María José Marco
#EntrevistasMAKMA
‘Confinada con su maltratador’, de María José Marco
Vitral del MuVIM
Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat
C / Quevedo, 10. Valencia
Desde el 25 de noviembre de 2020

“De lo que tengo miedo es de tu miedo”, apuntó sentencioso el gran escritor británico William Shakespeare. Y así, como una estampa en bucle, una misma mujer desnuda, repetida hasta en diez ocasiones en el vitral del Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM) de Valencia, evoca el miedo que ella siente acurrucada, por culpa de cierta agresión interior al encuadre, pero invisible, al tiempo que lo traslada al espectador, igualmente concernido por ese pánico al que asiste sobrecogido desde el exterior del mural.

Un miedo que va de dentro afuera, repitiéndose como se repiten las pesadillas, cuando los sueños más dulces se tornan amargos, insistentes, angustiosos. Porque el miedo de esa mujer desnuda creada por María José Marco, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, teniendo que ver con aquel que siente quien se halla sometido a la agresión del carcelero, en este caso recordando la violencia machista, ese miedo, decimos, sobrepasa los límites de tan evidente encierro. Diríase, siguiendo al poeta Giacomo Leopardi, que, más que temer a la prisión, a la pobreza o a la muerte, deberíamos temer al miedo.

Obra de María José Marco, en el vitral del MuVIM. Imagen cortesía del museo valenciano.

‘Confinada con su maltratador’, tal es el título de la exposición que el MuVIM acoge desde el 25 de noviembre, alude, obviamente, a esa violencia que sufren miles de mujeres a manos de hombres que, en lugar de amar, han encontrado en el odio un atajo letal a sus propias frustraciones. Sin embargo, Marco, atendiendo a la llamada más compleja y universal del arte, ha querido transformar esa violencia en miedo, para que seamos todos víctimas de la agresión que, alguna vez en la vida, hemos llegado a sentir por diversos derroteros. “El que teme sufrir ya sufre el temor”, señala un proverbio chino, sin duda apropiado para revelar cuanto venimos diciendo.

“Yo siempre parto, para mi trabajo, de cosas personales, ya sea de forma intuitiva o adrede. Algo que me haya pasado a mí”, advierte Marco. En este caso, dado que el trabajo estaba pensado para ese Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la artista se acordó de una imagen suya, “con respecto a una situación igualmente dramática, aunque no tuviera que ver con la violencia de género”. Imagen en la que ella misma estaba desnuda, acurrucada y con mucho miedo. “La visualicé y enseguida pensé en hacer algo así”, añade.

María José Marco, ante su obra en el vitral del MuVIM.

Como todo el mundo tenemos situaciones dramáticas en la vida, apunta Marco, y esa imagen de la que se acordó tenía que ver con una de ellas, pensó que encajaba perfectamente, como punto de partida, para el encargo del vitral en el MuVIM. “Yo, antes que trabajar con modelos, si puedo me fotografío a mí misma, involucrándome así en los proyectos. De manera que las fotos, en este caso, me las hice en mi estudio, para trabajarlas después en el ordenador utilizando las nuevas tecnologías para el tratamiento de las imágenes”.

“No quería mostrar nada que tuviera que ver con la sangre o la violencia explícita contra la mujer, ni con el morbo, sino mostrar un miedo más universal. Aunque no fuera tan evidente, que sugiriera esa percepción del miedo”, insiste la artista.

Cuando le plantearon intervenir en el vitral, todavía no se había producido el confinamiento en las casas. Una vez se produjo el 14 de marzo, le vinieron muchas noticias de prensa relacionadas con mujeres que estaban confinadas con sus agresores, y eso le pareció “terrible”, de ahí que pensara en enfocarlo en esa dirección, rizando el rizo. “A la sensación del encierro, que ya es dura, se le añade el hecho de estar encima con una persona agresiva, lo cual me pareció lo más de lo más”.

‘Confinadas con su maltratador’, de María José Marco. Imagen cortesía del MuVIM.

La repetición de las imágenes dice haber sido consecuencia de la adaptación al espacio del vitral. “Quise aprovechar la vidriera, con sus diez cuadrantes, de manera que fuera una concesión a la estética, jugando con los colores. Las sucesivas repeticiones tienen que ver con las también diferentes posiciones relacionadas con la sumisión. Esas manos abiertas, a su vez, parecen estar arañando la pared y, al mismo tiempo, revelando ese carácter de sumisión, de miedo, de claustrofobia”, resalta Marco.

La desnudez de esa mujer repetida, para subrayar el miedo prolongado ante una situación angustiosa, es, a su juicio, “una metáfora del desvalimiento, de estar sin nada en lo que apoyarte”. “La desnudez ayuda a potenciar el dramatismo”, agrega. Un desnudo más relacionado con lo siniestro que con lo bello. Incluso con la muerte, tal y como apunta Amparo Sampedro, comisaria de la exposición, en su texto: “Antes de que el 14 de marzo de 2020 cayera sobre todos nosotros, tú ya estabas muerta. Aquel te quiero pronunciado con rabia presagiaba lo peor. Entonces, llegó el abuso que te desconcertó y la humillante carcajada que te descerrajó. Fundido a negro”.

María José Marco, junto a la pieza que completa su obra en el vitral del MuVIM.

Precisamente sobre un fondo negro, se ilumina el cuerpo desnudo de esa misma mujer, en la pieza que acompaña al vitral. Un desnudo cuya figura emerge en la oscuridad como subrayando ahora, más que el miedo, el pánico. “Yo todo aquello en lo que me embarco, no me gusta hacerlo light. Me gusta involucrarme mucho, que es lo bonito del arte, que permite adentrarte con profundidad en situaciones tanto dramáticas como alegres. Me cautivan los contrastes, el claroscuro, las luces y sombras”.

“No soy una artista que exprese la belleza como una cosa bonita sin más”, continúa diciendo Marco, que afirma trabajar tanto la pintura y la ilustración como el arte digital. “Me considero pintora, pero no puedo dejar de lado las nuevas tecnologías. Cada una tiene su lenguaje, pero a veces me gusta dar la sensación ambigua de no saber si algo es pintura, fotografía o qué es. Esa ambigüedad me atrae”.

Como le atrae ampliar la dimensión de las cosas, más allá del contexto que suele atenazar al arte, fagocitado muchas veces por el capitalismo que lo reduce a simple mercancía, o por la política, que lo achata como mensaje o propaganda. “El color morado es el color del feminismo, pero no lo he querido utilizar de forma explícita, en alusión a ese día (25 de noviembre), para que no fuera todo tan evidente, tan excesivamente político. Quería que fuera una imagen más amplia y que a la gente le sugiriera muchas otras cosas”, concluye Marco.

María José Marco, junto a la obra que sirve de arranque de la exposición ‘Confinada con su maltratador’, en el MuVIM.

Salva Torres