Patricia Allende

#MAKMAArte
‘Patricia Allende: Ver lo que jamás fue escrito / Seeing what was never written’
Comisario: Alfonso de la Torre
Museo de Arte Contemporáneo de Villanueva de los Infantes
Cervantes 16, Villanueva de los Infantes (Ciudad Real)
Hasta el 7 de enero de 2024

“Una tormenta, ahora, se levanta”

Henri Michaux

“¿Dónde está lo perdido? Donde se perdió lo perdido, allí está situado el último reino. Le pedí (…) una parte de su sombra, luego la inventé.Luego me albergó”

Pascal Quignard

Imágenes del extrañamiento, tal una poética y misteriosa exaltación del mundo, la obra de Patricia Allende como una escansión de lo real escondido, que otrora ya califiqué como el “Atlas Allende”, sus imágenes tentando aquello que jamás fue escrito, dijimos, llegando hasta nuestra contemplación y que hoy, pensaba, podría también titularse ‘Cosmos Allende’:

“Eternizando momentos o fragmentos que fueron fugaces, proponiendo otros pareciere surgidos desde la inmateria, abrazando en sus títulos dicho elogio de lo que fue memoria desvanecida, los sueños, el vagar del cosmos, lunas o constelaciones. Repertorio de las fuerzas errantes, Allende sentencia cómo lo suyo, más que certezas, son phásmas, fulgurantes vislumbres de posibles verdades. Permitiéndonos al fin ver aquello que jamás fue escrito”.

Pues este Gilgamesh de imágenes que propone Patricia Allende, antes que portar la vana pretensión de explicar, llega hasta nosotros como verdaderas narraciones, tal una voz que recitase relatos grabados sobre los relatos donde se hubiese decidido suspender o retener toda conclusión, alejando por tanto interpretación y significación, más bien en estas imágenes queda revelada la presencia de un instante, un instante de presencia.

‘Double blind’, como una verdad doble que, retirada, volviere a trazarse en el mismo movimiento manifestando un sentido que no fuese sentido, tal una disposición secreta que no esquivase la muestra de estas misteriosas imágenes que, a veces, parecen revelarse justamente en el instante supremo de la tentativa de su extinción.

Como destellos, tensión resonante de la imagen, carnación y lugar de existencia que, interminable, traza el camino del pensamiento. De tal modo, estas imágenes que Patricia Allende ha concebido incansada en los últimos veinticinco años, parecen arraigar unas en otras, aquellas en estas, hasta componer un extenso territorio como la manifestación de un complejo corpus de instantes poblados por subentendidos que revelan la emersión del impulso de lo imaginal.

Sus imágenes mantienen retenida y en suspenso su interpretación o significación, colisión donde el pensamiento resta abierto. Ver sin límites, la artista considera será posible expandir las limitaciones de la visión y concebir la propuesta de un espacio como un territorio clamante, yendo más allá o atravesando, entre deslumbramiento y ceguera, los engaños de la visión.

Al cabo, referir las imágenes supone el acuerdo sobre su ser migratorio, remitiéndonos entonces Allende a una permanente convulsión en el espacio y en el tiempo. Y es en ese movimiento -que con frecuencia se desliza hacia los límites, a veces como una sacudida viva, el pálpito de un decir intenso-, donde parece asomar la posibilidad de una verdad en la imagen, expresada como una partición del sentido, su significación hallada al fin en un desvío, una tensión, propuesta de un giro alrededor de las imágenes que nuestra artista encuentra, retoma y amplifica desplazándolas hacia un espacio afuera de la significación.

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Un mundo imaginario y abstractio
“Producir imágenes es producir un más allá”

Boris Groys

“Car Je est un autre (…) Je dis qu’il faut être voyant, se faire voyant”

Arthur Rimbaud

Contemplando ciclos de trabajo como ‘Un mundo imaginario’ (2000-2023) o ‘Abstractio’ (2018-2023), se percibe asistimos a una expresión de la conmoción de la alteridad pues, en aquella necesidad de la videncia, recordemos sicum Rimbaud il faut être voyant, Patricia Allende est une autre en tal enfrentarse a imágenes que refieren viajes lunares o sueños, constelaciones, inmateria, fragmentos temblorosos del orbe, cosmos y paisajes inventados (enumerando referencias titulares de los últimos dos años).

Ejercicio hipnagógico, al cabo, dirá, es esta la propuesta de “un mundo imaginario que nos lleve a la realidad de lo irreal que quiero representar, que nos envuelva, que nos transporte a otro mundo, a otro planeta”.

Imágenes que en su despliegue parecen expresar la tentativa de hacer un mundo, una prodigalidad estas visibilidades paradójicas que se muestran como en un permanente in statu nascendi. Tal quien persigue las imágenes de un sueño, la sublimación de la visión, son imágenes desplazadas más allá de las imágenes, sucesos elevados en ese espacio desconocido que concibe Patricia Allende con aire multidimensional, como un ojo en éxtasis.

