Pablo Serrano

#MAKMAArte
‘Pablo Serrano. La escultura como objeto vivo’
Comisaria: Lola Durán Úcar
Fundación ENAIRE
Naves de Gamazo
Avenida Severiano Ballesteros 3, Santander
Hasta el 4 de junio de 2023

Las imperfecciones, en esos vacíos que nos rodean, son tan solo un reflejo de lo que nosotros mismos hemos creado a nuestro alrededor. No son más que imágenes en nuestra mente que nos enuncian, de una manera sutil y discreta, que eso que nos envuelve, cuando salimos a la calle a dar un simple paseo, no es tan normal y corriente como lo pensamos de forma superficial. Algo se esconde detrás de esas imágenes que nos persiguen en nuestro caminar. Algunos las ven y otros las intuyen por el rabillo del ojo.

En la exposición ‘La escultura como objeto vivo’, de Pablo Serrano (1908-1985), que el pasado 2 de marzo abrió sus puertas en las Naves de Gamazo de Santander, el artista nos muestra cómo esos vacíos que a veces sentimos que nos rodean, pueden, deben y han de tener una forma concebible para que nuestros ojos y nuestra mente sean capaces de asimilar ese vacío vacuo que parece envolver nuestros pasos.

La muestra recoge una selección de más de cuarenta piezas originales que nos ayudan a comprender esos vacíos que rodean al ser humano. Las obras expuestas nos auxilian a ver esa concepción de Pablo Serrano acerca de los vacíos que le rodeaban. Para ello, el artista experimenta con diferentes tipos de materiales, dando diferentes volúmenes y conceptos a esos puntos en común que conectan con diversos artistas: la luz, el espacio, y como ya hemos dicho, el vacío.

Las obras son el resultado de una tarea titánica de trabajo en el taller soldando fragmentos sueltos, puesto que, aunque las obras sean de carácter abstracto, en cada una de ellas se puede observar la meticulosidad que impregnaba a sus obras el artista aragonés.

Viendo el resultado final de la obra, podemos imaginar toda la estrategia que hubo por parte del autor antes de comenzar a calentar siquiera los materiales. Algunos esbozos de ideas se pueden encontrar, asimismo, en la exposición, y, si nos acercamos a la obra y después estudiamos con detenimiento los bocetos, nos haremos una ligera idea de todo el trabajo que lleva detrás cada una de las piezas.

También cabría señalar la manera en la que está montada la exposición, puesto que las luces inciden en las esculturas de tal manera que las sombras de las obras salen de su espacio para, como si fuera el negativo de una fotografía, revelarnos una segunda visión de la escultura que tenemos ante los ojos, pudiendo vislumbrar ángulos que de otra manera pasarían desapercibidos.

‘La escultura como objeto vivo’ –comisariada por Lola Durán– se halla estructurada en cuatro secciones. En la primera, ‘Hierros’, Pablo Serrano comienza a experimentar con materiales tras su visita al Vesubio (Italia), donde siente la necesidad de explorar los confines del caos. En esta serie se puede intuir la lucha del hombre impotente ante la fuerza de la naturaleza; serie que le otorgó al artista la fama nacional y una proyección internacional.

En la segunda serie, denominada ‘Dramas y quemas’, Serrano sigue investigando los vacíos en la escultura, surgiendo de ella otras series, como ‘Drama del objeto’, ‘Quema del objeto’ y ‘Ritmos en el espacio’, reflexionando, en las dos primeras, sobre la ocupación del espacio por un alma encerrada en una caja de madera que aún no ha sido deteriorada por el exterior.

En ‘Ritmos’, que viene a ser una continuación de la anterior, el artista le da una nueva vuelta a su concepto de escultura, otorgándole el don del dinamismo. Ahora, sus esculturas parecen más volubles en ese espacio que antes se encontraba estático, dando mayor libertad de movimiento a ese vacío que ahora se mueve, para dejarnos vislumbrar el haz suficiente con el que se pueda rellenar el vacío del espacio.

Y, para concluir, la cuarta sección, titulada ‘Bóvedas para el hombre’, contiene unas piezas irregulares con atisbos de ciertos elementos de construcción, como puede ser el ladrillo. Estas obras, como apunta la comisaria Lola Durán, se muestran como concavidad de amparo de un hombre expuesto al mundo sin protección.

‘La escultura como objeto vivo’ nace de la colaboración de la Fundación ENAIRE y el Gobierno de Aragón, a través del Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporánea Pablo Serrano de Zaragoza. Colaboración que da como resultado una exposición que nos hace preguntarnos acerca de si los vacíos que antes eran invisibles, ahora podremos tener una forma definida a nuestro entendimiento.

Pablo Serrano, ganador de la Medalla de Oro de Bellas Artes (1980) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en su primera edición (1982), afirma, en palabras subrayadas por la comisaria, que “el hombre, en vida, no hace más que ir conformando su propia bóveda”, principio que le ha llevado a comprender su propia angustia.