La mujer de negro. Teatre Talia

#MAKMAEscena
La mujer de negro‘, de Susan Hill
Versión teatral: Stephen Mallatratt
Dirección: Rebeca Valls
Intérpretes: Jordi Ballester y Diego Braguinsky
Producción: Olympia Metropolitana y Elpunt de la I
Teatre Talia
Caballeros 31, València
Hasta el 22 de octubre de 2023

«Recuerdo los cuentos de miedo que contábamos alrededor de una hoguera y rodeados de oscuridad en aquellos campamentos juveniles de verano, y también la fuerte emoción que te embargaba cuando había que meterse solo en la tienda. Quisiera que la gente saliera del teatro con esa misma emoción».

El actor Diego Braguinsky se refirió con estas palabras a la versión de ‘La mujer de negro’ en el Teatre Talia, que encara sus representaciones hasta el 22 de octubre. Un montaje dirigido por Rebeca Valls e interpretado por Braguinsky y Jordi Ballester que ambiciona dar una nueva vuelta de tuerca a este clásico para que «la gente sienta el miedo en el patio de butacas».

Aparte del magnífico texto y el trabajo actoral, cuenta con un nutrido equipo técnico que ha desarrollado una puesta en escena inmersiva que apela a los cinco sentidos. Los efectos de ilusionismo de Nacho Diago, los vídeos de Luis Crespo, el espacio sonoro de Víctor Lucas y la iluminación de Carlos Alzueta sin olvidar el terrorífico cartel de Assad Kassab.

Se da la curiosa circunstancia de que la voz en off de uno de los personajes, el sacerdote, es la de Rafa Calatayud, uno de los creadores de la compañía La Pavana que hace veinte años montó ‘La mujer de negro’ en este mismo escenario. La voz de Jennet es de Paula Braguinsky, que ejerce también de ayudante de dirección.

La mujer de negro. Teatre Talia

Una elevada apuesta para arrancar la temporada que quiere atraer a los más jóvenes y a los alérgicos al teatro con una atmósfera terrorífica y absorbente. «Estoy convencido de que esta obra será un fenómeno que supere el momento cultural y teatral», dijo Jordi Ballester. «Es un compendio de emociones, pues igual te estremeces de miedo que lloras o ríes. No hay tregua para el espectador, que se embarca en un viaje de hora y media. Además, el Talia es un teatro perfecto para esta pieza dramática».

Dramatizar al máximo el texto original y revestirlo de estímulos sensoriales, como los sonidos creados por Víctor Lucas o los efectos especiales diseñados por Nacho Diago, que consiguen la suspensión de la incredulidad. «No son efectos espectaculares, sino muy sutiles y psicológicos, de forma que entran en la mente del espectador y le hacen dudar de sus percepciones», dijo Diago.

El desafío es de órdago, pues ‘La mujer de negro’, con treinta años ininterrumpidos de éxitos, es la obra teatral no musical más longeva en el West End londinense tras ‘La Ratonera’ de Agatha Christie. Vista por más de diez millones de espectadores, ha sido producida en cuarenta países. Cuenta la historia de Arthur Kipps, abogado de mediana edad que contrata un teatro y alquila los servicios de un actor profesional para que le ayude a recrear un suceso fantasmagórico que le sucedió hace años a él y a su familia en torno a 1950. Necesita que la historia salga a la luz con la esperanza de que esto le sirva de exorcismo y así quedar liberado para siempre.

El resultado es la espeluznante historia, «con un terrorífico final que como madre que soy tal vez en otras circunstancias me hubiera negado a dirigir», comentó Rebeca Valls, que ha asumido con entusiasmo el reto con un ejemplar trabajo en equipo. «Todavía recuerdo el montaje de ‘La mujer de negro’ que vi con veinte años, lo que no lo puedo decir de muchas obras», dijo la directora. «Es difícil ver un gran texto y buen montaje de teatro en un género como este: el terror. Un género, por cierto, fascinante y atrayente para el gran público, tanto en la literatura y la pequeña o gran pantalla, pero que pocas veces se ha llevado al teatro».

Valls aludió a la «maravillosa carpintería teatral de la obra» y a su esfuerzo para conseguir dramatizar al máximo el contenido del texto y «que todo pase aquí y ahora de forma que el propio teatro se convierta en magia». Teatro dentro del teatro. El teatro como punto de partida y la interpretación como exorcismo. Un reto apasionante tanto para las actores como para la dirección.

«La parte atmosférica y técnica tanto de luces, sonido y efectos mágicos es particularmente importante en esta obra. De hecho, es fundamental para ir generando en el público la sensación de terror. Como la obra se estrenó hace muchos años, tenemos la ventaja de que podemos incluir nuevos avances tecnológicos sin perder la esencia artesanal que tiene la función, por supuesto. Pero dotando a la obra de ciertos efectos sonoros, mágicos e incluso olfativos que envuelven al espectador para que el terror no se quede sobre el escenario, sino que se convierta en una experiencia inmersiva que rodee al público».

«Que sus cinco sentidos estén alerta desde el inicio –prosigue– para que sientan el miedo alrededor de ellos. El mundo del más allá nos permite jugar con el espectador para que vivan una experiencia desconcertante y única».

El miedo es una emoción primaria ligada al instinto de supervivencia que compartimos con todos los seres vivos. «El miedo es como una piedra que acarreas dentro del estómago», escribe Rosa Montero en su novela ‘La buena suerte’. «El miedo es un parásito, un invasor. Un vampiro que te chupa los pensamientos». Amarga la vida, sí, pero también advierte de los peligros como el dolor avisa de que algo no funciona bien en el organismo. El miedo tiene dos caras, como tantas otras cosas de la vida, y en su lado bueno, cuando hablamos de pura ficción, desencadena oleadas de puro placer como las que pretende generar esta función.

La escasez de obras de teatro de terror da a este montaje un relieve especial. ¿A qué se debe esa escasez cuando lo dark atrae tanto a los jóvenes? «Creo que el cine se ha apropiado de las historias de terror, y en cuanto a efectos especiales el teatro no puede competir. También es cierto que el público en general prefiere la comedia o los musicales», sugirió Braguinsky. Tal vez la mujer enlutada del Talia venga a cambiar las tornas e inaugure una oleada de terror teatral.