Imágenes mecidas en una extensión donde suceden las apariciones que parecen ser propuestas como giros alrededor y allí acaecen, en tal circunvolución, las escenas que en su propio trazado son el corazón del desvío, despuntando la verdad de la creación misma.

Comparece, comparece y comparece, como una forma de poner a prueba sus imágenes; nunca deja de comparecer Patricia Allende desde la posesión de una rara claridad que le ha acompañado hasta componer una extraña obra que, bifucarda en diversas direcciones, ha presidido una personal búsqueda de invenciones concebidas al modo de singulares proposiciones de sentido. Capaz de indagar su mirada desde una consciencia obstinada hasta la exposición de una intimidad desplazada al ámbito de la poesía y a la expresión de una rara belleza, entre inmanencia y trascendencia.

En el ejercicio de tal alteridad, esta artista visual abstracta figurativa, figurativa abstracta, entrega su mirada en múltiples miradas como campos de sentido mostrando su relación, mas también el goce de su separación con lo real, pareciendo ser su propósito devolvernos el misterio del mundo, eso que vemos pero que no está ahí, accediendo a lo ocultado que escapa a la visibilidad y que el arte permite tentar revelar. Los ojos rendidos de ver, sus ojos, esas boquitas mudas en el centro del iris.

Patricia Allende
‘Rojos I’, de Patricia Allende. Imagen cortesía de la artista.

Reino de la poesía y el misterio, pensé, sus obras como fulguraciones escandidas que ahora proponen en esta exposición, “Ver lo que jamás fue escrito”, una emocionante enciclopedia de vislumbres que han ocupado su quehacer en las últimas décadas. Pues misteriosa, la artista es capaz de devolvernos la memoria del mundo como escrituras, ¿por qué no, las grafías que trazan las aguas?

Al cabo, somos agua, nos dirá. Y vegetaciones, animalia o sombra, destellos o fragmentos de las ciudades, situaciones artísticas pobladas, pareciere, por una luz que emerge entre estos fragmentos, allí alojado una suerte de silencio, energético y muy espiritual, quizás por ello piense en Octavio Paz, y en su poema ‘Silencio’ para ilustrar su obra, pues “brota del fondo del silencio / otro silencio”.

Aquella abschattung de Husserl, sombras y obscuridades capaces de devenir secuencias infinitas de la experiencia como un fulgor, una energía renovada sus imágenes como desencadenadas nuevas aperturas del mundo, allí se desarrollan acontecimientos que tienen aire de fulguración, tal si hubiese puesto tanto interés en el trazado del relato como en su detención súbita. Maquinación de la evidencia como la representación del advenimiento del espacio de un no-origen donde todo comienza, entonces, una verdad se hace en su obra.

Tránsito de unas imágenes semejare como un compendio de relatos en sucesión de efectos de extrañeza, al cabo la creación nace desde la duda confesa. Patricia Allende considera la imagen como una duplicidad de la revelación, aquello que nos vela al revelar, el velo que revela velando, el desdoblamiento inicial que permite a continuación hallarnos frente a la cosa figurada. Como el ejercicio de un decálogo de mostración de posibilidades inaccesibles o la imposibilidad de un lugar propio, promesa de sentido, esta es una obra poseída por la inquietud y el desacomodo, a la manera de la expresión del canto tácito de una ambigüedad irreductible.

Patricia Allende
‘Paisaje inventados I’, de Patricia Allende. Imagen cortesía de la artista.
Identidades y silencio
“Decir y decir de otra manera, pensar y pensar de otra manera (…)
El pensamiento sobre el arte puede tener efectos discordantes de revelación y de pérdida, de verdad y de impotencia”

Jean-Luc Nancy

Como quien conociere otra dimensión de lo real, escapada a los demás, Patricia Allende parece estar en posesión de la posibilidad de escucha de algo que los demás no podemos exactamente conocer. Pensar de otra manera, pues es anhelo y tensión, verdad o pérdida, conciencia de que todo lo finito queda exhalado desde el vacío, así puede comprenderse esta summa de relatos que vindican el silencio, revelándonos una cierta intimidad y secreto. Irrupción en lo no dicho mediante la muestra de una voz insólita, como quien ejerce en la vigilia un estado de atención y, con imágenes elevadas como aquellos mencionados phásmas, mostrar unas obras que parece gozasen del don de revelarse sin dejar esa posesión del misterio, un misterio completo y una fuerza emocional extrema.

Poética del espacio o sus sombras, aquel misterioso lugar, mas también del espacio y del cosmos pues sus obras pertenecen al silencio de una mirada concentrada.

