Semíramis González. LABoral Centro de Arte

#MAKMAArte
Entrevista a Semíramis González Fernández
Directora de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial
Los Prados 121, Gijón

La Universidad Laboral de Gijón fue el gran “sueño arquitectónico” de Luis Moya Blanco. En un breve artículo de 1948, el arquitecto mostraba su rechazo a la arquitectura moderna y explicaba su proyecto para crear en Gijón una ciudad ideal, una ciudad de la cultura de un nuevo orden para formación de nuevos productores.

Antón González Capitel, en su tesis doctoral sobre Luis Moya, analizaba este conjunto arquitectónico y destacaba que su puerta está situada de forma premeditada a espaldas de la ciudad porque el deseo del arquitecto era que se convirtiese en una alternativa a la ciudad real.

Se consagró a la educación desde su inauguración en 1956 hasta finales de los años 90. Al inicio de los 2000, el Gobierno del Principado de Asturias comenzaba la transformación de este complejo en LABoral Ciudad de la Cultura.

El centro de arte, que ocupa un espacio en los antiguos talleres de formación profesional de la Universidad Laboral, sería el propulsor necesario para el nuevo sueño de crear un espacio de formación y educación, pero también de producción e investigación. Era un proyecto con vocación de porvenir, nacido de un deseo de articular la tradición industrial de Asturias con un futuro marcado por la tecnología.

Dentro de los actos inaugurales, en marzo de 2007, se organizó un ciclo de conferencias dirigido por el añorado filósofo y crítico de arte José Luis Brea Cobo titulado ‘La era de la imagen electrónica’, que proponía una reflexión sobre las transformaciones de los museos.

Brea afirmaba que “todo museo construye el tiempo de que habla, pero al mismo tiempo se construye en él, posicionado en él”. Sostenía que las nuevas tecnologías ayudarían a que los museos se convirtiesen en nodos, en “operadores RAM y de conectividad”.

Rosina Gómez-Baeza fue su primera directora. Al finalizar su período en el cargo, declaró que “tenía la certeza de que, si los centros de arte se crean como respuesta a la necesidad de regenerar en el ámbito cultural e incluso en el industrial a una región, como sucedió con el ZKM de la ciudad alemana de Karlsruhe, yo quería algo así para mi tierra. Quería propiciar un discurso que tuviera que ver con la propia identidad de la región, pero también cuidando su relación con el exterior, tratando de coadyuvar en la visibilidad de Asturias como un territorio que reflexiona, que genera pensamiento, que se revisa y que sabe proyectarse”.

Semíramis González, en La Nau de la Universitat de València. Foto: Miguel Ángel Navarrete.

LABoral Centro de Arte y Creación Industrial se presentaba en 2007 como un “espacio interdisciplinar para favorecer el intercambio artístico y fomentar la relación entre sociedad, arte, ciencia, tecnología y creación industrial”.

Cada directora o director ha aportado su visión del proyecto y ha afrontado con denuedo los diferentes retos para llevar a cabo la misión inicial del centro de arte. Los primeros pasos se encaminaron a crear equipos, diseñar actividades y programas y convertirlo en un lugar de referencia en el contexto del arte tecnológico nacional e internacional.

Una vez conseguido, se centraron en la atracción de nuevos públicos y el establecimiento de lazos en el ámbito local y regional. Otro de los pilares fundamentales que se fue reforzando era la innovación en educación y el trabajo colaborativo con la comunidad educativa. En los últimos años, se buscó la reconexión de los equipamientos museísticos con la sociedad, convirtiendo al centro de arte en un espacio para la reflexión sobre el mundo tecnológico en el que estamos inmersos.

Desde julio de 2025, la directora de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial es Semíramis González Fernández (Gijón, 1988), licenciada en Historia del Arte, comisaria, docente y gestora cultural. Con ella se inicia, así, una nueva etapa en un centro de arte que es nodo y, también, ágora y árbol de la ciencia contemporáneos que aglutinan y difunden el conocimiento con las herramientas del arte y la tecnología.

Es el espacio “para engendrar lo inesperado”, como aspiraba en su inauguración Gerfried Stocker, artista y director artístico de Ars Electronica en Linz. Un sueño de la educación y la cultura que se teje en colectivo y se convierte en realidad, porque, tal y como escribía William Shakespeare en ‘La tempestad’, “somos de la misma sustancia que los sueños”.

