuando lo ha perdido todo para suicidarse. Ella, al verlo así, se queda prendada sin saber por qué, quizás por su belleza, quizás por su juventud, y le salva la vida.
Por compasión, decide darle algo de dinero para que vuelva a casa, para que olvide aquella pesadilla. Esa noche celebran la pasión en un hotel, y durante esas 24 horas de locura, ella transita todos los estados de ánimo, pero todos con una fuerza inusitada, una fuerza que la hace sentir más viva que nunca en su vida. El joven, atormentado por su vicio, la deja y le rompe el corazón, ese corazón que jamás había sentido tanto amor. Una historia cruel y dolorosa, un musical magistral que nunca había estado en nuestros escenarios.
«Decido traer la obra a España -comenta Marsó- porque cuando la vi en Paris me pareció sobrecogedora, emocionante y llena de vida. Creo que una obra así no se la puede perder el público español, y teniendo en cuenta que soy una amante del musical en pequeño formato, y estando detrás una novela de Stefan Zweig, creo que es un privilegio para mí como intérprete y para el público una obra tan interesante culturalmente”.
Uno los elementos más importantes y destacables de la obra y de su puesta en escena, aparte del arte y la escenografía, es la música. Sin ella la virulencia de las escenas, del dolor o de la pasión vertida sobre las tablas, sencillamente no podría ser la misma. La música le confiere esa magia y esas sensaciones tan poderosas.
«La música aporta el subtexto, es decir, lo que no se dice pero sienten los personajes”, explica la actriz. Quizás el personaje que más vitalidad tiene y, por consiguiente, fluctúa más en sus extremas emociones es la señora C. “Mi personaje tiene una gran carga emocional a través de música, por eso digo que la música en esta obra sería como un personaje más, parte de la narrativa y la dramaturgia”.
Sin duda, sería muy difícil mostrar, tanto velada como abiertamente, las emociones y sentimientos que van aflorando los dos personajes en esa combinación de amor y destrucción, y que libran en escasas 24 horas; en ese corto lapso tiempo, que es capaz de cambiar la vida de una mujer para siempre. 24 horas para vivir más que en todos los años anteriores. Marsó nos da una clase magistral de talento sobre el escenario y, de paso, nos deja con el corazón en un puño. Larga vida a este tipo de teatro hecho con las tripas.
Javier Caro
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