SODA. Ilusiones. Festival 10 Sentidos

#MAKMAEscena
XXII Festival 10 Sentidos
‘Las Ilusiones’
‘MARINA. Un mar de ilusiones’, de FormaPoveraLAB
‘SODA’, de Marta Pazos

Concluye la duodécima edición del Festival 10 Sentidos y lo hace dejando la puerta que conecta arte y ciudadanía abierta de par en par. Está en el origen del festival poner la creación artística al servicio de la acción social. Este año, con el lema ‘Las Ilusiones’, el foco ha reacaído especialmente sobre la infancia como segmento de población, pero también como espacio vivencial. Todas los públicos hemos sido devueltos a ese estado creativo que el razonamiento adulto tiende a bloquear por inercia. Así, el juego aparece como la manifestación de nuestros deseos, como una metáfora del mundo.

Han sido tres semanas de una programación diversa, multidisciplinar, extendida en diversos espacios de la ciudad, entre ellos: el Centre del Carme Cultura Contemporània, el Teatre Principal, el Parque Central, el Espai La Granja, el barrio de Benimaclet, Patraix y un gran foco de actividad en el Cabanyal. Tanto el Festival 10 Sentidos como la red de festivales de València demuestran constantemente la gozosa conexión entre los distintos espacios culturales de la ciudad.

Estamos acostumbradas a tener programaciones extendidas geográficamente, que dibujan trazos transversales en el mapa de la urbe. Con el 10 Sentidos, estos espacios abrían sus puertas a proyectos comunitarios, menos enclaustrados en criterios artísticos y más al servicio de la acción ciudadana.

Tomando el pulso del festival, nos asomamos a dos de las propuestas: la pieza interdisciplinar ‘MARINA. Un mar de ilusiones‘, de FormaPoveraLAB, y la pieza que da cierre al Festival, ‘SODA’, de Marta Pazos. Ambas desde el barrio del Cabanyal, la primera en el Veles e Vents y la segunda en el Teatre El Musical.

FormaPoveraLAB es la plataforma de Bárbara Díaz y Eneko Lorente, con ocho años de experiencia en procesos de investigación en arte y ciudadanía. En una de las terrazas del icónico edificio del Veles e Vents, un grupo heterogéneo hace una representación de las diversas miradas relacionadas con el mar. Hay danza, música en directo, poesía, pero lo que prima son las vivencias.

“La línea que seguimos con la compañía es vincular la práctica artística con la práctica ciudadana. Trabajamos con personas que no tienen experiencia en danza pero tienen una experiencia vital, uniendo lo artístico y lo cotidiano”, explica Eneko, codirector y dramaturgo del montaje. “Tratamos la ciudadanía como una disciplina más, en relación con los otros códigos artísticos”, añade Bárbara, codirectora.

En ‘MARINA. Un mar de ilusiones’, se exponen las contradicciones de este elemento tan enraizado en nuestra cultura. Símbolo primario de la creación artística desde el principio de los tiempos, el mar es contemplado como ese lugar para la idealización, pero también como un ecosistema en peligro, un lugar de trabajo sacrificado o una imagen en el recuerdo. “Planteamos el mar como una zona de encuentro con lo extraño, con las mismas tensiones que aparecen en el encuentro con el otro”, comenta Eneko.

A través de este tipo de acciones, FormaPovera reivindica el poder transformador de la creación artística. La misma directora confiesa que “como creadora, necesito que haya una transformación en la persona y como espectadora necesito que me transformen, que suceda algo en mí”.

Un acto de transformación es el que acontece a la caja negra del TEM con la representación de ‘SODA‘, dirigida por Marta Pazos. Sobre ella recae el cierre del Festival y no podía ser de otra manera que a todo color. La oscuridad del espacio escénico es atacada por una explosión de colores flúor y fosforescentes, sobre un mural obra de Paula Fraile.

Este mural se alza y viste la escena, donde un niño y una niña, hijos de la directora, protagonizan una serie de escenas oníricas. Juegan, exploran, se asustan, se divierten. A estos elementos se suma la música en directo de Hugo Torres. Un viaje que desata la imaginación del espectador y cuestiona los límites de la mirada adulta.

Aunque ‘SODA’ continúa con las líneas de investigación propias del trabajo de Pazos (el color, la magia, la desjerarquización), este encargo también coloca a su creadora en unos lugares nuevos y “vulnerables”, según su testimonio. “Pensé en conectar con mi infancia y con el vínculo que tengo en este momento con la niñez, que es a través de mis hijos. Para mí fue un reto no construir la pieza desde el adultocentrismo, sino ceder la pieza a mis hijos. Me interesaba de ellos que no distinguen cuando están jugando y cuando están actuando. Somos nosotros, desde nuestra visión adulta, los que hacemos esta distinción, pero ellos están vivenciando el aquí y el ahora de una forma muy genuína”.

Las ilusiones no son un fenómeno que termine en sí mismo. No son únicamente una escapatoria del mundo o un espacio gozoso. Las ilusiones permiten soñar con algo más allá de lo preestablecido. Abren posibles. La ilusión es la chispa que enciende la mecha. Y con esa certeza, el Festival 10 Sentidos acerca la creación de vanguardia a la infancia y a la ciudadanía, para encender un fuego.