València Thinks Global. Imaginem el futur (25 de junio)
La Nau de la Universitat de València
Encuentro online con Daniel Innerarity y Margarita Soler
Moderador: Antonio Ariño
Viernes 3 de julio de 2020

“No me esperaba que fuera a ocurrir esto y con estas dimensiones”, empezó diciendo el filósofo Daniel Innerarity. “Esos primeros días de marzo yo creo que vivíamos más pendientes de la crisis catalana, de la conformación del nuevo gobierno en España, de la precampaña en algunas comunidades autónomas y, en el ámbito más local, de las Fallas y de la asistencia de muchos aficionados al Valencia al super partido que se celebraba en Milán también por esas fechas”, apuntó Margarita Soler, presidenta del Consell Jurídic Consultiu de la Comunitat Valenciana. Lo subrayaron a modo de preámbulo de lo que después fueron desgranando en torno a la pandemocracia y el coronavirus, tema que los reunió virtualmente en una nueva edición de ‘València Thinks Global. Imaginem el futur’, organizado por la Nau de la Universitat de València.

Como a Innerarity y a Soler, a muchos ciudadanos nos ha sucedido lo mismo: que entonces no adivinábamos lo que se nos venía encima y ahora, pasado un cierto tiempo, todavía buscamos explicaciones que nos ayuden a comprender tamaño confinamiento provocado por el coronavirus. Innerarity y Soler, moderados por Antonio Ariño, vicerrector de Cultura, una vez descrita esa primera fase de estupor, fueron avanzando algunas interpretaciones. “Cuando empieza la pandemia, algún amigo me mandó una foto con una página de mi último libro, donde por lo visto digo que hay que tener en cuenta las futuras pandemias o las crisis financieras, y alguien me decía, tú ya lo sabías, y evidentemente no”, zanjó el autor de ‘Pandemocracia: una filosofía de la crisis del coronavirus’ (Galaxia Gutenberg), libro en torno al cual se articuló el encuentro.

Daniel Innerarity en un momento de su intervención.

“Lo que podía saber”, continuó, “es que nuestros sistemas políticos estaban muy mal preparados para la gestión de las crisis, fueran las que fueran. Segundo, que aunque esa crisis fuera, en buena medida, muy conocida, el contexto en el que se produce, de gran interacción, es realmente nuevo. De manera que sabía que iba a ocurrir algo que era imposible de predecir, pero nada más”.

“El comienzo de la pandemia viene de una parte del mundo donde la información no circula y entonces, probablemente, eso hizo que no lo valoráramos. Y hay otro factor que contribuyó a esta desvaloración y es el hecho de que vivimos un momento de la historia de la humanidad en el que nos creíamos menos vulnerables que nunca”, terció Soler. Y añadió: “Creíamos que la ciencia lo tenía casi todo controlado, al igual que las enfermedades, junto a una longevidad inaudita para la historia de la humanidad, y nos preocupaban más problemas como los robots humanizados. Nadie podía pensar que ante este virus, que conlleva una enfermedad tan letal y tan grave, la única solución que nos iban a dar era ponernos un trapito en la cara, lavarnos las manos y poner distancia”.

Margarita Soler en un momento de su intervención.

Para Innerarity, “el populismo desprecia la ciencia y hay al menos una parte del populismo que es terraplanista, muy despectivo del saber experto y que desprecia mucho el conocimiento; un populismo muy cateto”. Y una de las primeras cosas que esta crisis ha puesto en valor, según el filósofo, “es la importancia de la investigación, de la ciencia, del saber experto, en la toma de decisiones y la gestión de la crisis”. “A veces a la ciencia le pedimos más de lo que puede dar, porque la ciencia no consigue siempre satisfacer las expectativas que tenemos, y deberíamos prevenirnos frente a una futura decepción, que no tiene que ver con que haya o no vacuna, como con que la ciencia no es una disciplina humana que permita resultados en cuanto los demandamos”, apostilló.

Soler, Ariño e Innerarity en un momento del encuentro online.

Uno de los aprendizajes de la pandemia, según Soler, “es el valor de lo público”, al que aludió poniéndolo en relación con la escuela, siguiendo la estela del propio Innerarity. “Dejar a los niños en casa es lo más desigual que existe, porque existen muchas clases de casas y de familias y, por tanto, la socialización que supone la escuela es importante como elemento igualador. El espacio público se ha contraído más que nunca a lo privado. Hemos tratado de reproducir la vida social en casa. Esa frontera entre el espacio público y el privado se diluye. Y es una complejidad de nuestra democracia, por utilizar un término tuyo, para la cual nuestros modelos de democracias liberales no estaban preparados”, destacó la presidenta del Consell Jurídic.

