Festival Russafart
Barrio de Russafa. Múltiples espacios artísticos. Valencia
1, 2 y 3 de junio de 2018

Los pasados días 1, 2 y 3, del presente,  el barrio valenciano de Russafa abrió sus calles con carácter bienal al festival Russafart. Un encuentro entre arte y espectador donde la multidisciplinariedad, técnica y conceptuosidad fluía por todas sus vías a través de la apertura de diferentes talleres artísticos y centros expositivos en forma de conocimiento y belleza. Todo este mosaico cultural se abanderó bajo el lema “Creando arte” por medio de más de 200 artistas que acogían al visitante en su mundo más íntimo y privado, su taller. Sin embargo, y como cabría esperar, no solo se encontraban auténticas obras de arte sino también fallidos intentos o bocetos naifs disfrazados de pomposidad. Ya que lamentablemente no todas las piezas se regían por unos principios sólidos que hablasen por sí mismos, sin necesidad de ser embellecidas a través de una ávida elocuencia. No obstante, ignorando este punzante asunto que retomaremos más adelante, sí que deberíamos centrar nuestra atención en varios artistas que destacaron por su originalidad, estética y discurso.

Obra de Anna Sanchis. Imagen cortesía se la artistas.
Obra de Anna Sanchis. Imagen cortesía de la artista.

Abriendo mercado a la excelencia, en la calle Buenos Aires pudimos encontrarnos con una de las artistas más eclécticas del festival, Anna Sanchis. Quien mediante su técnica mixta, donde pintura y escultura coexisten, presenta un hilo conductor entre arquitectura y entorno. Simétricos volúmenes urbanísticos se levantan del soporte para mostrarnos una ciudad viva y cambiante, rematada con pequeños imanes que permiten al espectador interactuar con la figuración. Además, diversos efectos lumínicos alternan calidez diurna y enigmática nocturnidad provocando en el público no solo una interpretación dual, sino una singularidad hipnótica y hechizante en la propia obra que parece tener muy presente el problema de la masificación urbanística en primeras líneas de costa.

Otro ejemplo de ello es la pintura contemporánea abstracta, que se hace un hueco entre tanta figuración de la mano de Amalia Martínez. Una artista apasionada y conocedora de la técnica, así como del proceso de creación, que compagina su gran pasión con su ocupación como profesora de Bellas Artes en la UPV. Amalia desviste la pieza de todo aquello que no apela a los sentidos, sin conceptualismos ni estudios ajenos, como diría Kant: El arte por el arte. Una obra de tal calidad tanto en color como en línea que carece del discurso explícito para dejar paso al intrínseco, la belleza. Hecha únicamente para el disfrute donde el espectador cierra la obra a través de la experiencia sentida al contemplarla. Casualmente, mostraba su obra junto con Amalia, Leticia Pardo. Una fotógrafa novel que parece no solo conocer las bases de la disciplina sino tener un criterio estético muy fino, combinando simetrías junto con complejos enfoques y colores que dan lugar a atmósferas de ensueño, donde la imaginación juega un papel primordial.

Fotografía de Nueva York realizada por Leticia Pardo. Imagen: Cortesía de @theadventuroustraveler
Fotografía de Nueva York realizada por Leticia Pardo. Imagen, cortesía de @theadventuroustraveler.

Curiosamente una de las propuestas más interesantes del festival la podíamos encontrar expuesta en la Galería Freezzia por el singular creador ucraniano Román Huzovskyy. El mérito de este singular autor, de profesión maestro albañil y escultor de vocación, parte de su proceso de elaboración artística. Nos deleita mediante imaginativas piezas creadas a partir de desechos encontrados en escombros y edificios derruidos, habitualmente hallados en su día a día laboral. Su obra en apariencia sencilla nos señala la problemática consumista junto con la idea recicladora. En un mundo donde cada vez nos encontramos más asfixiados por nuestros mismos desechos, propuestas como estas resultan cuanto menos destacables. Tomando como referencia la obra de Dumchamp, pionero del s. XX en el trabajo de los ready-mades, Huzovskyy trata los objetos desde el cariño, otorgándoles una segunda función y viendo entre sus piezas aquellos elementos que no han perdido aún su propia belleza, pese a que hayan sido desechados.

Pieza perteneciente a la serie "Aves" de Román Huzovskyy. Imagen cedida por la Galería Freezia
Pieza perteneciente a la serie «Aves» de Román Huzovskyy. Imagen cedida por la Galería Freezia.

La visita a Russafart resulta ser siempre una experiencia enriquecedora y muy positiva al ver tal despliegue de disciplinas, estilos, técnicas y discursos. Una gran oportunidad para dar a conocer el trabajo tanto de artistas emergentes como consolidados. A pesar de ello, también hay que señalar la falta de sustancia de muchas obras de estilos obsoletos, recargadas de una injustificada figuración, con técnicas mal ejecutadas y carentes del enfoque estético necesario que demanda el mercado teniendo en cuenta los intereses estéticos sociales actuales, donde decorar un salón prima por encima de la intención de la propia obra. En el arte no todo vale, y se advierte la extrema necesidad del estudio y crítica de arte en profundidad. Es necesario pararse a pensar, juzgar y reorientar para preparar su difusión, uso y disfrute. Medir y crear debate. Una obra guardada es una obra muerta.

Cristian Torada

Visión de la rueda de prensa. Russafart desde el otro lado. Imagen cortesía de Eva Ripoll.
Visión de la rueda de prensa de Russafart desde el otro lado. Imagen original de portada, cortesía de Eva Ripoll.