Silla, de Händel, bajo la dirección musical de Fabio Biondi y dirección escénica de Alessandra Premoli
Palau de Les Arts
Avda. del Profesor López Piñero, 1. Valencia
Días 12, 16, 19 y 21 de diciembre de 2015
Hay muchas primeras veces reunidas en la presentación de Silla, la ópera más breve de Händel, en el Palau de les Arts. Es la primera vez que se produce esta obra en España. Y lo hace el propio Les Arts. Es la primera incursión operística de Fabio Biondi, director musical de Silla, en el coliseo valenciano. Y es la primera vez que alumnos de la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) de Valencia participan en una obra del Palau, fruto del acuerdo de colaboración entre ambas instituciones. Y aunque no es la primera vez que mujeres interpretan papeles de hombres sobre un escenario, sí constituye una prueba más de lo que Davide Livermore, intendente de Les Arts, denominó “la revolución del sentido común”.
Revolución que consistía en apostar por la calidad de los espectáculos, por obras no tan conocidas del gran público y por que sus protagonistas no sean siempre estrellas, sino gente preparada, como era el caso de quienes figuran en el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo. Todo ello se da en Silla. De ahí que forme parte de ese ideario “revolucionario” anunciado por Livermore. “No somos un teatro privado que busca la simple rentabilidad, sino uno público que busca además educar al espectador”, dijo. El mismo espectáculo, pero bajo otros parámetros.
Silla, que Fabio Biondi dirige en el apartado musical y Alessandra Premoli en su puesta en escena, es una ópera “corta pero incisiva y muy fuerte”, subrayó esta última. En sus aproximadas dos horas de duración, Giacomo Rossi recoge la crueldad del general romano Lucio Cornelio Silla, según el relato de Plutarco. Benedeta Mazzucato interpreta al tirano, porque como apuntó Biondi, adelantándose a la posible pregunta de algún periodista, “para una ópera barroca es mejor utilizar mujeres que ofrecen esa cercanía de timbre con los castrati de la época”. Salvo Michael Borth, como el Dios Marte, todos los personajes de la ópera, incluidos los masculinos, son protagonizados por mujeres.
Premoli explicó que la pregunta destinada al público era “por qué permitimos que haya un Silla en nuestras vidas”. En su ánimo estaba representar en la actualidad a “uno de los dictadores más violentos de la época antigua”. Para ello ha elegido una escenografía cambiante, por medio de unos motores, en la que se impone cierto “laberinto del que no se puede salir”. Biondi subrayó que un sentimiento de “miedo existencial perpetuo” caracterizaba la ópera Silla. Una ópera que el maestro italiano dirige sin batuta (“dirigir este repertorio con batuta es ridículo”) y tocando el violín.
Händel decidió en 1713 convertir a Lucio Cornelio Silla en héroe satánico de una ópera, siguiendo el reguero de sangre de sus crueldades. “El libreto es muy duro acerca de la vida del considerado como peor hombre del mundo”, indicó Biondi. ¿Por qué es la ópera menos conocida de Händel? “Quizás porque todo Silla está de alguna forma en el Amadigi”, respondió el maestro, refiriéndose a la más famosa Amadigi de Gaula que escribió el compositor alemán un año después.
En todo caso, rescatar una obra poco conocida, que se estrena por primera vez en España, después de que hubiera que esperar 277 años para volver a escucharla en París, ya supone todo un acontecimiento si la agenda cultural no estuviera marcada por esa necesidad del glamour y del estrellato, objeto de la crítica de Livermore. Si el arte, como subrayó el intendente de Les Arts, es un “instrumento para reflexionar”, el estreno de Silla el próximo día 12 ya da qué pensar.
Salva Torres
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