Entrevista con Alejandro Mañas

Alejandro Mañas (Castellón, 1985) es un artista visual e investigador interesado en la mística y la espiritualidad en el arte contemporáneo. En su obra plantea, fundamentalmente, la creación de espacios para el cultivo de la interioridad y la búsqueda de conocimiento en la sociedad actual.
Dentro de unas semanas, Alejandro Mañas inaugurará junto a Pepe Beas, ART AL QUADRAT, Marie P. Guinnot y Carles Santos la exposición “Donde germinan los silencios”, comisariada por Irene Ballester y promovida por el Gobierno de Aragón, la galería Collblanc de Castellón y la Asociación Pozos de Caudé de Teruel. El proyecto expositivo propone “visibilizar la memoria, la verdad y la justicia”, es decir, erigir el arte frente al exterminio de la memoria histórica. Entrevistamos al artista con motivo de dicha muestra, donde presentará dos obras con una marcada voluntad de empatía.

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Telefoneo a Alejandro sin éxito. Me responde con un WhatsApp explicándome que no me puede atender, pero que me llamará cuando salga de la cárcel. ¿Cómo?, pregunto. Me comenta que colabora desde hace años con los Mercedarios, tradicionalmente los asistentes espirituales en el mundo penitenciario español. La labor voluntaria de Mañas se focaliza en acercar el arte y la plástica a los reclusos, como una vía de escape. No le interesa el motivo por el que están allí, tan sólo le importa, afirma, la persona.

Ismael Teira: Hace unos meses se publicó en Italia un libro donde el Papa Francisco habla de su idea del arte, recalcando que “el arte no debe descartar a nada ni a nadie, como la Misericordia.” ¿Crees que se puede aplicar esta máxima al mundillo del arte contemporáneo, excluyente per se?
Alejandro Mañas: No creo que el arte contemporáneo sea excluyente, si es eso a lo que te refieres, o por lo menos reduciría ese calificativo sólo a “el mercado del arte”. El arte desvela verdades, desvela aquello secreto y oculto, una búsqueda insaciable de interior, de encontrarse, de ser. Ahí es donde reside la encarnación de la belleza, la creación artística del ser humano, la espiritualidad. Esto es la búsqueda de lo sagrado. Cuando el arte trata de desvelar este misterio, la belleza se hace patente y las pasiones de la vida quedan reflejadas; por ello la belleza nos une, es donde el arte se hace universal porque comparte sentimientos que todos somos capaces de comprender. Con esta vía de creación, de búsqueda del misterio, el ser es capaz de encontrarse con el objeto, y también con Dios. La misericordia es ayudar a nuestro prójimo, y el arte juega un importante papel en ello.

IT: Dada la vocación abiertamente católica de tus obras, ¿te has sentido alguna vez rechazado?
AM: Pues sí, me lo han dejado caer más de una vez. Pero, en realidad, aunque mi obra busque en esas fuentes, estas sirven también para las demás religiones, incluso para los que no tengan ninguna religión, porque la temática que investigo nos une a todas por igual. Artistas como Oteiza, Henri Mattise o Gina Pane, por nombrar algunos, también son católicos.

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IT: En cualquier caso, la presencia de la religión católica en la Historia del arte occidental no es baladí. A la par de esto, la Iglesia jugó siempre una importante labor como promotora de grandes obras, sobre todo en Roma donde has vivido una temporada. ¿Qué fue para ti lo más importante de esa etapa?
AM: Para mi Roma es emoción, es fantasía, es fuente creativa. He estado tres veces, pero esta última fui por una beca para investigar sobre la espiritualidad y la mística, y aproveché para estudiar también los espacios sacros. Quedé enamorado de la iglesia de Santo Stefano Rotondo. Cuando la visité estaban ensayando música sacra para una boda. Yo allí sólo, la música y el espacio sacro: fue una experiencia transcendental. Recorrí también los espacios donde se rodó el multipremiado film La grande bellezza, de la que soy fan, fan. De Roma me lo quedo todo, y cuando hablo de ella parece que se me haya quedado algo allí, necesito volver… Roma es espiritual.

IT: De hecho, expondrás previsiblemente este año en una colectiva en la Ciudad del Vaticano, junto a otros artistas católicos ¿Cuáles son tus referentes artísticos?
AM: Son muchos, pero me quedo con Richard Tuttle, porque es el que me apasiona. Me encantan sus obras, y su capacidad de envolver en misterio sus piezas. Es capaz de involucrarte en ese misterio, de atraparte y conseguir enamorarte del objeto: te abre su espiritualidad y te encierra en su silencio. Rothko y su mística está presente siempre, sus cuadros son para mi puertas y ventanas que te adentran hacia el misterio, que te llevan hacia un camino de trascendencia. Y junto a él, Kapoor; sus obras son un libro abierto hacia la contemplación. José Val del Omar me llega, con su obra experimental y su mecamística, me apasiona. Y cómo no, el artista Wolfgang Laib con influencias de los místicos; o Bill Viola con su fuente predilecta que es San Juan de la Cruz.

IT: Tu trabajo e investigación artística giran en torno a la mística, un término confuso por manido. Podrías resumirnos ¿qué es para ti la mística?
AM: El tema de la mística hoy se vuelve complejo y líquido, pues es un tema subjetivo, una experiencia interior ¿Cómo definir la mística?, pues como un camino de comprensión, de entrega, de intimismo y de conocimiento, del cual se desprende un amor absoluto. La mística es experiencia.
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