“Era relativamente previsible que un terremoto de las características que estamos padeciendo dejara visibles nuestras vergüenzas, nuestras incoherencias, nuestras desigualdades, también alguna fortaleza porque no partimos de cero. Pero es evidente que las desigualdades que había se acrecientan, la subordinación de la mujer aumenta, y todo eso se agudiza”, explicó el autor de ‘La política en tiempos de indignación’. “Hace poco alguien llamaba la atención sobre el hecho de que la contaminación es lo único que va bien, porque cada vez hay menos, pero, claro, la solución no es parar el mundo, que lo hemos detenido de una manera brutal. Hemos metido el freno de mano con el coche a toda velocidad y, lógicamente, estamos dando vueltas”, agregó.

Maniquíes sin rostro en la calle. Foto: Makma

Margarita Soler se refirió también a la idea de Europa, “que sigue siendo válida y, aunque a suene a tópico, probablemente más necesaria que nunca”. Para luego precisar: “También es cierto que la Unión Europea carece de mecanismos de gestión eficaces. Requiere una estructura más federal. Un eurodiputado, en uno de esos discursos durante la pandemia que circulan luego por las redes, dijo que lo que tarda China en construir un hospital, nosotros tardamos no en celebrar una reunión, sino en convocarla. Europa está más pensada para consensuar cosas, que para decidir”.

Innerarity dijo que él siempre había concebido Europa “como un experimento, un laboratorio, en el que intentar la coherencia de algo que es muy difícil que sea coherente”. En su opinión, veníamos de mundos estatalmente organizados “y eso salta por los aires, de manera que nos encontramos en un mundo de fragmentos, de dispersión, de mala regulación, de corrientes informativas que no respetan las fronteras, pandemias a las que les da igual el derecho constitucional, y ese es el mundo que tenemos”. Dicho lo cual, se aventuró  a ofrecer una imagen positiva de esa Europa objeto de controversia: “En ese mundo surge una pequeña isla, un experimento ingenuo, voluntarista, torpe, lento, con retrocesos, avances y mezquindades de todo tipo que es la Unión Europea. Y a mí es un espacio en el que me gustaría vivir, no solo como ciudadano, sino también como filósofo que reflexiona sobre esto. Europa es el único lugar donde hoy en día se puede proceder exitosamente a una reconciliación de lo político, lo económico y lo social”.

Dibujo de un rostro en la fachada de un edificio. Foto: Makma

“En este sentido, seguramente a Europa le siente bien la pandemia, porque el virus no entiende de fronteras y ha afectado a todos los países”, aseguró Soler. “En este país hay una memoria que funciona tácitamente, en virtud de la cual se piensa que los grandes cambios políticos se deben a catástrofes naturales, atentados terroristas o crisis económicas y, por tanto, esto podía suponer lo mismo. Y en un primer momento de la crisis los actores políticos han jugado a esto”, hecho éste que Innerarity vinculó con un segundo momento: “Tiene que ver con otro factor que es el de la aceleración de los tiempos políticos. Así como a Mariano Rajoy se le permitieron dos fracasos, por así decirlo, ahora pienso que la mayoría de los líderes políticos que hay no soportarían una segunda derrota y eso hace que ellos mismos se comporten con una gran ansiedad”.

Un gato asomado a la ventada de un edificio. Foto: Makma

Ansiedad ligada igualmente a Internet: “Las redes sociales producen una polarización muy exagerada y esto coincide con otra característica y es el elemento fuertemente competitivo de nuestras democracias, frente a la escasa atención que prestamos al elemento cooperativo. Estamos en campaña electoral permanente, que se caracteriza por un momento de máximo antagonismo. Esto funcionalmente es muy correcto, porque en ese momento se trata de destacar sobre el otro, pero si eso se extiende como una mancha, produce una disfuncionalidad enorme”, resaltó el filósofo.

¿Que cómo saldremos de esta crisis provocada por la pandemia? Innerarity, lejos de rehuir la respuesta, esbozó otro escenario próximo que pasa desapercibido. “De la crisis saldremos menos, porque algunos se van a quedar por el camino, y con más tópicos. El problema es que estamos prestando mucha atención a esta pandemia, porque es muy evidente y sus daños muy inmediatos, mientras que la crisis climática, que parece más alejada en el tiempo y en el espacio, y parece que no nos afecta, pues nos olvidamos de ella. Estamos muy atentos a aquello que es ruidoso, evidente, inmediato y llamativo, y no tenemos detectores para lo latente, silencioso y callado”. Y concluyó: “La gran renovación de la democracia es hacer que el futuro tenga mayor peso en el presente”.

Margarita Soler y Daniel Innerarity. Imagen cortesía de La Nau de la Universitat de València.

Salva Torres