La función perdida, de María García Lliberós
Editorial Sargantana
Librería Soriano
C / Xàtiva, 15. Valencia
Miércoles 22 de noviembre de 2017
Emilio Ferrer, un viudo de 70 años, funcionario de alto nivel que detentaba un gran poder en la Administración, acaba de jubilarse y se siente invadido por sentimientos de vacío, inutilidad y abatimiento. Su teléfono permanece mudo, nadie le llama para pedirle consejo ni siquiera su sustituto en el puesto que ocupaba. Incapaz de gestionar las incontables horas de ocio, teme convertirse en un cascarrabias, en un viejo amargado y chocho. Pero la misma inteligencia y capacidad de adaptación que le permitió sobrevivir a los vaivenes de la política le ayudan ahora a encauzar la última etapa de su vida.
Emilio Ferrer es el narrador y protagonista de la última novela de María García-Lliberós, ‘La función perdida’ (Sargantana), que se presenta el día 22 de noviembre en la librería Soriano. En este libro, el octavo de su trayectoria literaria, da un giro sorprendente para combinar su proverbial sutileza psicológica a la hora de perfilar los personajes con una trama repleta de comicidad que suscita la sonrisa e incluso la carcajada. Una fina ironía, al estilo de las novelas ligeras de Eduardo Mendoza impregna el texto que, además de ameno, reflexiona sobre asuntos claves como la mejor forma de afrontar la vejez.
Junto a su inseparable amigo Guillermo, el pequeño Willy, el cínico y algo prepotente Emilio inicia un proceso de liberación y reconocimiento a través del disfrute los pequeños placeres cotidianos, amoríos incluidos. Clases de cocina, un viaje a Malta, la relación Scarlett, una atractiva estudiante que se gana la vida como scort. Mientras, espía una de sus vecinas tejiendo una red en la que caerá su enemigo, el villano Palacios, empresario sin escrúpulos.
“Los hombres en general llevan peor la jubilación que las mujeres”, dice García-Lliberós. “Hay quien cae en una depresión o se empeña en volver a trabajar porque el trabajo ha sido su pasión exclusiva y no encuentra nada que los satisfaga del mismo modo. Las mujeres tenemos más capacidad para buscar ocupaciones alternativas, como se puede ver en la mayoría de actividades que se organizan, desde talleres de lectura a cursos de cocina”.
En casi todas sus novelas, excepto Equívocos, García-Lliberós plasma el universo femenino dejando en bastante mal lugar a los hombres, como le reprochan a veces sus lectores. En ésta, sin embargo les concede todo el protagonismo tratándolos con cariño. “Meterme en la piel y en la mente de Emilio y Guillermo me ha costado un gran esfuerzo, pero ha resultado muy gratificante”, confiesa. “También ha sido complicado conseguir esa aparente sencillez, la fluidez en los diálogos y situaciones, tiene detrás incontables horas de trabajo”.
Emilio es la personificación del funcionario ejemplar que, a lo largo de trienios acumula gran influencia y poder. “Hay muchos como él en la Administración”, apunta García-Lliberós. “Resultan imprescindibles para los políticos por la experiencia que acumulan, los datos que conocen y los resortes que manejan”. También encarna al hombre consagrado a su función, abrumado por ella, que no comunica con sus allegados. Al librarse del corsé de su función, consigue conectar mejor con las personas que le rodean y logra que la llamada eufemísticamente edad dorada sea una apacible senda.
Por su parte Guillermo es un alma cándida y sensible, atrapado entre una despótica esposa súper obesa y una hija egoísta, que se deja guiar por su amigo hasta que encuentra su personal fórmula de felicidad en los bailes de salón. A partir de este par de septuagenarios ansiosos de aprovechar sus últimos años, la tradicional pareja cervantina, la autora reflexiona sobre las relaciones y conflictos familiares poniendo el dedo en muchas llagas. También refleja cuestiones de plena actualidad, como el acoso que sufren algunos adolescentes a través de las redes sociales.
“La jubilación es el mejor invento del siglo”, afirma García Lliberós, “Sólo tiene un problema, que inicia la última etapa de la vida. Bueno, en realidad dos problemas debido al insostenible sistema de pensiones. En vez de estar dándole vueltas y vueltas al tema de Cataluña los gobernantes deberían sentarse a la mesa y no levantarse hasta no resolver algo esencial para nuestro futuro”.
María García-Lliberós quería estudiar Ciencias Exactas pero al acabar Preu esa carrera no se impartía en Valencia, así que optó por Económicas, una carrera comodín. Ha tenido una trayectoria laboral muy intensa y variada que, según dice, le ha ayudado como escritora a conocer ambientes y personas muy distintas para alimentar sus ficciones. Trabajó en la Dirección General de Medios de Comunicación, en Televisión Española en Valencia (Aitana) y en el Consell Metropolità de l’Horta. Los últimos 20 años en el Servicio Económica y Financiero del Ayuntamiento de Valencia. Recientemente jubilada sigue al pie de la letra el consejo que trasciende su última novela. “Cuando se llega a esta edad hay que tomarlo todo sin dramatismos, con sentido del humor. Intentar gozar de la vida hasta el último aliento”.
Bel Carrasco
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