De este modo, hemos hablado con Semíramis González sobre su plan para LABoral apenas recién llegada y pocos meses después. Está ilusionada y consciente de que está recogiendo el testigo de un arduo trabajo colectivo para la supervivencia y crecimiento de un centro de arte cuyo camino nunca estuvo libre de dificultades.

Llevas poco tiempo como directora, pero conoces bien las características de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial. Una vez tomada tierra, ¿crees que podrás desarrollar tus ideas en el plazo que pensabas?

Mi propuesta para LABoral Centro de Arte y Creación Industrial intenta ser realista y asumible. Me gustaría que el centro de arte continúe siendo un lugar de referencia internacional y, al mismo tiempo, un nodo relevante en el contexto creativo español.

El objetivo es tejer redes y extenderlas en lo local, nacional e internacional. De ahí que desde el primer día he procurado reunirme con todas las instituciones, asociaciones o colectivos para explicarles el proyecto, despertar su interés y lograr su implicación. La participación de diferentes comunidades es lo que nutre y enriquece a las instituciones culturales.

Desde su creación, LABoral se ha esforzado por establecer vínculos con otros centros e instituciones con planteamientos y objetivos similares. La idea es proseguir la senda trazada y avanzar en la creación de nuevas alianzas. Queremos recuperar las convocatorias de premios o becas nacidas de iniciativas particulares, como fue el premio LABjoven, a través de la búsqueda de nuevos patrocinios.

En cuanto al ámbito nacional, hemos firmado acuerdos con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza para la coproducción de obras y la presentación del trabajo de artistas de Asturias.

Lo más inmediato es la participación de dos artistas asturianas: María Vallina y Mónica Cofiño en la quinta edición del ciclo de performances ‘Visión y presencia’ en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Y a su vez tres artistas de otras ediciones presentarán en 2026 sus acciones performativas en LABoral: la asturiana Noemi Iglesias Barrios, la camerunesa-española Agnes Essonti y la canaria Teresa Correa.

También buscamos entrelazar lo público y lo privado estableciendo colaboraciones con New Art Foundation en Reus que trabaja también en las intersecciones del arte, la ciencia y la tecnología, TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary o Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid. Otro reto que tengo en mente es extendernos hacia otros centros de arte de América para mostrar exposiciones, producir obras o establecer intercambios artísticos.

Cuando creaste el programa ‘Visión y presencia’ planteabas la necesidad de un nuevo modelo de museo. ¿Cuál es tu idea de lo que debe ser un centro de arte como LABoral Centro de Arte y Creación Industrial?

Lo que propongo se inscribe dentro del compromiso de los objetivos de desarrollo sostenible. Creo en el poder transformador de la cultura y que las instituciones culturales públicas ocupan un lugar de privilegio para ayudar a enfrentar los retos globales a los que nos enfrentamos: desigualdades, inclusión, sostenibilidad, emergencias climáticas, etc.

Es necesario hacerlas crecer y fortalecerlas en estos momentos en los que los derechos culturales parecen estar en peligro. La ciudadanía debe ser conocedora de su relevancia convirtiéndolas en su punto de referencia.

Por otro lado, siento que el esteticismo que nos rodea en muchas instituciones, sin un posicionamiento claro ante esta batalla cultural, nos conduce a la banalización de la cultura. Las herramientas digitales deben ser activistas y contribuir a transformar el mundo que nos rodea en busca de un nuevo humanismo.

En este sentido, me gustaría reforzar la comisión científica invitando a más profesionales que amplíen el campo de conocimientos. Su papel es fundamental para ayudar al centro en la articulación de todos los nodos de la red, así como en la orientación del pensamiento y los debates culturales.

Y en lo que se refiere a la Asociación de Amigos de Laboral, creo que podrían actuar como una especie de “embajadores de LABoral” formando parte activa en el crecimiento de la institución.

A punto de cumplir dos décadas de funcionamiento, LABoral Centro de Arte y Creación Industrial se presenta en la actualidad como “una institución multidisciplinar que produce, difunde y favorece el acceso a las nuevas formas culturales nacidas de la utilización creativa de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Su programación, transversal e integrada, está dirigida a todos los públicos y tiene como fin último generar y compartir conocimiento”.

Da la sensación de que nos encontramos ante una redefinición de la misión de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial. ¿Qué papel van a desempeñar el arte, la ciencia, la tecnología y la creación industrial en la programación?

