‘PAMPAM!20’, de VV.AA.
Comisarios: Laura Silvestre y José Luis Clemente
Sala Atarazanas
Plaza Juan Antonio Benlliure s/n, València
Del 13 de marzo al 5 de mayo de 2021
“El mundo sufre hoy una fuerte carestía de lo simbólico”, señala el filósofo Byung-Chul Han, al que alude la artista Suri Kim, como referencia de su obra ‘3 A.M’. Carestía de la que se hacen cargo, bajo distintas formas y postulaciones, los 10 artistas seleccionados para la exposición PAMPAM!20, que la Sala Atarazanas de Valencia acoge hasta el 5 de mayo.
Cada uno de los proyectos afronta, desde ópticas distintas, la necesidad de ese relato simbólico ausente en gran parte de los discursos de nuestra contemporaneidad. “En el vacío simbólico se pierden aquellas imágenes y metáforas generadoras de sentido y fundadoras de comunidad que dan estabilidad a la vida”, precisa Han.
Mediante la pintura, la escultura, el video, la fotografía o las instalaciones, los 10 jóvenes artistas abordan cuestiones relacionadas con el poder, la pornografía en Internet, los rituales para superar los estragos de la pandemia, el juego y la ensoñación, la tecnología como medium, los símbolos, los objetos que nos conforman, la inutilidad del arte y la delectación de los pequeños momentos.
Propuestas que vienen a poner el foco en las contradicciones humanas, sometiendo a deliberación los símbolos y rituales traídos a colación en cada una de las propuestas.
Suri Kim se decanta por los rituales en su acepción más fructífera. Siguiendo la estela de Han, que considera la repetición como el rasgo esencial de los rituales, Kim echa mano de la práctica de los chamanes, con el fin de “superar los momentos de crisis”, explica la propia artista.
Y lo hace mediante una serie de piezas coloristas, cuyo cromatismo proviene de algunos de los elementos empleados en esas prácticas chamánicas, otras más asépticas y un video que recoge determinados ritos comunitarios. “La repetición descubre una intensidad en lo no excitante, en lo discreto, en lo insípido. Por el contrario, quien siempre espera lo nuevo, lo estimulante, pasa por alto lo que ya existe”, resalta Byung-Chul Han.
En este mismo sentido se encuadra la obra de Ana Monzó, cuyo ‘Mirar sin prisa’ ya remite, a través de la arquitectura rural valenciana, a esa percepción pausada de cuanto nos rodea. “Piezas que huelen, que se pegan”, dice Monzó, que evoca recuerdos de esos instantes asociados a la lentitud de los sentimientos más hondos, mediante la brea, la escayola, la madera, la cal o el alquitrán asociado a sus moldes, en tanto bosquejos de ciertos espacios del alma.
Noelia Medina seguiría esta misma línea de sutilezas perceptivas con su instalación ‘Hablar al aire’, cuyo trasunto religioso vinculado con las más recientes tecnologías bien pudiera ligarse con esta otra apreciación de Han: “La atención profunda como técnica cultural se educa justamente mediante prácticas rituales y religiosas. No es casualidad que la palabra religión proceda de relegere, fijar la atención”. Medina fija esa atención en la necesidad de comunicarse con un amigo fallecido, utilizando las herramientas de cierta interfaz ficticia. “La tecnología como vehículo espiritual, no solo reducida a datos y máquinas”, apunta la artista.
Ahora quien pone el acento en la mirada como fuente de inquietud es Micaela Maisa, que plantea una serie de ‘Remedios para el mal de ojo’. El psicoanalista Sigmund Freud ya advirtió de los peligros de esa mirada, por ser una de las zonas del cuerpo de gran intensidad erógena. “Recojo amuletos que nos protegen contra ese mal”, señala Maisa, apuntando a determinados objetos de cristal y a una cortina a modo de cascada o láminas de agua igualmente acristaladas.
Para hablar de los objetos que nos configuran o sirven para delimitar el perfil del sujeto, Lucía Blas se vale de 49 bolígrafos usados durante los cinco años de carrera, que fue acumulando y guardando, para dar forma a la instalación precisamente titulada ‘49/5’. “Objetos acumulados como monumento e inventario de una época”, subraya. Dispuestos en diversas piezas, fruto de la elaboración a partir de esos bolígrafos y las tintas gastadas, el proyecto expositivo da fe del carácter “obsesivo” de la artista por traducir las sensaciones vividas a un lenguaje formal.
