Nueva museografía con dicción contemporánea | Ángel Luis Rocamora Ruiz
MAKMA ISSUE #05 | Diseño
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2022
Después de 10 años en el ámbito del diseño museográfico, la experiencia va asociada a un resultado preciso. El campo de la museografía, que recoge el relevo de aquellos profesionales que trabajaron intensamente en crear los primeros museos y sus colecciones museográficas en un momento de experimentación y falta de modelos previos, debe asumir la responsabilidad derivada de toda esta experiencia anterior y traducirla en una nueva museografía con una comunicación efectiva y responsable del patrimonio.
Hacer una exposición no es simplemente exponer objetos y acompañarlos de un texto detrás de un vidrio. Hoy en día, el espectador general es un cliente con una altísima formación visual y tecnológica, con una exigencia máxima sobre el producto que consume, recibe y visita en los espacios destinados al patrimonio y su difusión.
El patrimonio cultural es un bien público, por lo que las administraciones deben garantizar su democratización, que esté al alcance de toda la población, lo que se traduce en la demanda de museografías comunicativas y efectivas, además de, como es esencial, científicas y seguras para aquello que muestran y exponen.
El mundo del diseño de las arquitecturas museográficas exige independencia y un alto nivel de acabados, además de capacidad operativa en el concepto, explorando nuevos límites que se van incorporando al trabajo diario, como han sido en nuestro caso el diseño de herramientas para la accesibilidad, la realización de audiovisuales, el desarrollo de contenidos, etc., siendo cada vez más versátil y complejo en el propio diseño, y más efectivo y potente en el resultado final.
Si hoy en día no haces, junto al discurso científico, un proyecto museográfico con una dicción nítidamente contemporánea, el resultado es estéril e incluso irresponsable. Es fundamental dotar a la museografía de todas las herramientas que la permeabilicen a la mayor cantidad y variedad de público posible. Un mismo discurso y objeto ha de ser explicado e interpretado de diferentes formas y a diferentes niveles, porque ha de ser disfrutado y comprendido por diferentes tipos de visitantes, de diferentes edades y diferentes capacidades de comprensión y formación.
El futuro de la museografía pasa por incorporar las tecnologías, pero con una responsabilidad absoluta y muy medida, ya que son un producto muy caduco y puede ser que el esfuerzo y resultado se vuelva en tu contra a medio o, incluso, corto plazo. Un buen uso de las tecnologías puede aportar aquellas referencias que a los objetos, prácticamente todos de vida cotidiana, les falta para ser entendidos.
Toda esta nueva museografía se ha aprendido a diseñar en un casi continuo estadio de bajos presupuestos y crisis económicas. Se han tenido que desarrollar mecanismos de trabajo con audacia y con una máxima responsabilidad en la inversión económica en cultura y patrimonio. No hacen falta grandes dispendios económicos para poder tener proyectos que sean nítidos, arquitecturas museográficas narrativas que sean comprendidas y disfrutadas por todos los públicos y que contengan el mismo rigor, revisado e implementado con los nuevos hallazgos, de aquellos pioneros de los primeros museos que hicieron ya un esfuerzo estoico en salvar, excavar, almacenar, exponer…
Ahora, al entrar en muchos museos de primera generación, nos encontramos con un nuevo concepto: la necesidad de hacer arqueología del museo, la arqueología de sus almacenes, debido a las cantidades ingentes de material almacenado durante el paso de los años y que necesita ser revisado. Este material es un nuevo foco de interés para el público y una responsabilidad de los diseñadores museográficos y de los técnicos de patrimonio y museos, que lo saquemos a la luz y lo presentemos al público para que se pueda entender su escala real en nuestras museografías, su complejidad y la belleza de nuestra historia a través de arquitecturas museográficas contemporáneas y audaces.
Los estudios de museografía debemos convertirnos en una herramienta eficaz para traducir al público, a través de soportes museográficos, aquello que se quiere contar. Pero los primeros pasos con estos técnicos, verdaderos directores de orquesta de equipos multidisciplinares donde nos integramos como museógrafos, deben ser los de encontrar herramientas y vías eficaces de obtención de fondos para poder llevar a cabo los proyectos.
Estas herramientas originarias, herramientas documentales como memorias valoradas, anteproyectos, planes directores, etc., son la llave para conseguir financiación que pueda llevar a cabo aquello que comenzamos a imaginar. Unos primeros pasos que acaban siendo parte de nuestro ámbito de trabajo día a día, de la mano de los técnicos, para estudiar esa viabilidad económica. El ingenio, la destreza arquitectónica para conseguir una buena museografía con bajos presupuestos, es ya un tema de oficio y experiencia, de amor por el trabajo de comunicar a través de estas arquitecturas narrativas, sea cual sea el tiempo, inversión y espacio con el que se cuente en cada caso.
La difusión efectiva de contenidos científicos se ha de resolver con unas herramientas de intermediación, las museográficas, que hoy son una disciplina compleja que trabaja el espacio, la iluminación, el sonido, la gráfica, la didáctica aplicada, la accesibilidad, pero no como compartimentos autónomos, sino como arquitecturas que lo orquestan todo para servir de soporte al objeto y al discurso científico. El visitante percibe este soporte escenográfico como una interfaz, como un medio eficaz de comunicación que le permite disfrutar y entender aquello que se le quiere trasladar desde los museos y centros de interpretación con permeabilidad y una dicción decididamente contemporánea con la que se reconocen y entienden.
Ángel Luis Rocamora Ruiz
Arquitecto y director de Rocamora Diseño & Arquitectura
Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #05 | Diseño (junio de 2022).