Son las bases del centro y se retroalimentan entre sí, pero es cierto que en los últimos años LABoral está trabajando más en las relaciones que se establecen entre el arte, la tecnología y la ciencia que con la industria. La producción científica y artística van de la mano y me gustaría potenciar esta especificidad de LABoral. 

Y sirvan como muestra las dos exposiciones presentadas este otoño: ‘El bosque’, de Hugo Martínez-Tormo, y ‘Huele a parentesco’, de Lea Luka Sikau y Denisa Půbalová. Esta última forma parte del proyecto ‘Studiotopia: Adentrándonos en el Simbioceno con las Artes y las Ciencias’, en el que participan once instituciones europeas y se inscribe dentro del programa Europa Creativa de la Unión Europea. El objetivo de este proyecto, que incluye una residencia artística y el desarrollo de un proyecto expositivo y educativo, es la colaboración entre artistas y científicos para generar espacios de reflexión.

¿Cómo se diseña una estrategia de públicos que responda a todas las inquietudes?

Aunque LABoral siempre ha tenido visitantes, debemos ser conscientes de que hay públicos que se pueden sentir intimidados ante un centro de arte tecnológico.

Me gustaría abrir esas barreras y dar acceso también a otros colectivos que no suelen frecuentar este tipo de espacios: personas con diversidad funcional o racial. Mejorar su experiencia de visita y hacer que se sientan en un espacio seguro, un refugio intelectual y físico.

Fruto de una residencia LABoral Impulsa, contamos con una estación independiente de música que emite desde la entrada de LABoral. Tiene una programación semanal y también cubre eventos especiales del centro. Este tipo de iniciativas contribuyen a generar una comunidad participativa para el centro. Nos gustaría también contar con la colaboración de la RTPA [Radiotelevisión del Principado de Asturias] para desarrollar un canal propio.

Considero que debemos desarrollar un plan de comunicación que atienda a todas las necesidades de difusión y logre despertar el interés. Pero para ello debemos contar con dotación presupuestaria y de personal y vamos a intentar conseguirlo.

¿Cómo se construye la relación con los artistas y la producción artística?

Las residencias artísticas de LABoral, que comenzaron como proyectos y se convirtieron en programas, ocupan un lugar destacado en esta idea del centro de arte como lugar de producción y pensamiento. Cuentan con un laboratorio de fabricación digital, FabLAB, pionero en un centro de arte en Europa, que proporciona asesoramiento técnico y artístico a los y las artistas residentes.

Me gustaría reforzarlas también con mentorías externas que hagan labores de acompañamiento y formación en los procesos empresariales y de profesionalización para ayudar a la sostenibilidad del trabajo artístico.

En fechas próximas finalizará el plazo de presentación a la Residencia Artística de Investigación LABORatorium en LABoral e iMAL (Brussels’ Centre for New Media and Digital Arts), que ofrece la posibilidad a dos artistas jóvenes de España y Bélgica de residir en LABoral e iMAL para el desarrollo de una investigación conjunta de arte y tecnologías.

Precisamente, ahora se está exponiendo en iMAL la exposición ‘La sociedad automática’, del artista asturiano Félix Luque en colaboración con Iñigo Bilbao, también asturiano, que podrá verse en Gijón en la primavera de 2026.

Acabamos de recibir la noticia de la confirmación de dos proyectos de ámbito europeo. Se trata de EHIN (European Hybrid Intelligence Network). Es una red que utiliza la bioinformática combinando arte, ciencia y conocimiento tradicional para el desarrollo de una transición ecológica y EMAP (European Media Art Platform), una plataforma que aglutina quince centros para promover residencias internacionales centradas en arte multimedia, realidad virtual, robótica, bioarte e inteligencia artificial.

También queremos potenciar el Archivo de Artistas Asturianos como un espacio de documentación y experimentación con una actividad continuada.

‘La sociedad automática’, de Félix Luque.

Eres de Gijón. Tras estudiar Historia del Arte en la Universidad de Oviedo, prosigues tu formación en Madrid, donde has desarrollado gran parte de tu vida profesional. ¿Cómo vives la experiencia de volver a tu ciudad natal para dirigir un centro de arte especializado? ¿Has notado transformaciones en el aspecto cultural?