De sensaciones habla igualmente Carmen Armenteros, en este caso ligadas a los juegos de la niñez recreados mediante un parque infantil refulgente. ‘Play On’ es el título de su instalación creada con materiales muy frágiles y la también frágil incandescencia del neón. De nuevo la repetición aludida por Han, constitutiva de los rituales, forma parte de este proyecto: “Un recuerdo de hastíos de verano, de repetitivos descansos en el patio, de tardes de parque. Es la reminiscencia de ese bendito aburrimiento, motor de la imaginación y, a la larga, motor de realidad”, explica la artista, que vincula “lo robusto y lo frágil”, y el neón evocador de “lo adulto y la noche”.
Con Sara Gurrea entraríamos en el territorio más áspero de esa edad adulta contaminada por la pulsión sexual de quien se aficiona a la pornografía, si no fuera porque ahora es un público más adolescente quien accede a esa pornografía gratuita de los portales de Internet. ‘Naturales de 2º de la ESO’ es una instalación donde la artista recoge los títulos reales, escritos a mano por una serie de voluntarios participantes, tomados de alguno de esos portales.
En total, 252 textos que, sin poseer la carga de la imagen, evoca la violencia inherente a la prostitución y al sexo. “Chica delgada y sexy follada al salir de la escuela” o “Tetona viciosa le regala un buen coito al afortunado taxista” son algunos de los escritos recogidos en un gran panel.
De otra escenografía, igualmente sometida a crítica, se hace cargo Santiago Fernández, en su instalación ‘Escenografías del poder’. “Recuerda a un plató de televisión”, dice el artista de su obra a modo de caja en la que se representa el modo en que los políticos utilizan el poder. “Es una construcción para dar sensaciones”, asegura, “algo fantasioso” recreado con elementos que simulan la moqueta o el mármol de las grandes estancias. También se emulan los sonidos del poder “con potencia testosterónica techno”. La política como gran tramoya de ficción, que Fernández pone en solfa con ironía, en tiempos de polarización y reacciones furibundas.
Víctor Visa hace lo propio con los símbolos, que a razón de casi un centenar reúne en un gran panel para mitigar la energía, a veces excesiva y en ocasiones hasta letal, que concitan sus representaciones. La esvástica nazi o la serpiente de ETA se mezclan con otros menos cargados de adrenalina, pero igualmente alusivos a ciertos universos claustrofóbicos. “Me río de los símbolos para abrir el debate acerca de sus usos”, afirma Visa, que, junto a los 99 colgados en la pared, amontona otros en el suelo, rebajando su estatus y descontextualizándolos con llamativas intervenciones plásticas. De ahí la pertinencia del título expositivo: ‘Frivolizar con los símbolos’.
Quien se desmarca ligeramente del conjunto es David Ábalos con ‘Separa la penumbra’. En este caso, no se trata tanto de poner sobre la mesa la necesidad o inconsistencia de ciertos símbolos y rituales, como de manifestar la perplejidad que genera el propio arte, simplemente negándole la función ordinaria a una serie de elementos cotidianos. La “pulsión de negación” que, según el propio artista, anima el conjunto, está en la base de su proyecto, que parte de un poema, se extiende luego a unos objetos y materiales encontrados, sobre los que interviene, para evocar finalmente un paisaje formal de gran carga irónica.
‘PAMPAM!20’ se hace eco en Atarazanas de las diversas manifestaciones que, en torno a los rituales y los símbolos, ofrece el arte contemporáneo. Hay quienes los subvierten y quienes profundizan en ellos para recuperar, en cierto modo, su sentido. Como dijo el filósofo Gustavo Bueno, con respecto a los mitos, los hay clarividentes, por cuanto arrojan luz acerca de las cuestiones esenciales de la vida, y los hay oscurantistas, por cuanto las ensombrecen. Los 10 artistas de ‘PAMPAM!’ se limitan a rastrear esas mismas huellas.
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