Olivia Funes Lastra. Las Cigarreras. Alicante

#MAKMAArte
‘El agua diluye mis palabras’, de Olivia Funes Lastra
Comisario: Javier Martín-Jiménez
Una coproducción del Centro Cultural Las Cigarreras, Casa de Velázquez de Madrid y Diputación de Alicante
Centro Cultural Las Cigarreras
San Carlos 78, Alicante
Hasta el 31 de mayo de 2025

En la exposición ‘El agua diluye mis palabras’, de Olivia Funes Lastra, en Las Cigarreras (Alicante), comisariada por el gestor cultural y docente universitario Javier Martín-Jiménez, el espacio se convierte en un territorio de tránsito, de memoria fragmentada y reconfigurada.

Heredera de una sensibilidad que recorre geografías múltiples, su práctica artística se inscribe en una poética del desplazamiento, entendida no como mera migración física, sino como una forma de percepción que se desdobla y se transforma.

Como ya había sugerido en su intervención para la Bienal de Lyon, donde el montaje respondía a una lógica de lo inestable y lo efímero, en Alicante, la artista vuelve a articular una constelación visual que conjuga pintura, instalación, performance y escritura. No se trata de medios yuxtapuestos, sino de un lenguaje expandido donde cada gesto activa una dimensión afectiva y filosófica del lugar.

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Hay algo en la obra de Funes Lastra que recuerda a Etel Adnan, no solo por la vibración de los colores, siempre sobrios pero intensos, sino por la manera en que el color mismo deviene un acto de pensamiento.

Cada superficie pintada es como una condensación de memoria y de paisaje, donde el tiempo se pliega en capas cromáticas. Frente a la saturación visual del presente, la artista apuesta por una economía de lo sensible, por una lentitud que exige atención y cuidado.

El desplazamiento, en su caso, no es únicamente tema, sino forma. Sus performances –ya sea activadas por ella o por otras personas– inscriben el cuerpo en un espacio donde la palabra, el gesto y la imagen se entrelazan. La inclusión de textos en varios idiomas –a veces leídos, otras apenas visibles– da cuenta de una identidad fracturada y múltiple, pero también de una resistencia: la de seguir hablando, incluso en lenguas rotas.

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Desde una perspectiva filosófica, su obra podría leerse a través del pensamiento de María Zambrano, para quien el exilio no es solo una condición histórica, sino una categoría del alma. En Funes Lastra, esa condición exiliada se convierte en una estética del desarraigo que no busca anclaje, sino escucha. Como en la escritura zambraniana, hay en su trabajo un deseo de pensar desde lo poético, desde lo que no se deja atrapar por la lógica ni la forma fija.

En suma, Olivia Funes Lastra nos invita a habitar el arte como un espacio de tránsito, donde el color es una forma de memoria, la escritura, una forma de cuerpo, y la performance, una forma de pensamiento. Su obra se inscribe así en una tradición de artistas que piensan desde la frontera no para señalarla, sino para diluirla.