Miquel Ausina

#MAKMAEscena
’14 dies’, de Miquel Ausina
Dramaturgia: Eva Zapico y Xavo Giménez
Intérpretes: Miquel Ausina y Ana Casanova
Animación: Carla Protozoo y Juanfran Jacinto
Espacio sonoro: Teo Cid
Sala Carme Teatre
Gregorio Gea 6, València
Del 23 al 26 de marzo de 2023

La búsqueda de un lugar donde sentirse a salvo –bien sea de la intemperie, de guerras o catástrofes, de algún peligro o enemigo empeñado en destruirnos– es un impulso básico del ser humano enraizado en el poderoso instinto de supervivencia. No es fácil encontrar ese refugio, ese remanso de paz que para cada persona adopta una forma y unas características determinadas, pero tampoco una misión totalmente imposible. De lo que no cabe duda es de que, si ese espacio de salvación es compartido en armonía, su efecto protector será mucho más eficaz y duradero.

Es el transfondo de ‘14 dies‘, el último espectáculo creado por Miquel Ausina, pianista y profesor del conservatorio de València, que desde 2016 trabaja en la divulgación del repertorio de músicas de nueva creación a través de las artes escénicas como lugar de hibridación y de simbiosis con otras disciplinas. Así, en ’14 días’, la música contemporánea funciona como un hilo conductor que conecta otros lenguajes: el teatro, los vídeos, la animación y el lenguaje de signos, en un artefecto audiovisual de caracter inclusivo.

Un paso más –tras su anterior pieza, ‘Metamorfosis’– que se representa del 23 al 26 de marzo en la Sala Carme Teatre dentro de sus residencias de creación 2023, y que gira alrededor de dos ejes: la música como refugio y las manos como elemento identitario.

14 dies. Miquel Ausina

«Siempre me ha llamado la atención que seamos capaces de reconocer a alguien solo mirándole sus manos», señala Ausina, que como pianista pasa muchas horas viendo las suyas desplazarse sobre el teclado, generando notas y sonidos que a veces no coinciden con el concepto clásico de composición, pero que comparten el mismo objetivo que cualquier partitura: trasladar unos sentimientos y provocar una emoción en quién escucha. Sus manos le abren la puerta hacia un refugio, la música. Y le ofrecen la posibilidad de expresarse.

Lo mismo le ocurre al protagonista de ’14 dies’, a quien da vida sobre el escenario. En clave de distopía, el espectáculo arranca cuando un joven que escapa de un gran peligro entra en un lugar abandonado en el que va a permanecer, precisamente, catorce jornadas, donde encuentra un piano que se convertirá en su remanso de paz.

Tras pasar tres días sin provisiones, acechado por el hambre, descubrirá que no está solo, pues una mujer cohabita con él oculta a su vista en ese refugio. Ella también usa sus manos para expresarse, aunque de manera muy distinta, mediante la lengua de signos. Y ambos se darán cuenta de que se necesitan mutuamente para mantenerse a salvo.

«Al principio, pensaba en algo abstracto a partir de las manos, su estética y la gestualidad, pero luego se convirtió en más narrativo», dice Ausina. «A lo largo del proceso, que no ha sido simple ni cómodo, pero sí muy intenso, surgió el tema del lenguaje de signos que usan los sordomudos, que me resulta hipnótico, fascinante y que es muy desconocido, así que contamos con Ana Casanova, intérprete de este lenguaje que encarna al personaje femenino, junto a una persona sorda, Josep Gimeno, para hacerlo accesible a públicos con discapacidad o dificultades auditivas».

’14 dies’ de Miquel Ausina. Imagen cortesía del autor.

Ausina recalca que su obra «no se trata de un concierto pensado para sordos». «Queríamos que pudiera disfrutarlo un espectador oyente, pero también aquellos que no lo son. Por eso en algunas escenas hemos trabajado con sonoridades muy graves, amplificadas en el patio de butacas para que las ondas que producen lleguen a los cuerpos de quienes no pueden oír. En la medida de lo posible, también hemos diseñado el tratamiento de la luz para que toda la información visual se perciba fácilmente, además de pequeños trabajos de accesibilidad que incluyen subtítulos e ilustraciones para reforzar la traslación de lo que está ocurriendo en escena».

La lengua de signos es una manera segura de comunicarse entre los dos personajes, «dándole valor dentro de la trama», comenta el músico, que quería visibilizar el patrimonio que es la lengua de signos para las personas sordas e intentar paliar las dificultades de acceso a la cultura que sufre este colectivo.

Motivado por el deseo de dar a conocer las llamadas músicas de nueva creación, Ausina ha encontrado en el teatro y en la colaboración entre diferentes lenguajes una manera de acercarla a espectadores no especializados y de aprovechar la espectacularidad que muchas veces conlleva su interpretación.

Por ejemplo, en ’14 días’ se incluye una pieza de la danesa Luka Raven que ahonda en el paisaje sonoro de una máquina de escribir. Escucharla en un formato de concierto quizá no sería tan expresivo como verla contando parte de una historia, ya que, mientras el personaje va tocando la máquina de escribir, se proyectan en el escenario una serie de palabras clave para la trama, que, además, han sido animadas gracias al trabajo de Juanfran Jacinto.

El resultado es la unión de tres estímulos –audiovisual, escrito y musical– para dar otra dimensión a esa partitura y hacerla partícipe del relato, permitiendo que conecte mucho mejor con la audiencia.

Siguiendo esta premisa, Ausina ha seleccionado siete piezas en las que resuenan ecos de Debussy o Chopin, pero con un acercamiento totalmente contemporáneo e innovador. Cuatro son para piano: dos del estadounidense George Crumb y dos del valenciano Manuel Rodríguez. El repertorio se completa con composiciones de electrónica, de percusión o gestuales.

«Según mi experiencia, la gente se asombra de cómo conecta con estas músicas, tienen un punto de virtuosismo que es muy atractivo a nivel visual y un poco hipnótico. Hay una partitura para tres percusionistas que, mediante proyecciones, conseguimos que la interprete yo solo, utilizando una tabla de madera», avanza Ausina sobre una de las sorpresas de la puesta en escena.

Otro uso del audiovisual son los vídeos con ilustraciones creadas por la artista valenciana Carla Protozoo, animadas fotograma a fotograma mediante la técnica de cut out (similar a stop motion, pero con cartulinas, en lugar de figuras de plastilina). Son un alter ego del protagonista y sirven para hablar de su pasado, aportando más matices a una historia creada por la actriz, directora de escena y autora Eva Zapico, responsable de la dramaturgia, quien colaboró con Ausina en la primera fase de creación.

El actor, director de escena y dramaturgo Xavo Giménez se incorporó en la segunda y última fase del montaje, en la que tiene especial importancia el espacio sonoro creado por Teo Cid, caracterizado por un ruidismo electrónico acorde con los universos distópicos.