#Pensar la imagen

#Pensar la imagen | Marta Negre
MAKMA ISSUE #05 | Diseño
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2022

Imaginemos que nacimos hace dos años, por ejemplo, en un annus horribilis llamado 2020. 

Reposando en una cómoda de IKEA de cualquier habitación de este planeta antropocéntrico llamado Tierra donde dormimos, apunta al techo un aparato plano que emite destellos focalizados y brillantes. Abruptamente, un ringtone sucede a otro ringtone, y así toda la tarde. En uno de los tantos grupos de WhatsApp, cientos de mensajes sin leer. Clinc! Clinc! Clinc! 

Lloramos un buen rato como reivindicación, ya que nadie nos ampara y el dispositivo no cesa. De repente, una mano nos acerca esa caja de luz insolente a la altura de la vista que nos ciega y nos absorbe. Todavía no sabemos qué es un algoritmo, ni el big data, ni YouTube, ni Metaverso, ni Mark Zuckerberg, ni el nombre de nuestros padres, pero las imágenes nos entretienen, nos apaciguan, nos acompañan.

Unas cuantas pandemias más tarde, ya en la educación primaria nos habrán enseñado a hablar, a leer, a escribir. Más adelante, la morfología, fonética, sintaxis, gramática, ortografía y todo el despliegue del lenguaje escrito en su forma y fondo, mientras nosotros seguiremos voraces, día tras día, zampando imágenes in crescendo. Arbitrariamente y sin mesura, sin pautas, atiborradas, inoculados e insaciables de un contenido visual que nos atrape.

Diseño. MAKMA
Portada de MAKMA ISSUE #05 | Diseño realizada por Pepe Gimeno, Premio Nacional de Diseño 2020.

Un flashback nos hace retroceder en el tiempo, situándonos en la chambre à coucher del posmoderno Jean Baudrillard. Allí, sentado en su mesa de trabajo, subraya con lápiz Staedler Noris HB un texto que le punza del situacionista Guy Debord titulado ‘La sociedad del espectáculo’, que dice así: “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes”. 

Les imagesles images…, repite Baudrillard, pensando constantemente en la urgencia del estudio de la imagen, en esa necesidad que ya apuntaba Debord en el año 67; la responsabilidad de profundizar en la progresiva centralidad de las imágenes en la vida cotidiana de las sociedades modernas. 

Curioso, observa la edición del libro encuadernado en rústica cosida y el color amarillento de sus hojas, que contrasta con la luz blanca de su pantalla de ordenador Macintosh Classic, en la que se lee, con tipografía Courier 20 puntos, el título de su próximo ensayo: 

‘PANTALLA TOTAL‘

Tras un barrido, un zoom in nos lleva vertiginosamente al interior de mi pantalla Wacom en el Canyamelar (València, 2022), desde donde escribo este archivo .docx rodeada de cientos de archivos gráficos y de video generados en Photoshop, Indesign, Illustrator y Premiere, todos del imperio yanqui de la imagen Adobe Inc. 

Mientras, me distraigo releyendo en la tablet una lectura en diagonal en .PDF del capítulo ‘Imágenes en las que no hay nada que ver’ del mismo Baudrillard. Su libro ‘El complot del arte. Ilusiones y desilusión estética’ (1988)-, que trata cuestiones relativas al arte contemporáneo, incide en el concepto de la hiperrealidad, o cómo el avance de las nuevas tecnologías han sofisticado tanto el campo de lo visual, que parece que la realidad acabe siendo una copia de la propia imagen.

Cápsula audiovisual ‘BIG_LOVE_DATA’, de Marta Negre.

Me inquieta la lucidez con la que algunas escritoras/es, no solo Baudrillard, sino contemporáneos como Byung Chul Han -‘En el enjambre’ (2014)-, Naomi Klein y mucho más cercanas como Remedios Zafra -‘El entusiasmo’ (2017)-, Ingrid Guardiola -‘L’ull i la navalla, un assaig sobre el món com a interfície ( 2018)-, Joan Foncuberta, Jose Carlos Ruiz Zafont o Juan Martín Prada, nos avisan, desde hace tiempo, de la urgencia del pensamiento en el análisis de la imagen y de la exponente digitalización del sujeto. 

Y, a la vez, me sigue extrañando cómo en el campo educativo, durante la formación primaria y secundaria, todavía se sigue obviando este tema, dando por sentado su uso y consumo. Si no hay atisbo de duda en la importancia del aprendizaje del lenguaje escrito a temprana edad, ¿qué sucede todavía con el estudio del lenguaje visual?  

En mi caso, tuve que esperar al primer año de universidad a aprender con la asignatura Teoría General de la Imagen sus preceptos básicos, su construcción en términos generales y formales. Con los años de experiencia en diseño gráfico y video, he ido tomando mayor consciencia del extenso terreno de lo visual, al analizar la imagen, construirla, conservarla, archivarla, codificarla, modificarla, actualizarla, preservarla, diseñarla, editarla, repensarla, teorizarla o, incluso, destruirla a lo Baldessari -‘The Cremation Project’ (1970)-.

#Pensar la imagen
Páginas interiores del artículo publicado en MAKMA ISSUE #05 | Diseño. Imagen: cápsula audiovisual ‘LIMINAL’, de Marta Negre.

Hoy, el consumo audiovisual crece desorbitado en nuestras vidas pegadas a dispositivos móviles y aquel homo videns al que se refería Sartori en ‘Homo videns: La sociedad teledirigida’ (1997) está superado. No somos entes pasivos. Hoy somos nosotras/os los que generamos contenido visual, lo multiplicamos, lo acumulamos, lo difundimos. Por todo ello, hemos adquirido una responsabilidad mientras navegamos sin flotador entre pantanosas imágenes de stock, resoluciones pixeladas, prediseños vectoriales, tipografías mal construidas, glitchs y otros especímenes. 

El estudio de la imagen es importante por ser un signo de nuestro tiempo; sin embargo, parece que llegamos con retraso. Entender cómo se construye, cómo se usa, cómo nos influye, qué hay detrás de lo que se ve y (mejor) de lo que no se ve. Requerirá pensarla constantemente porque, al igual que la comunicación escrita, está viva, cambia y evoluciona. 

En los albores del Metaverso y la digitalización in progress del sujeto, imaginemos, para concluir, un futuro más lejano todavía:

Un limbo virtual donde se reúnan los avatares post mortem de todas aquellas/os autores ignorados que un día reivindicaron con nostalgia el pensamiento de la imagen. Tras su sincronización, seguirán generándose copias de seguridad infinitas, que irán desvaneciéndose exponencialmente en un agujero cuántico saturado de información ingente, procesada por miles de servidores en las extensas praderas de un conocido valle llamado Silicon. 

Batiburrillo de imágenes caducadas, metadatos consumiendo gigabytes de memoria para el olvido.

Marta Negre
Diseñadora gráfica y videocreadora

Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #05 | Diseño (junio de 2022).