El Cabanyal 1900-1991. Fotografías de la familia Vidal
Museu Valencià d’Etnologia (Muvaet)
C / Corona, 38. Valencia
Hasta el 27 de mayo de 2018
El Cabanyal, ahora que ese espíritu está tan de moda, fue municipio independiente desde 1837 hasta 1897, con el nombre de Poble Nou de la Mar. La historia que muestra el Museu Valencià d’Etnologia (Muvaet) arranca tres años después, en 1900, con el famoso barrio ya anexionado a Valencia. Son de entonces las primeras imágenes de la exposición ‘El Cabanyal 1900-1991. Fotografías de la familia Vidal’, con la que se pretenden rendir dos homenajes: al propio barrio y a las tres generaciones de una saga que “gracias a su tesón y amor por la fotografía” ha dejado testimonio vivo de tan singular enclave cercano al mar.
Luis Vidal Ayala que, junto a Manuel Cerdà, comisaría la exposición, subraya ese tesón y fervor fotográfico de sus antecesores, como principales “culpables” de las imágenes que ahora puede disfrutar el público. Imágenes que sirven tanto para el deleite estético, dada su impecable factura técnica, como para rastrear las huellas de un barrio repleto de cicatrices, reveladas gracias al carácter documental de la muestra. Martín Vidal Romero, Luis Vidal Corella y Luis Vidal Vidal son los artífices, mitad artistas mitad antropólogos, del mapa generacional y arquitectónico inscrito en las fotografías.
Se trata de un “breve recorrido por el trabajo de los fotógrafos Vidal”, explica Vidal Ayala, al tiempo que una muestra de “cómo vivía la gente, de su acerbo cultural”. Vivencias que abarcan 91 años, la más temprana firmada en 1900 en torno a una pareja de toros, una barca y dos pescadores a contraluz, recogiendo a ese pueblo pescador del que se hace eco el trabajo de Martín, el primero de los Vidal. Cierra cronológicamente el recorrido expositivo, la fotografía en la que se puede ver a la ex alcaldesa de València Rita Barberá durante una visita a las obras del paseo marítimo, con otras autoridades de la época.
Precisamente a Barberà y a su política urbanística se refirió de soslayo el director del MuVIM, Rafael Company, durante su presentación: “Había una deuda moral de las instituciones públicas valencianas con el Cabanyal, porque su destrucción también es obra de las propias instituciones”. A la espera de su futura reconstrucción, la familia Vidal lo que hace con sus imágenes es recrearlo, devolviéndole la vida al barrio con instantáneas de gran poder documental. “Buceando en nuestro archivo proponemos realizar un recorrido por la Valencia que mira al mar”.
Un recorrido por sus calles, su singular trama urbana y sus cicatrices, más o menos “naturales” por efecto de los raíles del tranvía, o provocadas por la fuerza intempestiva de los acontecimientos en forma de disturbios callejeros. Testimonios, en cualquiera de los casos, “de la tenacidad de un pueblo para mantener vivas las tradiciones y las costumbres propias, a pesar de tanto impedimento como tuvieron que superar durante el periodo que comprende la exposición”, señala Cerdà.
Son varios los aspectos que se recogen en torno al Cabanyal, barrio descrito como “popular”, “de trabajadores”, “un pueblo pescador”, “puerta de Valencia al mar” y que resultó “fuente de inspiración” para Blasco Ibáñez, Sorolla y José Benlliure, los tres apareciendo en algunas de las fotografías de la exposición. Edificios, casas, raíles, tranvías, barcos varados, vistas panorámicas del puerto, de Las Arenas, de la gente tumbada en la playa, tirándose al agua del puerto, del mercado, de sus trabajadores. El Cabanyal en estado puro captado por la familia Vidal en sucesivas generaciones.
“Tres generaciones de fotógrafos de una misma familia es una circunstancia difícilmente comparable, que sólo se explica por la transmisión de padres a hijos del amor por el oficio y la tradición”, destaca Cerdà. De tan singular transmisión, en justa correspondencia con la singularidad del propio barrio, pretende hacerse eco la exposición que hasta el 27 de mayo acoge el Muvaet. Igualmente aparecen las tensiones entre el entorno habitado por pescadores y la oligarquía local que, como apuntan los comisarios, vio en el Cabanyal “no un patrimonio, sino un mercado, el inmobiliario”, dificultando la conservación de “sus costumbres y sus tradiciones, su patrimonio artístico y cultural”.
La ropa colgada en mitad de sus calles empedradas, las cajas de pescado custodiadas por mujeres que lo ofrecían para el sustento propio y tantas otras faenas, aparecen en las fotografías de la familia Vidal a modo de registro documental de un tiempo que, gracias a ese tesón fotográfico, perdura. Manuel Cerdà cita a Raimon cuando canta, “quien pierde los orígenes, pierde la identidad”, para concluir: “Afortunadamente, la saga de los Vidal continúa y el Cabnyal también”.
Salva Torres
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