Como un eco de lo que existió, pues sabemos que lo que vemos es más antiguo que nuestra visión, en ciclos como “Identidad” (2004-2023); “Identidad robada” (2015-2023) o “Silencios” (2007- 2023), la obra de Patricia Allende entra en resonancia con ciertas derivas de la historia del arte, la que atraviesa el arte muy misterioso: aquel que podría poner en relación, dentro de una cierta no-relación, enunciados y visibilidades, como poseedora de un lenguaje afectado por el silencio de quien ha decidido enfrentarse a ver lo que ignora, son también imágenes reveladoras de la belleza del instante aprehendido en la fugacidad de un suceso, quizás cuando suele la noche tentarnos con sus sombras.

O lo frágil, como una historia que fuese descrita en los márgenes de las historias, tal narrando el ejercicio de ciertos saberes ocultos, la mostración de unas imágenes de quien parece poseer un verdadero conocimiento hermético.

Donde a sí misma se devora la luz, huella viviente de una escena en el espacio para su propia errancia, imagina uno a Patricia Allende paseante por esas urbes nocturnas, de sus ‘Azules-Rojos I’ o ‘Rojos I’ (2016-2022), de una bellísima suspensión del sentido, territorios que me devuelven hacia la noche eléctrica de Man Ray y sus rayogramas, o a esa ciudad de la esquiva “Nadja” (1929) bretoniana, Jacques-André Boiffard y los carteles de ‘Mazda’ de los grandes bulevares o la bella noche parisina de Robert Doisneau, luego revisitados por Bernard Plossu, o las luces bonaerenses de Horacio Coppola, las ciudades luminosas de Edward Steichen.

Caos sensible, en sus palabras, con lo expresado en sus imágenes queda la artista desplazada hacia su propia angostura, en espera impaciente, escuchamos su voz enmudecer mas luego brota, indefinidamente superviviente, desde su propia extrañeza impulsa imágenes y palabras, pues ese sentimiento de otredad semeja ser el mismo capaz de liberarle y, entonces, surgir verbos otros o misteriosas formas en el desgarramiento.

Contemplando la obra de Patricia Allende pienso que su trabajo tiene algo de melodía que hemos de proseguir, como aquellos poemas-renga japoneses, canciones encadenadas donde cada cual suma su verso al único poema. Aquella puerta cerrada con llave, ahora abierta: una escena abierta sobre otra escena, de tal manera eleva esa voz que es una irrupción en el silencio, intriga entre las imágenes que conforman lo visible, como sentados en el jardín de los senderos que se bifurcan, tal si fuesen entradas a un diccionario secreto, una cierta noción sub rosa en las obras de esta artista que se presentan como narraciones, condensaciones exegéticas, instantes aislados de la continuidad de la vida, unos verdaderos viajes sensibles y mentales ejercidos por quien tienta expresar lo que carece de nombre, aquella finitud constituyente.

Patricia Allende
‘Abstracción I’, de Patricia Allende. Imagen cortesía de la artista.

No hay imágenes manifiestas, las imágenes que nos rodean en el mundo carecen de verdad y ciertas fotografías pueden aniquilarlo, pues lo visible sólo puede interpretarse en el encuentro con lo invisible, por ello nos encontramos con estructuras de subjetividad donde se expande lo emotivo, haciendo zozobrar la supuesta plenitud de las imágenes dogmáticas, en tanto allí se tienta el descubrimiento de lugares sumergidos, como una mágica pausa entre las apariencias del mundo.

Recuerda cosmogónica Allende la naturaleza que frecuenta su obra, casi en todas las series se frecuenta un viaje que parece ir desde la estancia hacia el afuera: las aguas especialmente, en su condensación o en las ondas que llegan hasta la rada, lo fluente, el goteo y la escarcha, el vaho en el cristal, sombras o reflejos, quizás por ello nos recuerde la voz de Goethe, ilustrando su ‘Tajo-Tejo (12 Objetivos fotográficos)’ (1998-1999). Robert Rosenblum (1927-2006) en ‘Lo sublime abstracto’ (1961), ya estableció contemporáneamente el pensamiento que relacionaba abstracción y naturaleza.

Como instantes que fulminará el alba (el día desea ser encontrado). Tal una puerta que se abre, cada instante en estas imágenes. Epifanía de lo anterior, Patricia Allende conoce aquella hora del fulgor, ello semeja conducirle a un cierto misticismo, propio de una escucha misteriosa, al modo de una mujer cósmica entrecruzados los caminos en la naturaleza con aquellos que ella dirige hacia los sueños, un encantamiento y misterio no exentos de melancolía, tal si tentase sendas, intactas y visibles, ensayando habitar un territorio ignoto, pareciere gozosa en tal acercamiento a lo desconocido.

Tal agujeros negros ontológicos, contempla incesante el tiempo la artista, en una mudez vigilada al encuentro con el secreto de un territorio en el límite entre lo innombrable y el reino de lo existente: nada tiene poder sobre nosotros si no es poder que procede de nosotros.

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