Mata Baja. Sala Carme Teatre. La Siamesa

#MAKMAEscena
‘Mata baja. Debajo del sudor hay personas’
Dirección y coreografía: Ángela Verdugo
Coescritura: Ángela Verdugo y Xavier Puchades
Dramaturgia: Xavier Puchades
Intérpretes: Ángela Verdugo, Carlos Molina, Sebastián López y Joan Martínez
Cía La Siamesa
Sala Carme Teatre
Gregori Gea, 6, València
Hasta el 10 de marzo de 2024

La compañía dirigida por la bailarina y coreógrafa Ángela Verdugo, La Siamesa, presenta esta semana en la Sala Carme Teatre su última pieza, que lleva como título ‘Mata baja’ acompañada del sugerente subtítulo ‘Debajo del sudor hay personas’. Con esta obra cierra la trilogía que comenzó en 2017 con ‘A-normal’ y que siguió ‘Santa Cultura’.

‘Mata baja’ es una pieza que comienza por el final. Como si se corrigiese a sí misma, la lógica discursiva se plantea para después ser derribada. El rosa plastificado del chándal y la peluca techno punk es lo que podríamos entender por futuro distópico. Sin embargo, esa prospección tan pueril deja paso un lugar lleno de poesía, de política y de una filosofía que resulta radical y disruptiva en su simpleza. ‘Mata baja’ habla del tiempo que vendrá a través de un diálogo madre-hija en el que se exige una vuelta a lo vegetal, un elogio al matorral y a la manera política de estar en el mundo: ser lo bajo es también ser lo imprescindible.

Mucho tiene que ver el trabajo que han hecho Puchades y Verdugo, que firman el texto, en el terreno teórico. Esa es la pata sobre la que se articula, después, el armazón escénico, y en conversación con ellos descubrimos pensadores con tesis sorprendentes. Por ejemplo, ahora sé que los vegetales constituyen el 81 % de la vida en el planeta.

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Emanuele Coccia, que trata paisajismo y biología, es autor de ‘La vida de las plantas’, en el que habla de cómo los vegetales encarnan el lazo más estrecho y elemental que la vida puede establecer con el mundo. O Stefano Mancuso, biólogo que habla sobre neurobiología vegetal, defensor de la inteligencia y sensibilidad de las plantas, quien asegura que han sido menospreciadas por el ser humano, que las plantas sienten y piensan.

Sobre todo, la teoría del ‘Third landscape’ del famoso jardinero Gilles Clement. El tercer paisaje sostiene que los espacios habitualmente considerados descuidados son los más importantes: son áreas privilegiadas de receptividad a la diversidad biológica y lugares de invención biológica. Son bordes de carreteras, fábricas o canteras abandonadas, o espacios eludidos. Como dice Verdugo, “nos hizo cambiar la manera de mirar la naturaleza, lo marrón, lo pequeño, lo supuestamente feo. Lo marrón también es valioso y necesario”. Lo que se busca es la polisemia como clase social y como clase vegetal.

Mata baja es lo que nos queda por delante tanto a nivel ecológico como a nivel social. Xavi Puchades, coescritor del texto y dramaturgista de la pieza, explica ese enlace entre lo social y lo vegetal: “Nosotros procedemos de familias humildes y obreras, y solo aspiramos a hacer juntos algo bello. Somos un equipo conformado por matas bajas y crecemos donde nos dejan. Esta trilogía ha acabado explorando cómo dedicarse a la cultura cuando no vienes de familia rica y has sufrido la indiferencia continuada de unas ayudas públicas pensadas a la contra de tu manera de concebir el arte”.

“Nosotros no aspiramos a la excelencia ni participamos de la sobreproducción cultural”, mantiene Puchades. “Nosotros nos preguntamos sobre la manera de resistir a los mecanismos extractivos y destructivos del mercado, sobre la manera en que la forma de vida de la naturaleza tiene que volver urgentemente a nuestras vidas”.

Esta pieza completa una trilogía que comenzó en 2017, que se titula ‘El otro paraíso’ y que han sido todas estrenadas en la Sala Carme Teatre. Está planteada en términos de pasado, presente y futuro. Verdugo hace una breve reflexión sobre lo que han supuesto los últimos siete años en los que ha desarrollado su tríada: “Lo que ha evolucionado en la trilogía es que he empezado a deshacerme y vaciar de elementos, aunque siga habiendo muchos. Va quedando lo esencial. También asumir que soy una bailarina de 44 años y llegar a un punto que siga siendo interesante, es en lo que estoy”.

La mezcla de disciplinas: danza, texto, audiovisual, sonido, construcción de espacio. El trabajo, de nuevo, de Carlos Molina, un nombre fundamental para entender parte de la danza y el teatro contemporáneo de esta ciudad, es capaz de transportarte a un lugar y en un tiempo determinado. También Rocío Pérez (acompañamiento coreográfico), y Joan Martínez “MEI” (diseño sonoro). El equipo se completa esta vez con Sebastián López (audiovisuales), Áurea Morán (vestuario), los músicos Avelino Saavedra, Quiteria Muñoz y Pierre Bastien, y el diseñador gráfico Daniel Requeni.

Al respecto, Verdugo nos cuenta que “se ha ido constituyendo un equipo del que ya no puedo prescindir. Juntos hemos aprendido que asumir la diferencia nos hace únicos, y hemos creado un lenguaje propio que reclama continuidad”.

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La voz en off en la obra nos va guiando a través de una continuación de imágenes entrelazadas en las que el cuerpo de Verdugo se va transformando a través de cambios de vestuario. De ese ser rosa flúor del principio transitaremos hacia una especie de monstruo vegetal, lento, contemplativo. Esta manera de observar está explícitamente vinculada a varios cineastas: Agnes Varda elevada a los altares como santa y ‘Las espigadoras’ como leitmotiv. “Andrei Tarkovski y Godard, el tempo lento, detenerse a observar, no ir tan rápido, la contemplación, permitirnos mirar, escuchar, entender y hacer, vamos todos tan rápido que eso no nos deja pensar. Lo revolucionario de estarse quieto y darnos tiempo para pensar”.

‘Mata baja. Debajo del sudor hay personas’ es una pieza en la que se pueden disfrutar de momentos poéticos, de momentos reflexivos, de humor y de la mera contemplación de lo bello que ahí sucede. Como su última residencia de creación, se podrá ver en la Sala Carme Teatre hasta el 10 de marzo.