Cardiograma, de Lola Lasurt
Galería 6 del IVAM
C / Guillem de Castro, 118. València
Del 29 de abril al 19 de septiembre de 2021
¿La democracia está dormida o muerta? Esa es la pregunta que se hace Lola Lasurt, a partir de un ninot indultado de José Azpeitia, de principios de los años 80, que la artista retoma como punto de partida de su exposición ‘Cardiograma’. Una democracia con cuerpo de mujer, cuyos ojos cerrados remiten al sueño de la placidez reflejado en su rostro, al tiempo que evoca el aspecto fúnebre del tinte oscuro que la recubre. De manera que la democracia así retratada aúna lo bello y lo siniestro, por seguir el título del ensayo del filósofo Eugenio Trías.
Podría igualmente decirse que esa ‘Democracia’, objeto del trabajo artístico de Lasurt, se mueve entre lo anestesiante, producto de esa placidez adormecedora, y lo terrible de la visión opuesta, que viene a descubrir el cuerpo corrupto, en tanto sometido al desgaste inmisericorde del tiempo. La democracia, por tanto, tal y como realmente es: la superposición de dos capas en tensión, por albergar el bienestar que produce tanto desarrollo económico, junto al empuje de la violencia que soterradamente pide paso para salir del amodorramiento cotidiano.
“Entiendo el sistema como una persona”, dijo Lasurt, durante la presentación de su ‘Cardiograma’ en la Galería 6 del IVAM, donde estará hasta el 19 de septiembre. Cardiograma que viene a tomarle el pulso a ese sistema encarnado en la persona o mujer, que representa el ninot de Azpeitia, de la que la artista subrayó ese carácter dormido y fúnebre. “Es una alegoría de la democracia, acerca de si está dormida o muerta, al tiempo que te preguntas por ello”.
Cuestión que Lola Lasurt encara mediante la figura de esa mujer tumbada sobre un soporte de madera, construido en colaboración con el Museu del Gremi Artesà de Fallers de València en la Ciutat Fallera, que completa con una serie de imágenes sobre planchas de zinc, extraídas de archivos familiares y grabadas en los años 50 y 70, que muestran diversas manifestaciones pirotécnicas, y una serie de pinturas sobre una tela de 42 metros, que traducen plásticamente, fotograma a fotograma, las formas de una exhibición pirotécnica recogida en video de la Feria de Julio de 2017.
La Galería 6, dividida en dos pisos, pone en relación esa ‘Democracia’, entre dormida y fúnebre de la planta inferior, rodeada de imágenes amateurs del Arxiu Filmic del Institut Valencià de Cultura, todo ello bajo una luz trenebrosa, con el despliegue de color recogido en la tela del piso superior. “Es una manera de reanimar la democracia con disparos pirotécnicos”, resaltó Lasurt.
Nuria Enguita, directora del IVAM y comisaria de la muestra, se refirió al estado de esa democracia de la que se hace cargo Lasurt en ‘Cardiograma’, como una forma de plantearse el tiempo pasado desde una óptica presente. “Es una reflexión desde la pintura”, que Enguita denominó “pintura performativa”, para pensar ese pasado reciente que arrancaría en la Transición, al tiempo que permite una “reflexión sobre la cultura popular, la fiesta y la conmemoración”.
“A medida que la cultura democrática avanza, la fiesta se transforma”, explicó la artista, para quien las Fallas, objeto de su trabajo de investigación, siempre han sido un modo de “diagnosticar anualmente el sistema”. Fiestas falleras cuya institucionalización puede acarrear la neutralización de sus objetivos primarios. “Se ha perdido esa voluntad crítica”, subrayó, al tiempo que negaba que dichas fiestas fueran contra la institución pública: “No creo que vayan contra la institución, porque es natural, espontánea”.
“Si la institución es pública, es nuestra, de todos”, afirmó, subrayando a continuación la tensión “muy patente” que hay en su trabajo entre lo público y lo popular. Tensión igualmente presente en su obra entre la figuración y la abstracción: “Es una tensión que me interesa”, aludiendo a las vanguardias de principios del pasado siglo, para explicar también la reverberación de su pintura, mediante la cual traduce el sonido pirotécnico a colores.
“He intentado reproducir la pirotecnia con todas sus formas reales”. Formas que, aunque se mueven en el registro visual y no en el auditivo, Lasurt piensa que, siguiendo el espíritu de esas vanguardias, evocan los sonidos sin necesidad de complemento alguno. “El color produce sonidos y es música, por eso todo está en silencio”, apuntó, mientras se refería a la participación activa del espectador, que es quien debía encontrarlo en los 59 fragmentos plásticos recogidos en la tela de 42 metros. “Esto tiene un ritmo”, agregó.
Dijo que pintaba al óleo sobre tela, porque es “lo más tradicional” y porque quería “ir a los principios de la tradición pictórica”. La pirotecnia le ayudaba, en este sentido, “a pasar a la abstracción”. Formas y colores evocando el sonido que vincula el piso superior de la Galería 6 con el inferior, donde las imágenes sobre planchas de zinc y la ‘Democracia’ con cuerpo de mujer produce la tensión entre ese cuerpo social dormido y su reverso energético, que Lola Lasurt evoca en su ‘Cardiograma’.
Con todo ello, Lasurt plantea un tema controvertido acerca de la democracia y su capacidad para dar cabida esa tensión, hasta el punto de adormecer la cultura popular en aras del turismo, desactivando su carácter provocador. De ahí que ‘Cardiograma’ proponga, mediante esa reactivación pirotécnico-plástica de la mujer habitada por lo bello y lo siniestro, un cuestionamiento de la fiesta, allí donde ésta adolece de la energía perdida por la asimilación de su carácter transgresor.
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