Gillian Wearing
IVAM
C / Guillem de Castro, 118. Valencia
Hasta el 24 de enero de 2016
Se negó a que la grabaran o filmaran. “Por timidez”, aclaró José Miguel Cortés, director del IVAM. Timidez que le viene de su más tierna infancia. “Siendo muy niña tenía dificultades para articular palabra alguna”, dijo en un apartado para la prensa. “Creo que es genético, porque mi madre también tiene dificultades con el lenguaje”. De esas dificultades para expresar lo más recóndito, oculto, de la condición humana habla su obra. El IVAM le dedica a Gillian Wearing (Birmingham, 1963) la primera muestra individual en España de los últimos 15 años. Demasiado tiempo para ver el trabajo de una de las artistas más sobresalientes del panorama internacional.
Diversas videoinstalaciones, fotografías e incluso alguna escultura sirven para mostrar su áspera, hiriente, descarnada realidad. Y, por paradójico que parezca, utiliza en muchos de sus trabajos máscaras precisamente para desenmascarar emociones ocultas. “Dales una máscara y dirán la verdad”, apuntó Wearing refiriéndose a todas esas personas que ella recoge en su obra. La dicen porque “al sentirse protegidas del juicio de la gente, se sienten libres”. Una libertad semejante a la que se establece entre analizante y analizado en una sesión de psicoanálisis pero sin psicoanalista.
Gillian Wearing interviene lo justo para lograr que la gente de la calle se exprese abiertamente, sin tapujos. A veces utiliza esas máscaras que, como sucede con la videoinstalación Secrets and Lies, se han convertido en marca de su inquietante obra. En otras ocasiones, deja que sean los propios individuos quienes manifiesten libremente lo que piensan en un papel, con el que luego aparecen fotografiados (Signs). O simplemente recoge a una serie de borrachos para grabarles en su estudio, mostrando su comportamiento bajo los efectos del alcohol, en la videoinstalación Drunk.
Hay más, mucho más, en la exposición del IVAM. Y todo ello igualmente oscuro, desabrido, punzante; entre sórdido e inquietantemente familiar. Como el álbum en el que la propia artista se pone en la piel de sus abuelos, sus padres o hermanos, recreando sus rostros mediante máscaras que retratan a su familia y a ella misma, que se oculta detrás. Ese bucle entre lo interior y lo exterior, entre lo inconsciente y la conciencia a punto de saltar en pedazos, domina su trabajo. De hecho, como explicó Wearing, “utilizo la máscara como multiplicidad de yoes”.
Rock ‘n’ Roll 70, sin ir más lejos, es una de las piezas, junto a Your Views, que nunca se habían exhibido hasta ahora, y en la que la artista británica explora esa multiplicidad tomándose a ella misma como ejemplo. Mediante un conjunto de fotografías, y tras consultar a científicos que exploran los cambios fisionómicos, se retrata mostrando cómo podrá llegar a ser en años futuros. Y en We are Here, recoge los remordimientos o culpas de familiares de fallecidos que, en pleno cementerio, parecen expiar sus pecados regresando de entre los muertos.
Gillian Wearing, Premio Turner 1997, dijo aprovechar el “fantástico espacio” que le brindó el IVAM, “con techos altos, zonas oscuras y otras con luz natural”, para mostrar las variaciones de lo que reconoció como “trauma”: esa dificultad para articular el lenguaje que la emparenta con las personas reflejadas en su obra. De ahí el “cariño especial hacia esas personas”, del que habló José Miguel Cortés. Personas que hablan todas ellas de sentimientos ocultos, de la soledad que les embarga, de la sumisión, de la violencia. “Hay que escarbar para ver lo que hay detrás de esa capa o capas de su trabajo”, incidió Cortés. Wearing escarba, y de qué manera, para mostrar la verdad oculta tras las máscaras de la realidad. La verdad de lo real, allí donde el lenguaje muestra sus inquietantes fisuras.
Salva Torres
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