Hasta el 2 de marzo de 2013
Tras los grandes ejercicios de deconstrucción desarrollados durantes las últimas décadas, nos hemos encontrado frente a un desgaste de esas estrategias. Quizás, todo una serie de dispositivos que han contribuido a analizar y releer de forma crítica los discursos hegemónicos desde la queja se han agotado al ser el negativo de esos propios modelos: constituían el borde que los acababa de elaborar, siendo fagocitados continuamente. Los ejemplos más claros los podremos encontrar en todos los movimientos contraculturales, que poco a poco, han servido como forma de ampliación de los nichos de mercado. Podríamos decir que se ha desplegado un colonialismo endótico sobre las subjetividades y las micropolíticas, las cuales se han ido constituyendo sobretodo sobre una respuesta de oposición y el reproche.
Podríamos señalar también la correlación de la desmantelación de las formas de relato colectivo con el auge y desarrollo de la sociedad del bienestar. Ha habido una correspondencia entre la expansión del capitalismo cognoscitivo y el desmontaje de los mecanismos de producción de identidad grupal. Estos dispositivos que han sido efectivamente diseccionados, no han encontrado aún substitutos de una producción de narrativa que permita construir hitos colectivos, narraciones que permitan la afluencia de los sujetos de la multitud en respuesta al relato fagocitador del sistema de nuestra época. Sin querer huir de las problemáticas y la complejidad, parece que ha llegado un momento en el que se hace urgente la reflexión sobre la constitución de modelos narrativos útiles sobre los que desplegar una serie de símbolos que permitan la articulación de lo común. En este momento de cambio de paradigma, quizá sea el período adecuado para ejercitar modelos de narración, sistemas móviles de generación simbólica y adaptables a lo ya aprendido y a las necesidades acuciantes; prácticas de resistencia, pero también prácticas de producción; experimentar las formas de contar para poder influir en las formas de los relatos que han de venir.
El eje central del proyecto surge a partir de una serie de imágenes: en un mercado de segunda mano de Berlín, se ha encontrado una caja de la marca de productos fotográficos Ilford. La caja contiene un grupo de fotografías en blanco y negro tomadas en una fiesta, en una oficina de Berlín Oeste a finales de los sesenta. O quizá a principios de los setenta. Las imágenes han sido realizadas por la misma persona, con toda seguridad el fotógrafo oficial de la celebración. Encontramos varias copias de algunas de las fotografías, las cuales irían destinadas a la venta de los trabajadores de la oficina, como recuerdo del evento.
Office Party es un proyecto compuesto de varios elementos que componen un experimento narrativo que se despliega en forma de varios objetos y actividades: una arquitectura que propone un dispositivo discursivo espacial en el que se alojan las imágenes y los textos, desarrollados en conjunto con una serie de talleres sobre escritura colectiva, performances y una publicación. Los espacios que lo acogen son la galería rosa.santos en Valencia y Kinderhook Caracas en Berlín.
Un proyecto de Lorenzo Sandoval para Rosa Santos y Kinderhook Caracas.
Con la participacióon de:
John Holten, Maríia Ptqk, Eirik Söordal y Ann Sophie Springer.
Workshop:
Rafael Tormo, John Holten y Lorenzo Sandoval.
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