Mi itinerario es común al de los y las nacidas a finales de los ochenta en Asturias. Cuando terminé la carrera, aunque existía un arraigado tejido cultural en la región, teníamos carencias en formación y por supuesto dificultades para trabajar. Siempre mantuve una relación de ida y vuelta con Asturias.

Al poco tiempo de terminar la carrera estuve desarrollando en LABoral Centro de Arte un proyecto colaborativo, LABlog que consistía en un blog que se nutría de los contenidos de ocho bloggers que difundían las actividades del centro. También hice prácticas en galerías de arte y comencé a comisariar exposiciones. Creo que salir fuera me permitió obtener una visión global y comprobar que muchas veces el contexto local es reflejo de lo que sucede a su alrededor.

En estos momentos, considero que se han ampliado las posibilidades culturales. Sobre todo, desde la pandemia, cuando Asturias pasó a ser considerada como un refugio de bienestar; lo que provocó el retorno o la llegada de profesionales de la cultura que han enriquecido el tejido ya existente. Y creo en la labor de las instituciones públicas y en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, que incluso en las peores circunstancias nunca dejó de ser un lugar de referencia.

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Te has incorporado recientemente a la candidatura de Oviedo a la capitalidad cultural en 2031. ¿Cuál es tu misión? ¿Qué acciones te gustaría desarrollar?

Mi aportación es, fundamentalmente, en la parte de artes visuales y plásticas, pensando cómo articular las necesidades de este sector y como responder desde la candidatura. Aunque estamos en un estado inicial para afrontar el primer corte de la candidatura, lo cierto es que nos interesa pensar a largo plazo, reflexionando sobre cómo se incluirán las artes plásticas en lo que ocurra en 2031, pero también más allá.

Creo que hablo también por mis compañeros y compañeras, cuando decimos que pensamos en la candidatura como una oportunidad regional para un establecimiento de la cultura como algo principal en la vida de la ciudadanía asturiana.

¿Qué papel puede desempeñar LABoral en esa candidatura?

Mi papel es bicéfalo ahora mismo, como comisaria en la candidatura y como directora de LABoral, pero es que realmente LABoral aporta muchísimo a este planteamiento. Desde Europa se valora especialmente la posibilidad de articular discursos con otros centros de otros países de la Unión, y discursos que aborden retos actuales como la digitalización y la democracia o la Inteligencia Artificial; y en eso LABoral aporta un trabajo que se lleva realizando desde casi ya veinte años.

¿Cómo puede ayudar el arte a afrontar los retos de futuro: sostenibilidad, desigualdades, inclusión, digitalización, inteligencia artificial, etc.?

Creo que el arte es la herramienta a nuestro alcance más poderosa para hacernos pensar y para generarnos nuevas preguntas. Sigue conservando un espacio de reflexión, un tiempo de observación, que permite que muchas ideas atraviesen aquello que vemos y no sea simplemente un ejercicio de mirar, sino de dejarnos atravesar por lo que las obras proponen y llevarlo más allá.

Yo creo firmemente en el poder transformador del arte, lo ha sido siempre. Su compromiso y su capacidad de crear otros espacios, a veces imaginarios o imposibles, pero que precisamente en esa poética de, al menos concebirlo como posibilidad, genera un potencial mucho más político y posible.

¿Cómo se puede articular Asturias en el contexto europeo?

En mi opinión, Asturias es un ejemplo de muchas cosas… Yo digo mucho que quizá el haber llegado tarde a casi todo es más algo positivo que negativo. El abordaje del fenómeno del turismo, de la emergencia climática, de la transformación y reconversión industrial, del cambio de modelo económico…, nos ha permitido hacer las cosas de otra forma, más cercana, más situada, más en la realidad de nuestro contexto cercano, y eso lo hace más sostenible, desde todos los puntos de vista. En la cultura también.

Somos una región pequeña, pero con un tejido artístico y cultural enorme, perfectamente establecido, que colabora… Y creo que todo esto es lo que debemos enseñarle no solamente a Europa, sino al mundo.

¿Cuál consideras que es la mayor fortaleza de esta candidatura?

Sin duda, la articulación territorial. Entender que Oviedo es la capital asturiana, que es quien se presenta a la candidatura, pero lo hace contando con la región de manera amplia; concibiendo que la cultura en Asturias solo es posible, precisamente, desde esa red que trazamos desde todos los lugares de la región.