#MAKMAEscena
‘La Niebla’, de Chema Cardeña
Compañía Arden Producciones
Intérpretes: Juan Carlos Garés, Chema Cardeña, Iria Márquez, Rosa López, Manu Valls y Saoro Ferre
Sala Russafa
Calle Dénia 55, Valencia
Del 21 de octubre al 14 de noviembre de 2021
Los poetas no luchan por el dinero o la fama: luchan por la gloria. Por eso sus pugnas, trifulcas y rencillas son tan virulentas y encarnizadas. Y porque las armas que empuñan son más hirientes que el puñal o la espada. En la historia de los lances poéticos destaca el de dos grandes escritores del Siglo de Oro español: Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. Primero en Valladolid y luego en Madrid estos dos genios de la literatura universal mantuvieron un duelo sobre el que se han vertido ríos de tinta y todo tipo de especulaciones.
El paso del tiempo no ha agotado el rico filón que ambos representan como epítomes del culteranismo y conceptismo, respectivamente, maestros de una escuela que se perpetúa en la historia. Desde las brumas del pasado Góngora y Quevedo resurgen en ‘La Niebla’, escrita y dirigida por Chema Cardeña, un montaje conmemorativo con el que la compañía Arden celebra sus 25 años -con uno de retraso por la pandemia-, que se estrena el 21 de octubre en la Sala Russafa.
Chema Cardeña encarna al poeta cordobés en la última etapa de su vida arrasado por la ruina, la enfermedad y la desmemoria, y Juan Carlos Garés a su eterno antagonista, el de la lengua viperina y las antiparras. Refugiado en su ciudad natal, Córdoba, el clérigo ilustrado recibe la visita de Quevedo, aunque 19 años menor en la realidad, también de edad avanzada.
La ocasión es propicia para poner sobre el tapete cuestiones candentes sin fecha de caducidad, como la justicia, la opresión, el papel de la mujer en la sociedad, el poder, la corrupción. “En mis obras hablo de hoy desde el ayer poniendo la lupa allí donde podemos reconocernos, y siempre con una visión crítica, pues ese es el papel del teatro”, dice Cardeña.
El encuentro crepuscular de ambos escritores remite a su obra anterior, ‘La Estancia’, un diálogo entre dos grandes dramaturgos británicos, William Shakespeare y Christopher Marlowe, pero en ‘La Niebla’ los protagonistas no están solos.
En su delirio compartido, sumidos en una atmósfera difusa y poética, se reencuentran con otros personajes que formaron parte de su vida. El dramaturgo Lope de Vega (Manu Valls), la cómica Jusepa Vaca La Gallarda (Rosa López), que triunfaba en escena vestida de hombre, la joven escritora María de Zayas (Iria Márquez), pionera en la defensa de los derechos de la mujer, y el mismísimo rey Felipe IV (Saoro Ferre), al que llamaban El Grande, El Planeta y también el Pasmao.
Góngora y Argote regresa a Córdoba tras sufrir un grave episodio de amnesia, está arruinado tras fracasar sus intentos por publicar sus obras. La memoria le falla a intervalos y en esos espacios de tiempo recuerda su vida, que se verá agitada por la presencia de su colega y rival literario.
Su reencuentro hace detonar los conflictos, las deudas pendientes y los recuerdos, a veces alegres y otras no tanto. Iniciarán un viaje a través de la poesía, las anécdotas, las discusiones y el mismo sentido de la vida del artista y su destino. Un encuentro que se perderá en la niebla de la memoria del gran poeta cordobés.
‘La Niebla’ cierra un círculo iniciado por Cardeña con ‘La Estancia’, en la que Shakespeare y Marlowe se embarcan en un duelo a vida y muerte. “Más de veinticinco años después escribo una pieza en la que los personajes son dos grandes autores de la literatura del Siglo de Oro español.
Con ellos nos adentramos en una época que también traté en otra de mis primeras obras, ‘La puta enamorada’. Tiene también el perfume de la comedia que desarrollé en ‘El idiota en Versalles’, la pieza que cerró mi primera trilogía y que supuso la consolidación de Arden producciones como compañía teatral en el panorama nacional”.
En ‘La Niebla’ Cardeña habla del peor enemigo del hombre: “La pérdida de la memoria, del recuerdo, de la propia biografía”. Lo onírico y lo real se mezclan en un homenaje a la poesía, a los poetas y a todos aquellos a los que la memoria les arrebató su pasado.
“Es una obra de homenajes y de recuerdos, precisamente utilizando la pérdida de estos. Viene a ser un fin y un principio, y a celebrar 26 años de trabajo, ilusión y esfuerzo. Y sobre todo de mucho Teatro. Con esta pieza, nos adentraremos en el pasado de nuestro país, en sus creadores, en la historia y en el sentido exquisito del humor, tan falto en nuestros días. Un viaje a la creación, el humor y la memoria. Una obra homenaje al arte y a su recuerdo”.
Garés y Cardeña no se plantean la jubilación, pero sí bajar algo el ritmo, delegar más tareas al equipo que han creado y paladear con calma sus próximos proyectos. ¿Cómo desean ambos pasar a la historia? “Crear la sala Russafa fue una anécdota, aunque importante en nuestra trayectoria”, dice Garés.
“Creo que nuestra mayor aportación al teatro y a la cultura ha sido demostrar que los clásicos no son aburridos y que hablar desde el pasado es muy clarificador para entender el presente. Lo que hemos hecho todos estos años no ha sido reinventar, sino ofrecer en clave dramática una revisión de los tiempos pretéritos para interpretar los que nos ha tocado vivir”, concluye Juan Carlos Garés.
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