Nada Khalifa, directora de ‘Qaher’

#MAKMAAudiovisual
‘Qaher’, de Nada Khalifa
20′, Palestina, 2024
Cinema Jove
Festival Internacional de Cine de València
Hasta el 28 de junio de 2025

La 40ª edición de Cinema Jove ha presentado una programación variada donde ha primado la vindicación de talentos emergentes y de nuevos lenguajes cinematográficos. Entre los cortos escogidos por el festival, ‘Qaher’ se constituye como un relato que apuesta por la defensa de los derechos humanos, donde la diáspora palestina se muestra desde una perspectiva tan humana como realista.

Jason es un canadiense de origen palestino que decide volver a casa para conocer a su sobrino y llevarle como regalo una cabra. Sin embargo, el retorno a su tierra supone un encuentro con las implicaciones sociopolíticas que actualmente forjan su identidad.

‘Qaher’ confluye, así, con la tradicional estructura del viaje del héroe. No obstante, nuestro héroe mítico se ve deformado, en esta ocasión, por una mirada aleccionadora que castiga unas raíces, una identidad.

Su directora, Nada Khalifa, procedente de Gaza, defiende el cine como un arma para contar la verdad.

¿Qué puedes contarnos sobre el título del corto? ¿Qué entendemos por Qahar’?

La palabra no se puede traducir porque se utiliza para referirse a una situación muy específica, concretamente a la deshumanización, la opresión y el racismo que sufrimos durante siglos. Ese es el verdadero significado. Decidí no intentar traducirla porque, cuando lo intenté, ninguna palabra en inglés bastaba; las que más se aproximaban eran la ira o la rabia, pero no reflejaban este sentir que nos atraviesa generación tras generación.

Al volverse viral esta palabra en redes sociales con la explicación que se incluye al final del cortometraje, pensé que quizás era el mejor modo de describirlo para contar aquello que necesitaba decir.

‘Qaher’, de Nada Khalifa. Imagen cortesía de Cinema Jove.

El conflicto entre la búsqueda y la exclusión por razones identitarias es uno de los móviles del cortometraje ¿Qué supone este conflicto para el protagonista?

Cuando pensé en el personaje, me inspiré en un amigo de Polonia que tuvo que cambiar su nombre por el significado; hay nombres que en Occidente adquieren una carga negativa. Pensé que podía ser el caso de mi personaje, que tuviese que cambiar su nombre, y cuando cambia lo cambia entiendes que no es exclusivamente un cambio de nombre, sino que cambia su personalidad y su historia.

Pierde parte de su identidad y este proceso es frecuente en la diáspora palestina. Pierden sus raíces y no es tan solo el cambio de nombre, también sucede por la distancia con su tierra. Es entonces cuando te das cuenta de lo lejos que has estado, de los cambios y de que tu casa ya no será nunca más un hogar. Traté de trasladar este sentimiento al corto porque es una emoción compleja que los palestinos padecemos, sobre todo aquellos que han sido más patrióticos, y así fue cómo nació el argumento.

¿Refleja ‘Qaher’ parte de tu experiencia vital de una manera fidedigna?

En los últimos siete años no viví en Palestina, he estado viviendo en Polonia, pero volvía cada verano para ver a mi familia, estar con mis amigos… Cada verano notaba lo mucho que iba cambiando: desde los cambios legislativos o las calles cerradas hasta los asentamientos ilegales y expansivos… Con ello, cambiaban las personas, su modo de vida y sus estados anímicos.

Era un choque, una y otra vez. Estuve sin volver desde la COVID, pasaron tres años y ya no pude regresar a reconocer mi hogar, entender a mi gente, por estar viviendo mi sueño. Estaba lejos y a salvo, mientras mi gente no; eso me golpeaba cada día. Estaba lejos, pero estas son mis raíces y mi familia, así que tenía una responsabilidad. Por ello, mi personaje regresa y, pese a no sentir ya ese pertenecer a un lugar, sigue siendo palestino; pese a cambiar su nombre o su pasaporte, sigue siendo palestino.

‘Qaher’, de Nada Khalifa. Imagen cortesía de Cinema Jove.

La cabra que acompaña a Jason juega un papel importante en el transcurso del viaje ¿Tiene algún peso simbólico?

Quería que la historia fuese lo más humana posible y que, de algún modo, subvirtiese la representación deshumanizante de la propaganda y los medios. La mejor forma de humanizar es incluir un animal; además, en el fondo, quería que la cabra simbolizara una parte muy importante de mi vida. La primera vez que vemos al animal, lo sacan de su hogar y de su familia. Tiene que viajar a un lugar que desconoce, sabemos que su final será la muerte. Esta es la metáfora de la vida de un palestino, porque sabes que un palestino medio no tendrá una larga vida debido al trato que nos depara el resto del mundo.

Hay una escena en la que unos niños limpian el coche del protagonista a cambio de unos refrescos de Coca-Cola ¿Qué hay detrás de esta escena?

En primer lugar, me gustaría decir que se filmó antes del boicot a Coca-Cola; en la actualidad, es una de las compañías que favorecen la ocupación israelí. Mi mensaje es que boicoteemos Coca-Cola por apoyar el genocidio.

En cuanto a la escena, estos niños le devuelven imágenes sobre su infancia al protagonista porque debió de ser como la suya. Los niños son capaces de lidiar con la cabra mucho mejor que el protagonista, que tuvo que dejarlo todo. Necesitaba que la escena con la Coca-Cola apareciese porque quería hablar del contrabando, del control de lo que entra y de lo que sale en poblaciones que son sitiadas. Esta es la razón de la escena con los refrescos.

A propósito del debate entre los intelectuales, tras la Segunda Guerra Mundial, en torno a la imposibilidad de narrar el horror, ¿cómo nombrar lo innombrable?

Hay mucha censura sobre lo que ocurre en Palestina, sobre todo en Occidente. Tenemos que ser honestos. Los periodistas que hacen bien su trabajo saben qué es lo que hay que decir. Hablar con la verdad es lo más importante y no caer en la propaganda.

No hemos de tener miedo de hablar de lo que ocurre en Palestina porque, como seres humanos, es nuestra responsabilidad hacer algo cuando ocurren cosas malas.

Ahora, el boicot es muy importante: boicot a las compañías que financian el genocidio, a Coca-Cola, a Starbucks, a McDonald’s… Presionar al Gobierno y protestar.