Scream

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‘Scream’, de Wes Craven
Con Neve Campbell, Courteney Cox, David Arquette, Rose McGowan, Matthew Lillard, Skeet Ulrich, Jamie Kennedy, Drew Barrymore y Liev Schreiber, entre otros
112′, Estados Unidos | Dimension Films y Woods Entertainment, 1996
‘Scream VI’, de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett
Estreno: 10 de marzo de 2023

Una joven descuelga el teléfono sola en su casa. “¿Cuál es tu película de terror favorita?”, pregunta por la otra línea un asesino ataviado con un traje sacado de un ‘Todo a 100’ y un cuchillo. El resto es historia. Wes Craven resucitó el género de terror con una simple escena.

Una serie de atroces asesinatos de adolescentes sacuden una pequeña localidad de Estados Unidos. Sidney Prescott (Neve Campbell) se ve envuelta en el caso ya que Ghostface -nombre artístico del asesino enmascarado- ha fijado su odio en ella y en su entorno.

Gale Weathers (Courteney Cox), una periodista sin escrúpulos, y Dewey Riley (David Arquette), el ayudante pánfilo y benevolente del sheriff, conforman, junto a Sidney, el tridente principal de este entramado de terror y misterio donde nada es lo que parece ni nadie quien dice ser.

Escrito por Kevin Williamson y dirigido por Wes Craven, el largometraje es una crítica constante a su propio género. Mediante el uso de tópicos vistos hasta la saciedad, el filme avisa a sus espectadores sobre lo que va a ocurrir. Solo falta que el propio Ghostface golpee la pantalla con un dedo y nos diga: “Atentos a lo que voy a hacer. Disfrutad”.

Scream, de Wes Craven

La década de los 90 alcanzaba su recta final y el cine slasher (subgénero de terror en el que un psicópata asesina con brutalidad a unos adolescentes repletos de hormonas y drogas) se hallaba estancado, raquítico. Los remakes y las secuelas inundaban las pantallas con historias sacadas de un mismo calco sin vergüenza ni disimulo alguno. El público (nunca hay que menospreciar su inteligencia) vaticinaba con dos fotogramas de visionado el devenir de la novena parte de ‘Viernes 13’ y similares. Hasta que llegó ‘Scream’.

Los protagonistas, al contrario que en otros clásicos del género, son conscientes de que se hallan dentro de una película de terror. Este metacine dota de realismo a la cinta a la vez que entretiene con sus constantes presagios.

“Un estúpido asesino acechando a una chica con las tetas grandes que no sabe actuar y que siempre corre escaleras arriba cuando debería salir por la puerta”. Así define Sidney las películas de terror ante la pregunta predilecta de su acosador sanguinario. Justo lo que ocurre cuando Ghostface la ataca instantes después.

Craven ofrece, de este modo, unas acciones que mantienen la tradición del género, pero con frescura y festejo. Para el deleite de los espectadores, los personajes son conscientes acerca de qué deben hacer para sobrevivir. Ahora les toca actuar.

Randy Meeks (Jamie Kennedy) da vida al mismo Craven si este pudiera meterse en su propia película. El personaje de Randy actúa como faro tanto de los protagonistas como de los espectadores. Conoce las normas establecidas en las películas de terror y advierte de su necesario cumplimiento para sobrevivir: no se pueden mantener relaciones sexuales, el alcohol está prohibido y jamás hay que despedirse. Estas normas se rompen y los personajes sufren las consecuencias pese a las advertencias. Craven se ríe del género y de sí mismo y ofrece un elemento que sorprende y aterra tanto como divierte.

“El asesino es uno de nosotros”. Con esta afirmación por parte de Randy, el espectador comprende que está en su deber adivinar quién es el culpable, como si de jugar a ‘Cluedo’ se tratase. Al igual que una novela de Agatha Christie noventera repleta de cultura pop, ‘Scream’ ofrece un divertido juego para el público de resolver pistas. A lo largo de sus 112 minutos, el filme siembra la duda sobre la culpabilidad de todos sus protagonistas. Coartadas, móviles y declaraciones flotan por el ambiente como si Hercule Poirot paseara por el ‘Orient Express’. Nadie rechaza un juego de detectives.

El propio Craven, con anterioridad, había regalado monstruos que alcanzaron los anales del cine como ‘Las colinas tienen ojos’ (1977) y ‘Pesadilla en Elm Street’ (1984). Con ‘Scream’, el director no necesita engendros de ultratumba para socavar la tranquilidad de las audiencias, le basta con personas reales, nosotros mismos. No existe nada más horripilante que el peligro proveniente de nuestro entorno y seres queridos.

Debido a su gran acogida, el universo de Ghostface se expandió con sus secuelas. Las críticas en cuanto a la calidad de los nuevos productos screamianos no alcanzaron la unanimidad que recibió el original, pero no cabe duda de que la expansión del metaverso se ha mantenido fidedigno a sí mismo y a su público.

Con respeto y regocijo canallesco, el cosmos del homicida fantasmagórico ha mantenido su sátira al género de terror y a su propio pellejo. El próximo 10 de marzo llega a los cines ‘Scream VI‘, con nuevo asesino y nuevas reglas. Sálvese quien pueda y, sobre todo, quien sepa.

La franquicia ‘Scream’ es un híbrido que mezcla ironía y deferencia por el cine de terror de forma magistral y auténtica. Las imitaciones, la carencia de autenticidad y el casi irrespetuoso trato de las productoras por el público reinaban la tesitura cinematográfica del slasher noventero, hasta que Wes Craven y Kevin Williamson crearon un objeto inalcanzable, místico y de culto en el mismo instante en el que salió a la luz. Larga vida al horror. Al bueno, aquel que nos hace morirnos de sed porque nos aterra ir a la cocina de noche a por agua.

Y recordad, vigilad quién llama.