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‘Las margaritas’, de Vera Chytilová
Con Jitka Cerhová, Ivana Karbarnová, Marie Cesková y Julius Albert, entre otros
76′, Checoslovaquia, 1966
Versión restaurada en 4K
Estreno en salas: 29 de noviembre de 2024

Una atmósfera extraña envuelve ‘Las margaritas’ (1966), de Vera Chytilová, una de las piedras angulares de la nueva ola de cine checoslovaco, instituida en un clásico de culto feminista, que llega a la gran pantalla por primera vez, de la mano de Atalante, restaurada en 4K.

Y, con lo extraño, no se alude a lo raro o a lo insólito, sino a lo foráneo, a lo desconocido. Marie I (Jitka Cerhová) y Marie II (Ivana Karbanová) no terminan de fusionarse en los marcos de su propia película. Actúan como dos extranjeras visitando –quizá invadiendo– una obra ajena.

En los primeros compases del filme, Marie I se asoma por la ventana de su cuarto y ve el exterior. Una calle en tono sepia. Apagada, mortecina. No solo mira un ángulo de una ciudad triste; emerge la sensación de que ella visualiza un largometraje antiguo, quizá incluso anticuado.

Cuando la cámara vuelve a su habitación, aparece la alegría. La vida. La cabeza de Marie II está coronada por unas flores. Risas. Rompe su edredón liso y blanco y extrae de él otro repleto de colores. Caen unas manzanas verdes y frescas al suelo. Es ese espacio íntimo y jovial el lugar al que las protagonistas pertenecen. El contraste del antagónico exterior que rodea este cuarto genera que este adquiera características casi extraterrestres. Un interior lleno de su realidad con una ventana que proyecta el pasado.

Las Margaritas. Vera Chytilová. 4K

Este ejemplo formal y visual de ‘Las margaritas’ refleja las características de la nueva ola checoslovaca acaecida en la década de los 70. Dicha corriente cinematográfica, pese a no poseer un reglamento propio, mantuvo entre sus distintos miembros (Milos Forman, Jaromil Jireš o Chytilová, entre otros) la voluntad de romper con las directrices del realismo socialista imperante hasta la fecha. Mediante el uso de la sátira y de un montaje vanguardista, este movimiento luchó por buscar un significado a la realidad y por ahondar en la creatividad.

No es casualidad, por tanto, que Chytilová decida configurar unos espacios comunes y realistas para introducir, después, a unas protagonistas que desestabilicen todo. Marie I y Marie II no se van a contentar con su habitación. Ambas deciden salir al mundo exterior llevando, tras de sí, un caos necesario.

Las Margaritas. Vera Chytilová. 4K
‘Las margaritas’, de Vera Chytilová.

El poder disruptivo de estos personajes modela los lugares (y, por ende, la cámara) en los que se van a encontrar. Aparece un bar propio del cine clásico, blanco y negro, cámara estabilizada y un plano contraplano para representar una conversación. Irrumpen Marie I y Marie II. Todo cambia. Los colores se acumulan, incluso se saturan. En la lente las imágenes se superponen unas a otras. Formas geométricas y luces inundan los planos.

Una lucha entre dos películas distintas. Una lucha entre ideologías. Vera Chytilová no solo arremete contra las formas preestablecidas del cine, también apunta con su mira revolucionaria a las convenciones sociales.

Presenta a sus protagonistas como dos juguetes. Articulaciones robóticas, movimientos artificiales. Incluso sus propios nombres atañen a lo sintético, diferenciando a la una de la otra con un número. Como si vinieran fabricadas en serie. Pero estos juguetes no perpetuarán sus roles. Se valdrán de la mirada condescendiente que acarrean para utilizarla a su favor.

Una secuencia se repite en diversas ocasiones dentro del metraje: Marie I y Marie II engañando a señores embutidos en trajes para mandarlos en tren lejos de ellas. Chytilová utiliza esta metáfora visual para distanciar de su película (y de su realidad) al machismo, al clasicismo, a lo arcaico.

‘Las margaritas’, casi sesenta años después, mantiene tanto en su discurso como en su artefacto formal un componente de revuelta indispensable aplicable a nuestro tiempo. El arte cinematográfico utilizado como arma. Como utensilio capaz de moldear no solo lo que acontece dentro de los límites de un plano, sino capaz de extrapolar esa sublevación al otro lado de la pantalla.